El Premio Hispanoamericano de Cuento Gabriel García Márquez dio a conocer sus cinco fnalistas el 21 de septiembre. El ganador será anunciado el 8 de noviembre de 2018, a las 9:00 a.m. en el Teatro Colón de Bogotá, y recibirá un estímulo de 100.000 dólares y la distribución de su libro en las más de 1000 bibliotecas públicas que tiene el país.El Premio Iberoamericano de Cuento fue creado en el 2014 por el Ministerio de Cultura y la Biblioteca Nacional de Colombia y desde entonces se ha convertido en el premio de cuento más importante de habla hispana. La edición anterior fue ganada por el español Alejandro Morellón con su libro de cuentos El estado natural de las cosas.Estos son algunos de los cuentos de los finalistas:Andrés Mauricio Muñoz (Colombia)
La mata, la matica—Amor, se murió la mata.Me quedé mirando a Sora como si reconociera en su expresión adormilada mi propia cara de angustia. Aunque seguía dormida me di cuenta de que mis palabras se escurrieron por entre alguna fisura de su sueño, porque comenzó a mover su cuerpo hacia un costado como si pretendiera buscar una nueva posición para quedar profunda de nuevo. Unos segundos después, tal vez porque el eco de mi sentencia seguía rebotando dentro de su cabeza, abrió los ojos. Me miró en forma extraña. Pude advertir cómo sus pupilas recorrían el cuarto, esmeradas en apropiarse del contexto antes de volver a mí de nuevo. Entonces creí prudente darle, darnos, la última estocada.—La mata, amor, se murió la mata. —Le sostuve una mirada cargada de reproche, como pidiéndole una explicación.—Ashshhh, la matica. —Arrugó la boca y levantó las cejas—. ¿Dónde estaba?La mata, la matica, estaba en el baúl del carro. Siempre estuvo ahí. Ese día, cuando llegamos del entrenamiento de fútbol de Nicolás, nuestro hijo de seis años, me disponía a abrir el baúl cuando Sora me interrumpió con la mano; no, amor, espera, primero ayúdame a bajar estos paquetes, que están como pesados. Miré su mano en alto, consciente de que desde el inicio de nuestra relación una mano en alto era un gesto al que había que procurarle la debida atención, si es que no quería querellas de ningún tipo. Entonces procedí con los paquetes, que en verdad estaban bastante pesados, para después atender otro de sus requerimientos; amor, por favor, ve con el niño, ayer estuvimos haciendo tareas, pero aún queda una pendiente y de pronto se nos olvida. Fue esa la razón por la que subimos al segundo piso con Nicolás y nos pusimos a leer el cuento «El lápiz rezongón», para sacar entre los dos un resumen. Mientras leíamos, la mata tuvo que haber pensado, si es que las matas pueden pensar como nosotros aunque no puedan expresarlo como no sea con sus hojitas marchitas mirando hacia el piso, que era su destino quedarse dentro del baúl toda la semana hasta marchitarse por completo, mientras a nosotros nos absorbían las rutinas.Lea el cuento completo acá.Andrés Mauricio Muñoz nació en Popayán, Colombia, en 1974. Ganador de los concursos nacionales de cuento Libros y Letras, en 2006; Premio Literario Fundación Gilberto Alzate Avendaño, en 2007; TEUC, Universidad Central, en 2008. Su libro de cuentos Desasosiegos menores, Premio Nacional de Cuento UIS 2010, fue considerado por los Premios Nacionales de Literatura Libros y Letras 2011 como uno de los cinco mejores libros de ficción publicados ese año en Colombia.Edgardo Cozarinsky (Argentina)
La otra vidaPocos minutos después de ser atropellado por un Peugeot 3008, que prosiguió sin detenerse hacia la avenida Almirante Brown, Antonio Graziani se incorporó en medio de la calzada desierta de Paseo Colón y cruzó hacia Parque Lezama. No dudó siquiera un instante de que estaba muerto, pero esta certeza no le impidió respirar hondamente el aire ya fresco, esa brisa que alivia el calor a fines de una noche de diciembre. Aún no eran las 5 y ya empezaba a clarear con la primera, tímida luz del día.No le llamó la atención la ausencia de heridas visibles, de todo dolor. Se sacudió someramente el polvo adherido a la ropa, pasó sin detenerse ante la iglesia ortodoxa de la calle Brasil, que tanto lo intrigaba en su infancia, y echó una mirada rápida a las persianas bajas del restaurante que en años recientes había frecuentado. Se dirigía al bar Británico, confiado en que estaría abierto, como solía, las veinticuatro horas. No se equivocaba. Dos mesas solamente estaban ocupadas y en una de ellas reconoció a Gustavo Trench, un amigo muerto dos años atrás.—Antonio… No sabía… —Trench se mostró auténticamente sorprendido—. ¿Desde cuándo?—Hace unos minutos. Me atropelló un auto cuando cruzaba Paseo Colón.Lea el cuento completo acáNacido en Buenos Aires en 1939, Cozarinsky es un cineasta además de escritor. Su obra cinematográfica ha explorado la mezcla de ficción y documental. Considera que su obra literaria empieza con Vudú urbano, libro inclasificable que en distintas reeediciones prologaron Susan Sontag, Guillermo Cabrera Infante y Ricardo Piglia.Pablo Colacrai (Argentina)
El regreso del CoelacantoSerá como volver al pasado, pensé esta mañana cuando en el diario me preguntaron si quería cubrir el recital de El Regreso del Coelacanto. Porque ahora ya hace mucho tiempo que no los escucho, pero a El Regreso los sigo desde siempre, desde que eran pibes, y yo también, y ellos tocaban en las fiestas del barrio y del club. Así que dije sí de inmediato, sin dudarlo. Nunca escribo sobre espectáculos y no sé muy bien cómo hacerlo, pero me gustó la idea de, por un fin de semana, abandonar la sección policiales. Además, cubrir un recital nunca puede ser más difícil que un choque, un robo o un asesinato.Lea el cuento completo acáPablo Colacrai nació en 1977 en Noetinger, Provincia de Córdoba, pero creció y vive en Rosario. Es licenciado en Comunicación Social y miembro fundador de la editorial Río Ancho Ediciones. Publicó los libros de cuentos La noche en plena tarde (Río Ancho Ediciones, 2012, Rosario) y Nadie es tan fuerte (Modesto Rimba, 2017, CABA). Entre otras distinciones, recibió en 2006 el primer premio en el Concurso "De las sombras a la luz", organizado por la Municipalidad de Rosario y, en 2009, obtuvo el primer premio en el concurso convocado por la revista Una Mano.Santiago Craig (Argentina)
MudanzaPensamos que ahora todo iba a andar mejor. Por eso nos mudamos. Cerca, a quince cuadras de casa, sin cambiar de barrio. Nos fuimos a una calle arbolada, detrás de la estación. Una casa más grande. Arriba tenía una terraza la casa nueva, una veleta de metal con un gallo que apuntaba siempre al mismo lado. Tenía un tanque negro de agua que a la tarde proyectaba en el suelo una sombra de robot. Le decíamos “casa” a la otra, a la anterior. Tardamos unos meses en dejar de decirle a esta “la casa nueva”.Veníamos de vivir quince años en un departamento sin sol y nos fascinaron el cielo, el aire, las ventanas anchas. El techo anaranjado que no se acababa nunca y que era un espacio nuevo y enorme para jugar. Nos vimos corriendo los cuatro con baldes y mangueras; sentimos la mediasombra en el patio interno tamizando el paso del aire fresco. Nos deslumbró una vida que imaginamos ahí, una vida posible. No pensamos en la instalación eléctrica, los problemas de humedad, el calor pegajoso, las puertas hinchadas. Teníamos ganas de no estar más allá, en nuestra casa, de irnos a otra parte, hacer otras cosas. Por eso la elegimos.Lea el cuento completo acáSantiago Craig publicó en 2010 su primer libro de relatos, El enemigo. Ganó el Premio Provincial de Poesía de Córdoba con su poemario Los Juegos, en 2015 ganó el primer premio del Concurso Eugenio Cambaceres, organizado por la Biblioteca Nacional y la editorial interZona, con su cuento Elefante.En 2017, publicó con la editorial Entropía Las tormentas, un libro de relatos, reconocido con una mención especial en el Premio Iberoamericano Cortes de Cádiz. Su libro de cuentos inédito Astronautas fue reconocido con una mención de honor por la Fundación El Libro.Constanza Gutiérrez (Chile)
Caza de ConejosCuando llegamos ese verano, los conejos ya casi habían desenterrado nuestra casa por completo. Siempre supimos que eran plaga en el campo, pero ese año se habían desatado: había cientos, miles, un millón. Mi papá empezó a pasar horas afuera, cambiando y pegoteando PVC, y el ruido que hacía me ponía los pelos de punta. Me moría de nervios. Poco antes había descubierto un nuevo pasatiempo que requería de soledad y un poco de concentración, y con mi papá y mi mamá entrando y saliendo a cada rato, gritándose de adentro hacia afuera y de afuera hacia adentro, no había caso. Cada vez que los oía venir tenía un segundo para subirme el cierre del pantalón y fingir que estaba leyendo o viendo tele. No soy una súper niña: era imposible, así que empecé a pasar muchas horas afuera yo también. Me iba con la Manola, mi perra, al estero que estaba al final de la parcela, o a los columpios, que ya me quedaban un poco chicos y a la Manola no le importaban para nada.Lea el cuento completo acáNació en Castro, Chiloé, Chile, en 1990. Ha publicado dos libros: la novela Incompetentes (2014, La Pollera Ediciones) y el volumen de cuentos Terriers (2017, Hueders+Montacerdos). En 2011 obtuvo el primer lugar, mención cuento, en el concurso Roberto Bolaño del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes de Chile.