Este año, Penguin Random House reeditó con el sello Alfaguara el larguísimo libro de Roberto Bolaño, 2666. Para los que ya conocen la versión de Anagrama, esta nueva añade al final imágenes de los cuadernos de apuntes que Bolaño utilizó mientras escribía las cinco novelas que conforman el libro. Han pasado 12 años desde que este bloque que supera las 1.200 páginas se publicó por primera vez, en 2004. Un año antes su autor moriría. Algunos dicen que esta obra transformó la literatura latinoamericana, que nunca antes había habido algo así, y que ahora mucho de lo nuevo escrito se pierde en sus residuos, en gente escribiendo bajo la sombra de los pasos que abrió este explosivo libro . ¿Qué hay en 2666?Hasta el momento ha habido muchísimas reseñas y comentarios del libro. Lectores tanto de The New Yorker como de El Malpensante se han molestado porque 2666 no define un argumento, un tema, un significado. Protestan porque, a su parecer, con la lectura de la obra no se llega a nada en concreto, a nada más allá de la exhibición de feminicidios y la saturación de referencias enciclopédicas. Quieren que en el libro se halle al final una respuesta, una calma, una propuesta.Pero reducir una obra literaria al nombramiento de un significado, un argumento o un tema, comentaba Roland Barthes, mata a la literatura. La convierte en un objeto de consumo que tras ser digerido acaba en un estado escatológico: una defecación de pequeñas frases de cajón que sus sujetos lucen en cocteles o reuniones sociales. Un orden en el que la cultura se convierte en la posesión, el control y el dominio de repertorios de stocks culturales; un mundo que sepulta todo arte creativo al mausoleo del esnobismo social. De acuerdo con la propuesta de Barthes, una actitud literaria creativa y viva va más allá del significado -de la defecación-, y se apunta a lo incontenible, que no es preciso sino más bien numeroso y expansivo como las constelaciones. Es decir, una inclinación orientada hacia lo que desdobla nuestro modo de percibir y nos abre paisajes dispuestos en distintas perspectivas. En un momento de 2666, se presenta una visión sobre la historia, que hace pensar sobre el desorden flotante de la obra y que, por cierto, alude a la incapacidad de reducir el mundo de una obra: “La historia, que es una puta sencilla, no tiene momentos determinantes sino que es una proliferación de instantes, de brevedades que compiten entre sí entre monstruosidades”. A lo largo del libro, la atención del lector saltará entre miles de historias enmarcadas entre la brutalidad y la triste no solución de feminicidios periódicos. En resumidas cuentas, este muy rico y pesadísimo libro se divide en cinco novelas. La primera, en líneas generales, trata sobre un grupo de escritores europeos en búsqueda de un escritor inventado por Bolaño: Benno von Archimboldi. Sin embargo, en esta parte y en todas demás hay millones de otras partes, de cuentos que enmarcan otros microcuentos. La segunda parte es sobre un profesor latinoamericano que hace pensar en quiénes son los intelectuales latinoamericanos a la luz de los exilios, la pobreza y las dictaduras. La tercera es sobre un periodista negro norteamericano que se cruza en México con la violencia de los feminicidios, y que sirve para reflexionar sobre cómo operan en Estados Unidos y en México los medios y cómo estos están sujetos a las reglas de mercado. Al mismo tiempo, se adentra en la historia de la esclavitud, de las luchas sociales protagonizadas por las panteras negras y de la vida de los mafiosos mexicanos. La penúltima parte, la más larga y arriesgada, se centra en la policía de Santa Teresa, una ciudad en el norte de México inventada por Bolaño. Hay cientos de casos de mujeres asesinadas inmiscuidas en otras micronarraciones que no cesan de contarse y que construyen atmósferas de incomprensión y otorgan más ángulos para contemplar. La quinta y última novela es sobre la vida de Archimboldi, el escritor que los escritores estudiaban. Alrededor de esta, y de sus escapes, hay grupos de escritores anónimos y el mercado editorial de libros. Pero también se recorre la historia de Alemania y de la Unión Soviética durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial. En esta novela Bolaño indaga sobre el nazismo, uno de sus temas recurrentes.¿Por qué la novela se llama 2666?A decir verdad, nunca se explica. En ninguna de las novelas que contiene el libro se menciona tal número. Otros dos libros de Bolaño pueden servir para elaborar una idea: Los detectives salvajes y Amuleto. En Los detectives salvajes se pronostica que si en algún momento llega a México la verdadera revolución, la modernidad, la justicia, será por ahí en el siglo XXII, o en una fecha por allá en el 2600. En Amuleto, novela que gira alrededor de la masacre de Tlatelolco, se dice que una calle de México, la Avenida Guerrero, parece como un cementerio sepultado por ahí en el año 2666. En varias ocasiones de 2666, y en boca de distintos personajes, se dice que lo que vemos no es lo que es, sino algo que fue. “Toda luz fue emitida hace miles y millones de años. Es el pasado, ¿lo entiendes? Cuando la luz de esas estrellas fue emitida nosotros no existíamos, ni existía vida en la Tierra, ni siquiera la Tierra existía. Esa luz fue emitida hace mucho tiempo, ¿lo entiendes?, es el pasado, estamos rodeados por el pasado, lo que ya no existe o sólo existe en el recuerdo o en las conjeturas ahora está allí, encima de nosotros, iluminando las montañas y la nieve y no podemos hacer nada para evitarlo”. Si lo que vemos ya está muerto, en el pasado, las tragedias resultan irremediables y nuestras acciones por resolver las pesadillas latinoamericanas, tan exhibidas una y otra vez en 2666, un retardo. Aunque el libro está compuesto de cinco novelas, los acontecimientos de Santa Teresa resuenan en cada uno de ellos. Santa Teresa es una ciudad inventada por Bolaño que representa el mito de la modernidad y de la industrialización latinoamericana. Se ubica en México, justo en la frontera con Estados Unidos, por lo tanto da pie para pensar acerca de la dicotomía centro-periferia. La ciudad es un receptor de desempleados migrantes de Centroamérica y de todo México. Está repleta de maquiladoras, fábricas en las que se ensamblan masivamente los productos de las más grandes multinacionales con mano de obra barata. Por esta característica, Santa Teresa es una ciudad con bajos índices de desempleo. Sin embargo, es la cara de los abusos laborales, y lugar de una serie de crímenes, de sistemáticos feminicidios nunca resueltos: de cientos de casos de mujeres violadas y asfixiadas.Volviendo al nombre del libro, podría decirse, sin ser optimistas, que se refiere a cómo la realidad y la tragedia latinoamericana es algo sepultado en el futuro, algo insalvable que aunque hoy lo miremos ya está muerto, muerto en el marco del sueño de la modernidad, de la industrialización, de la revolución.