Christopher no es un niño especial. Es como muchísimos en el mundo: hijo de una madre soltera, sufre de una dislexia no diagnosticada, vive en un estado económico precario y se muda a un nuevo pueblo para escapar de su pasado. Pero en un lugar ordinario en el este de Estados Unidos pronto descubrirá algo que sí lo hará especial, algo que, como todo, vendrá con un precio. Christopher es el protagonista de Amigo imaginario, la nueva novela de Stephen Chbosky, que llega 20 años después del éxito de Las ventajas de ser invisible. En conversación con Variety, Chbosky dice que siempre quiso escribir una segunda novela: “Mi experiencia al adaptar mi propio libro y dirigir la película de Las ventajas... fue tan gratificante que sabía que tenía que volver a hacerlo. Pero para eso necesitaba otro libro. Así que lo escribí”. Explicó que el ímpetu original del libro fue un pasatiempo que muchos niños comparten: el de observar las nubes y sus formas. “Empezó con la idea de qué pasaría si un niño miraba las nubes y se daba cuenta de que, en las últimas dos semanas, formaban una misma cara que lo observaba”, dijo en la entrevista. En las notas que incluye dentro de Amigo imaginario, Chbosky también reconoce la influencia directa de Stephen King, que se nota en la estructura básica de la obra. El libro evoca muchas de las novelas más famosas del maestro del terror estadounidense, como El cuerpo (convertida en la película Cuenta conmigo, de 1986) y dos que han regresado a la conciencia popular por sus adaptaciones recientes: IT y El resplandor. Hay similitudes superficiales: protagonistas que son niños, el poder de sus amistades, su roce con fuerzas sobrenaturales más allá de nuestro entendimiento y el hecho que lo más horripilante de todo es crecer y perder la magia que arropa la infancia. Pero quienes conocen la obra de King sabrán que Amigo imaginario se acerca más, en términos estructurales, a La tienda, una historia en la que un ente sobrenatural, que parece cumplir los deseos de un pueblo, en realidad detona un infierno terrenal y revela los peores impulsos de la humanidad. Chbosky no solo esboza con gran detalle a Christopher y a su madre Kate, sino a varios de los habitantes del pueblo, cuyas vidas y problemas se sienten reales. Es ahí donde brilla la novela. El autor no intenta reinventar un género establecido, o calcar las tramas de King, sino que utiliza esa referencia y la tradición del horror para hablar en propia voz. Uno de los elementos más llamativos y atractivos del libro es la alegría con la que Chbosky juega con la forma: cambia las mayúsculas, la tipografía, la ubicación de diálogos y, en uno de los capítulos más impactantes, solo incluye unas pocas palabras por página. Con Amigo imaginario logra darle su propio giro al género del horror con una novela excelente, ambientada en un mundo que es casi, pero no exactamente, como el nuestro. ‘El resplandor’: de la esquizofrenia a la trascendencia A menudo se ha dicho que las mejores obras del género del horror son aquellas que hablan de temores reales. El amanecer de los muertos hablaba del miedo al comunismo y luego del consumismo; ¡Huye!, del racismo; El Babadook, del duelo y del temor a ser una mala madre. En Amigo imaginario, Chbosky demuestra que todavía se preocupa por retratar a los desadaptados, a los extraños y a los marginados de la sociedad, especialmente cuando éstos lidian con pérdidas y traumas, como también ocurre en Las ventajas de ser invisible. En su nueva obra, ahonda seriamente en las ramificaciones del abuso, del descuido y los problemas psicológicos sin atender. Usa la trama para hablar de la angustia de ser hijo y de ser madre, del abuso en todas sus formas, de la soledad y de otros males con tintes fantásticos. Entre ellos, el de una mujer siseante que quiere destruirlo todo, el de unos amantes unidos por sus labios sangrantes y el de un grupo de niños caníbales voraces. Todos estos males se enfrentan primero en los sueños y luego llegan al mundo despierto. La barrera entre los dos mundos se va desdibujando, revelando las fuerzas reales y fantásticas que afectan al pueblo. En medio del caos, Chbosky también resalta la importancia de la amistad, del apoyo de la comunidad y de la compasión cuando lo real y lo imaginario chocan de manera apocalíptica. A pesar del diálogo directo que sostiene con la obra de King, Amigo imaginario no se puede encasillar dentro de un solo género. Además del horror, tiene rasgos claros de los cuentos de hadas (un oscuro bosque, tratos misterios, ayudantes de otro mundo, una casa en un claro…) y una dimensión religiosa que parte del Génesis bíblico para reinterpretar el canon y cuestionar la hipocresía de los creyentes frente a lo que predican y lo que practican; de lo terriblemente aterrorizante que puede ser el poder de un dios, y de lo que se puede justificar en nombre de la fe. Todo para contar el cuento más antiguo que existe: el bien contra el mal. Los libros que los padres quieren prohibir en las escuelas de Estados Unidos Amigo imaginario funciona gracias a su personaje principal. Christopher se puede convertir en uno de los protagonistas icónicos de la literatura reciente por lo completo que se siente, lo fácil que es entenderlo y la manera como ve el mundo. Chbosky dedica todo el principio del libro, a excepción del prólogo, a darlo a conocer, a que entendamos su pasado, sus angustias, su presente, antes de que todo cambie. No es en vano, porque eso le da todo el peso al resto de la narrativa: a pesar de tener unas 700 páginas, y de contar con múltiples perspectivas, todo está anclado en la mirada de Christopher. Es un héroe con el que todos se pueden identificar y que todos van a querer alentar, sobre todo porque la relación con su madre Kate es tan amorosa y genuina que se convierte en uno de esos raros casos en que aparece una buena familia dentro de una historia de horror. En últimas, Amigo imaginario es una mirada a la belleza y al horror de la niñez y de los pueblos pequeños. Quizás el libro no reinventa el género, pero es un libro bien escrito, cautivador e increíblemente satisfactorio, que dejará a más de un lector ansioso por permanecer en la calle, solo por si acaso lo observan desde el mundo de los sueños. ¿Qué más se le puede pedir a una historia de miedo?
Amigo imaginarioStephen ChboskyPlaneta, 816 pgs.