Si se quiere todo comenzó el miércoles en la noche. En La Habana se aunciaba el cierre de las negociaciones y la firma del acuerdo entre el Estado y las FARC. El jueves en la mañana, en el Auditorio Mayor de la Universidad Autónoma de Bucaramanga, se había programado un conversatorio con Claudia López, quien habló de su libro Adiós a las FARC, ¿y ahora qué?. Y no fue que no se hablara del libro, que no es lejano a los acuerdos, pero sí se centró en las reflexiones respecto de estos.La fila para escuchar a la senadora era larguísima: llegaba al andén fuera de la universidad. El auditorio atiborrado esperaba a Claudia López. “Yo la amo” escuché decir en las sillas que tenía detrás. Emocionado se sentía el público. Presentaron a la senadora, como a todos, con un listado de logros. Pastor Virviescas, el moderador, la saludó de nuevo y dijo: "vamos a hablar de dos temas, empezaré por el revés, pues en principio tenemos que hablar de este libro Adiós a las FARC, ¿y ahora qué?, pero dadas las circunstancias tenemos que arrancar por la actualidad". Le preguntó por el día de la firma de los acuerdos "que para el senador Uribe debió ser un día nefasto por los tres golpes que recibió", anotó Virviescas.- ¿Qué se hizo ayer el senador Uribe? El público rió.- Creo que haciendo yoga - dijo la senadora y saludó al público celebrando ver tantos rostros jovenes interesados en el futuro del país.Hay que dejar una cosa clara: López se extiende en sus respuestas. Como buena política, me decía después uno de los asistentes. Virviescas escuchaba atento con el micrófono en la mano, tratando de encontrar ese momento para preguntar. Le preguntó por el libro y López le respondió que debía ser un conversatorio llamado ‘la estudiante Claudia López publica su tesis de doctorado’. Es el resultado de cuatro años de investigación en el que trata de entender cómo "no estamos condenados a vivir en ese fango de guerra y de muerte, de corrupción, de políticos que se alían con ilegales. Muchos países han pasado por ahí, sin embargo pudieron salir de ahí, ¡por qué nosotros no!. Así que me fui y traté de entender cómo podíamos tratar de cambiar esa historia. ¿Qué había que hacer? ¿Cómo otros lo habrían logrado?”En ese momento expuso la siguiente metáfora: América Latina tiene un salón de clase de ‘Los países con conflicto armado‘, ese salón llegó a tener entre 12 y 15 alumnos hace 30 años. Después tuvo 10, 8, 5, 3 y Colombia es el único alumno en ese salón hoy. "Esa es la decisión a la que nos estamos enfrentando realmente este año. Si somos capaces de decir como generación que estamos dispuestos a vivir en un país y a construir un país donde a la gente no se le mata por sus ideas en las calles, se le derrota en las urnas. Y a nadie se le secuestra ni extorsiona por su riqueza. Si nos parece que la riqueza está muy concentrada -y efectivamente en Colombia lo está entonces- lo que tenemos que construir es un aparato estatal, legal, impersonal y democrático que recaude impuestos progresivos y los invierta en bienes públicos que rebuscan esa inequidad. No es mucho más, pero tampoco es mucho menos” dijo López.La senadora se cruzó de piernas sobre el sillón mientras hablaba con las manos y mezclaba datos e ironías que provocaron risas al público. Habló fuerte y un poco más fuerte cuando mencionaba algunas palabras. Le recordó a los asistentes que su generación no fue capaz de construir ese país equitativo del que hablaba, y que en el mejor de los casos, lograron acabar la guerra. “Vamos a lograr dejarles un legado de no guerra, no violencia, no uso de las armas. Pero los que van a tener que construir un país en paz, un país moderno, donde en la mitad no hay estado, que no tiene economía del estado, son ustedes -y acá sube la voz-. Construir en paz es construir un país que no dependa de la lotería de la cuna. Un país donde el mérito, la disciplina, el desempeño y la calidad individual de cada uno de nosotros determine su destino. Cómo construir ese país es lo que propone el Adiós a las FARC”. López recordó que cerca de 35.000 miembros de grupos ilegales se han desmovilizado desde los años ochenta y que de esos cerca de 30.000 fueron ‘paras’, que la gente se sorprende por las 10 curules que se les van a dar a la guerrilla cuando hace diez años el 40% del congreso era de los ‘paras’, que la guerrilla debe dejar de ser el motor de las campañas presidenciales y que hay que entender que "no hay causa que justifique el uso indiscriminado de la violencia y menos contra la gente que se pretende defender. No hay fin que justifique estos medios”.