La vaquita marina es realmente adorable. Con tan solo un metro y medio de longitud, esta marsopa (en latín, “cerdo de mar”) es francamente pequeña en comparación con sus congéneres. Con una sombra negra en forma de anillo rodeando sus ojos y una línea también oscura en su hocico, constantemente da la impresión de estarse riendo.Por desgracia, es uno de los cetáceos con mayor riesgo de extinción del mundo. Un censo de 1997, cifraba en 567 los ejemplares en el Golfo de México, pero un recuento más reciente por el Comité Internacional para la Recuperación de la Vaquita (CIRVA) solo encontró 60 animales el año pasado. Y se cree que la cifra podría descender aún más. "Estamos observando cómo desaparece ante nuestros ojos una especie rara, de gran valor”, decía Lorenzo Rojas-Bracho, presidente de CIRVA en la presentación de los resultados del censo.La realidad podría ser otra. La vaquita está bajo protección y nadie persigue a este animal. Sin embargo, su destino está indisolublemente ligado al de otro animal, que comparte su hábitat en el Golfo de California: la totoaba.

La totoaba es una especie de pez, endémica de esta zona, que aunque no es tan adorable como la vaquita, tiene otras características que la hacen atractiva. El pez abundó durante un tiempo en las aguas de esta costa, pero la sobreexplotación pesquera mermó alarmantemente su población acercándola peligrosamente casi hasta su extinción. En 1975 se prohibió la pesca comercial de la totoaba. Sin embargo, su caza furtiva continúa hasta hoy. Al principio, cazadas por su carne, ahora su vejiga natatoria se ha convertido en una mercancía de gran valor en el mercado asiático.Al igual que muchas otras partes del cuerpo de animales en peligro de extinción, las vejigas son consideradas un manjar en China. El kilo se paga a 9.000 euros, de acuerdo con la organización para la protección de los animales "Defenders of Wildlife”. Con ello, los pescadores pueden ganar en pocas semanas más dinero de lo que podrían facturar legalmente en todo un año. Por ello, no es de extrañar que la totoaba se encuentre al borde de la extinción y con ella, la vaquita.Destinos entrelazadosPero ¿qué tienen la vaquita y la totoaba en común? Ambas especies caen presas en las mismas redes. Las totoabas pueden alcanzar los dos metros de largo y ser con ello tan solo algo más grandes que las vaquitas. Las redes, diseñadas originalmente para las totoabas, se convierten de este modo en una trampa para las marsopas. La vaquita es un mamífero marino, que necesita salir con regularidad a la superficie para respirar. Por lo general se ahoga después de enredarse en las redes de pesca."Hemos perdido el 80 por ciento de las especies, en tan solo cuatro años”, afirma Barbara Taylor. La bióloga conservacionista de la US National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA) Southwest Fisheries Science Center", explicaba recientemente en una entrevista: "hay una serie de riesgos. A pesar de los heroicos esfuerzos del gobierno mexicano para prohibir la pesca con redes de enmalle, la pesca ilegal sigue siendo una gran amenaza y no está controlada todavía”. Para colmo, ambas especies solo habitan en el Golfo de California. Y la vaquita únicamente en una pequeña parte.Medidas drásticasLa situación es tan grave, que CIRVA ha decidido tomar medidas drásticas. Entre ellas, un cierre permanente de todas las redes de enmalle en la zona (actualmente solo hay una prohibición de dos años). Asimismo, hay que eliminar estas redes por completo del territorio de la vaquita y fomentar la pesca libre de redes de enmalle.Sin embargo, una de las propuestas es muy controvertida, incluso entre los conservacionistas. El grupo propone un enfoque de conservación "ex situ”. La idea es trasladar un cierto número de vaquitas a las estaciones de reproducción, donde estarían a salvo de las peligrosas redes. Tal enfoque, sin embargo, es muy arriesgado, ya que solo queda un pequeño número de animales y hasta ahora nunca se ha mantenido en cautiverio a este tímido mamífero. No está claro cómo se comportarían los animales ni si sobrevivirían.La preocupación también la comparten los propios autores de la propuesta. La eliminación de las redes y la prevención de la caza furtiva tienen una prioridad más alta, dicen. Sin embargo, todos los involucrados están de acuerdo en que la inacción sería la peor solución posible para la supervivencia de la vaquita.