Además de novelas, poemarios y ensayos, Icono tiene una nutrida colección de No ficción, que incluye obras de periodistas como Julian Assange, Olga Behar y Antonio Morales. Hablamos con su fundador y director editorial, Gustavo García Arenas.¿Qué anécdotas recuerda especialmente de los primeros meses de Ícono?Recuerdo que cuando llamaban al teléfono de la editorial, es decir, al de mi casa, para preguntar por el mensajero o el encargado de despachos o el gerente financiero o el editor, en todas las ocasiones decía que hablaba con él. Pero el problema se agravaba cuando, mientras atendía como encargado de bodega me pedían que le pasara al teléfono al gerente… Porque tenía que llamarlo y cambiar de voz, o admitir que era yo mismo. "Para hablar con el gerente, marque 1; con el despachador, marque 1; con el director, marque 1; con el… Siempre marque 1" y uno contestaba. Ese era nuestro chiste preferido. Tampoco ahora es que se note mucho la diferencia, pero sí hemos crecido bastante.Los primeros libros fueron recopilaciones de frases, mientras lograba conseguir autores que creyeran en el proyecto en la medida en que la editorial ya empezaba a funcionar y dar resultados. De ahí nació la idea de nuestros tres primeros títulos: Tanta tinta tonta, El evangelio según Hollywood y El mundo según Gabriel García Márquez.¿Qué lo llevó a concebir la idea de montar una editorial independiente?Creo que tener una editorial propia siempre fue mi sueño. Luego de alcanzar la experiencia de pasar por casi todas las funciones de un editor, el momento adecuado se presentó cuando empecé a darme cuenta de que estaban tratando de censurar los temas de los libros que estaba publicando. Así, o bajaba la cabeza o me lanzaba a construir mi proyecto de vida. El resultado ya lo conocen nuestros lectores.Uno de los hits editoriales de Ícono fue el polémico libro El clan de Los Doce Apóstoles, de la periodista Olga Behar. ¿Qué pensó después de leer el manuscrito de ese trabajo? ¿Cuál fue el proceso editorial de ese libro?Decidí publicar este libro antes de que existiera un manuscrito. Olga me contactó a través de una amiga en común para contarme que tenía el proyecto de escribir un libro basado en el testimonio directo del mayor Juan Carlos Meneses de la Policía Nacional y su relación con el hermano menor del entonces presidente Álvaro Uribe Vélez. Según sus denuncias, Santiago Uribe Vélez era uno de los fundadores de la banda criminal y paramilitar autodenominada Los Doce Apóstoles que hacía de las suyas en Yarumal, Antioquia, y sus alrededores. Como el libro involucraba a unos personajes tan influyentes, tuvimos que hacerlo mediante comunicaciones secretas y mantenerlo escondido hasta cuando ya estuvo impreso y pudimos distribuirlo en todas librerías. De hecho, hubo reacciones en contra y la periodista autora fue citada a la Fiscalía porque Don Santiago la acusó de injuria y calumnia. Tuvimos que esperar varios años para comprobar que el libro decía la verdad y hoy podemos ver al señor Uribe investigado y acusado tras las rejas.Después de estos años de labor editorial, ¿cuáles son, en su opinión, los aportes que un editor le puede hacer a la agenda de discusión pública?En la medida en que haya lectores, habrá esperanza en que eso sea posible. Con ese tipo de publicaciones ofrecemos más elementos para construir las verdades. Sin embargo, la misión es más amplia porque no solo son libros políticos. Tenemos poesía, ensayo, cuento, novela, libros infantiles, de fotografía, de arte… y todo eso va más allá de una agenda inmediatista. Apunta más a contribuir con el desarrollo de mejores seres humanos en general.¿Cuáles han sido las estrategias para competir editorialmente por la atención del lector?En cuanto a los libros de no ficción, se trata de contar “lo incontable”, pero sin descuidar la excelencia en el tratamiento del lenguaje y del diseño editorial. Así, las historias deben ser amenas, bien narradas y basadas en investigaciones serias.En cuanto a los libros de ficción, no queremos dejar morir la poesía y dar la oportunidad a muchos escritores que no encuentran salida en otras editoriales a las que solo les interesa un rápido retorno de la inversión. Por política de la editorial, nosotros no descatalogamos nunca un título, siempre y cuando el autor nos lo permita. Muchos años después de publicado el libro, seguiremos apreciándolo y lo mantendremos vivo en nuestra oferta, aunque las librerías ya lo hayan devuelto. ¿Cuántas editoriales grandes pueden prometerle eso a sus autores? Creo que ninguna. Si ese concepto del libro y ese respeto por los autores se convierten en una estrategia, bienvenida sea.¿Qué debe tener un manuscrito para que usted decida publicarlo?Eso es muy relativo porque no existen fórmulas mágicas en este oficio. Cada libro trae una historia con él y su recorrido es diferente dentro de la editorial.¿Cuáles son las apuestas futuras de Ícono?Presentamos en octubre una novela de Olga Behar, Más fuerte que el Holocausto, y lanzamos a comienzos de diciembre un libro de gran actualidad: El triunfo del No, la paradoja emocional detrás del plebiscito, de Andrei Gómez-Suárez. Para el año que viene tenemos Las dudas de Dios, una recopilación y revisión de ensayos de la Teología de la Liberación; además, un libro de reportajes a escritores y músicos de la periodista María Paulina Ortiz; otro de Noam Chomsky e Ilan Pappe, Conversaciones sobre Palestina… Otro de poesía, otro de fotografías… Uno de ensayos… Varias novelas… Y un gran proyecto de libros ilustrados, novedosos.*Lea las otras entrevistas de nuestra serie sobre editores:Gabriel Iriarte, de Penguin Random HouseFelipe González, de Laguna LibrosLucía Donadío, de Sílaba