Hace varios días el comando de las Farc que opera en Barrancabermeja dio la orden de que en el puerto petrolero nadie podría utilizar casco de motociclista en la zona nororiental de la ciudad, en donde vive un poco más del 60 por ciento de los 300.000 habitantes del lugar. "Se hizo un llamado para rechazar el casco, porque éste genera más violencia. No se trata de tomar represalias, sino de tomar medidas de seguridad para las personas que viven en los barrios nororientales", dijo a SEMANA 'Javier', miembro de la dirección colectiva del comando urbano, perteneciente al Bloque del Magdalena Medio de las Farc.El anuncio puso en un grave dilema a los 28.000 propietarios de motos que existen en la ciudad, quienes deben enfrentar la opción de desafiar los designios de las Farc o afrontar la posibilidad de recibir una multa por no cumplir con una disposición de carácter nacional. Muy pocos, sin embargo, están dispuestos a arriesgarse a lo primero por temor a las consecuencias."El sábado, a unos muchachos les rompieron y les quemaron los cascos y después les advirtieron que todo el que use casco allá es objetivo militar", afirmó Alfonso Lara, presidente del club de motociclistas Yariguíes. Lo segundo, el hacer cumplir la ley, puso a correr a las autoridades locales.El director de Instituto de Tránsito y Transporte de Barrancabermeja, José Rafael Rohenez, viajó a Bogotá para exponer la problemática ante el Ministerio de Transporte, en donde consiguió una prórroga hasta el 15 de febrero para aplicar definitivamente la medida."También fuimos donde el doctor Carlos Rangel, jefe de la oficina de orden público del Ministerio del Interior, quien es de acá y conoce la problemática, para tratar de encontrar una forma de eximir a Barranca del uso del casco", afirmó Rohenez a SEMANA. Según el funcionario la fórmula más viable para conseguir esto parece ser la de declarar oficialmente a Barranca zona de orden público, con las consecuencias que ello trae. Por ahora están a la espera de que en los próximos días el Ministerio del Interior les diga cuál puede ser la fórmula que les permita superar el problema.Barranca calienteEl caso de los cascos puede parecer un asunto insignificante. Pero la realidad es que ese es un pequeño ejemplo que deja al descubierto la existencia de lo que algunos han decidido llamar las dos Barrancas. Una, la del norte y suroriente, en donde habita más de la mitad de la población y en la cual tienen amplia presencia y dominio tres organizaciones guerrilleras: ELN, Farc y EPL. Y la otra, en donde está ubicada la refinería de Ecopetrol, el sector comercial, algunos barrios, dos batallones del Ejército, un comando de Policía y una base de la Armada Nacional.En público no son muchos los que aceptan que el 'puente elevado', que comunica los barrios del nororiente con el resto de la ciudad, se haya convertido desde hace varios años en una especie de frontera que divide claramente a Barranca en dos. Sin embargo, frente a la crítica realidad, no son pocos los que lo reconocen en privado.Para ingresar a los barrios nororientales la Policía debe usar tanquetas, respaldadas con un gran número de uniformados. Igual suerte corren los miembros del Ejército. Según reconoció a SEMANA un militar de una de las tres bases que existen en el sector, para poder salir hacia el otro lado del puente los oficiales o los soldados que están allí deben esperar la llegada de los tanques Cascabel, o de un helicóptero, porque la guerrilla no los deja realizar el recorrido que en carro toma tan sólo 10 minutos. Pero ahí no para el problema. La gran mayoría de los levantamientos de cuerpos que se realizan en la zona los deben efectuar los empleados de las dos funerarias de la ciudad, pues según reconoció a SEMANA un funcionario del CTI,''nosotros no podemos entrar al norte y sur- oriente a hacer los levantamientos, a menos que vayamos en tanquetas, acompañados de la Policía o el Ejército. Eso requiere de mucha gente y por eso casi nunca se puede ir".Nadie sabe a ciencia cierta cuántos subversivos hay en la zona. Lo que sí está claro es que la mayoría pertenece al Frente Urbano de Resistencia Yariguíes-Fury y al Capitán Parmenio, ambos del ELN. Los siguen las Farc, que tienen un comando urbano, y el EPL con los hombres de la compañía urbana del frente Ramón Gilberto Barbosa. Aunque cada uno de los grupos tiene un barrio en el cual ejerce su influencia, no es extraño que en una misma calle haya miembros de dos o incluso de las tres organizaciones al mismo tiempo. Antes de la incursión paramilitar del 26 de mayo de 1998, que dejó como saldo 32 personas muertas, los campos de acción de cada grupo estaban delimitados. Pero a raíz de esa acción, y de la creciente presencia de estos grupos en Barranca y las zonas aledañas, los subversivos decidieron actuar unidos.''A veces se presentaban roces entre nosotros, pero esos se resolvieron mediante el diálogo de los mandos de las tres organizaciones. Ahora funcionamos como una especie de coordinadora guerrillera y desarrollamos acciones conjuntas aunque, también, cada grupo realiza sus propias acciones", dijo a SEMANA 'Juan Carlos', comandante de la compañía urbana del EPL. La presencia de las tres organizaciones guerrilleras ha terminado por convertir al nororiente en un sector vedado. Difícilmente alguien que no sea de la zona puede ingresar a ella sin correr el riesgo de ser, en el mejor de los casos, detenido por alguno de los grupos subversivos.Aunque la gran mayoría de los habitantes no congenia con los subversivos y por el contrario han tenido que resignarse a convivir con su presencia, el simple hecho de habitar en el nororiente no sólo los ha puesto en la mira de los paramilitares _quienes los ven como auxiliadores de la guerrilla_, sino que ha terminado por distanciarlos aún mas de la Barranca que queda al otro lado del puente elevado. En el puerto no es ningún secreto que para una persona que habite en la zona nororiental resulta mucho más difícil conseguir un empleo que para aquellos que viven en otro lado de la ciudad. La diferencia entre 'las dos Barrancas' es tan marcada que una casa del nororiente _en iguales o incluso mejores condiciones_ vale hasta 10 veces menos que otra en el resto de la ciudad.Lo grave del asunto no es sólo la gran variedad y complejidad de los actores armados que actúan en Barrancabermeja, sino el hecho de que los barranqueños no ven planes concretos por parte del Estado para detener la guerra urbana que se vive en la ciudad y que día a día crece sin control.