La mujer campesina ha sido protagonista de muchos de los eventos de la Agencia Nacional de Tierras, pero quizás el más emotivo de todos ocurrió el pasado 6 de marzo cuando su director, Miguel Samper, les entregó 60 hectáreas de tierra a 30 agricultoras del municipio de Pasca, Cundinamarca, para la siembra de moras, arvejas y hortalizas.Fue un día lluvioso en la vereda Gúchipas. No escampó durante horas. Ese hecho no fue obstáculo para que las 30 campesinas llevaran sus mejores vestidos. Estaban de fiesta, una que tuvo una figura estelar: Emilce Benavides, de 52 años, quien en 2010 reunió a varias de sus amigas en Pasca y les preguntó: “¿Por qué las mujeres no tenemos derecho a la tierra?”.Entonces armó una suerte de cooperativa con otras 29 trabajadoras. En agosto del año pasado, la ANT les entregó los subsidios a Benavides y a sus 29 compañeras para que pudieran comprar en Gúchipas el terruño de sus sueños. “La tierra es todo para nosotras”, comentó Benavides.Muy lejos de Pasca está ubicada Caucasia, una población antioqueña que ha sido escenario de guerras provocadas por narcotraficantes y otros actores del conflicto armado.Allí vive Maritza Sierra, una aguerrida mujer que, en noviembre del año pasado, recibió de la Agencia Nacional de Tierras el título que la acredita como la propietaria de 12 hectáreas en las que actualmente se siembra limón y mango. “Cuando uno se desplaza –dice Maritza– se le viene el mundo encima. Usted no sabe para dónde va. Se vive, se duerme, donde lo coja a uno la noche”.Y al otro lado de Caucasia, en el sur del país, está Neiva. Allí habita Marinella Ortiz, de 36 años, quien cuando tenía 7 vio la muerte de cerca. Ella vivía con su familia en la inspección San Adolfo del municipio huilense de Acevedo. Una noche un grupo de guerrilleros le dijeron a su padre: “Éntrese que vamos a atacar”.El 8 de marzo pasado, en el Día Internacional de la Mujer, Ortiz y tres de sus familiares recibieron de la Agencia Nacional de Tierras tres subsidios, por poco más de 131 millones de pesos, para ser propietarias de diez hectáreas de tierra en la localidad huilense de Palermo.Las historias de Benavides, Sierra y Ortiz representan las de otras 28.000 mujeres que han llegado hasta la ANT en busca de mejores horizontes y, a lo mejor sin quererlo, en procura de la igualdad de derechos de género. “Solo quien desconoce la importancia de la mujer puede mirarla por encima del hombro”, sentenció Benavides.