Desde la ACLIJ, ustedes enviaron una carta a la Cámara Colombiana del Libro en la que sostienen que se ha presentado una distorsión en el sentido y en los objetivos de la FILBO. ¿Cuál es la razón de esta distorsión en la FILBO? Nosotros venimos hablando sobre el tema desde mucho antes de la última feria. Estamos muy preocupados porque este evento, cuya actividad principal son los libros, se ha dedicado a ofrecer al público tal cantidad de otros productos que, creemos, lo distraen de ese objetivo central. Se ofrecen también muchas actividades que no tienen mucho que ver con el libro y con la lectura, que convierten a la feria en una especie de feria de diversiones. Nosotros expresamos esto en el documento que nosotros enviamos y que ustedes tienen (publicado abajo). Esta discusión la ha hecho la ACLIJ en compañía de muchos de los expositores y de otras instituciones que también participan en la Feria del Libro, sobre todo instituciones que trabajan con el tema del libro pero también con el libro y los niños. ¿Consideran que existe un conflicto entre los objetivos culturales de la FILBO y los intereses comerciales que CORFERIAS Y la Cámara Colombiana del Libro tienen con este evento? Nosotros no tenemos problemas con los intereses comerciales. Una feria del libro es para vender libros, así como una feria del hogar es para vender productos del hogar. Lo que nosotros vemos es que allí hay otros intereses comerciales no necesariamente asociados con el libro que sí interfieren. O sea, a nosotros no nos parece que el fin comercial sea negativo, al contrario, es muy bueno que se vendan libros, que el libro se comercialice, ojalá se vendieran muchos más. Lo que pasa es que la oferta de otras cosas que no son libros interfiere con la venta de libros. Considerando esta excesiva comercialización de la feria y la presencia de gran cantidad de productos que poco tienen que ver con el libro, ¿es posible decir que las ediciones anteriores de la FILBO han fracasado en cuanto sus objetivos culturales? ¿O qué análisis hacen del impacto de la FILBO en la promoción del libro y la lectura? Creemos que la FILBO tiene una función muy importante y un impacto muy importante... pero se distrae con otras cosas y va perdiendo identidad y su razón de ser: promover el libro y la cultura del libro. O sea, las dos cosas: promover el libro como objeto y como mercancía, por supuesto, pero también promover la cultura del libro, que es hacer que la gente salga de allí con un mayor interés sobre el libro y la lectura y que después quiera también visitar librerías, o visitar bibliotecas. La Feria pierde mucho y deja mucho que desear cuando hay otras tantas cosas que interfieren y que distraen, sobre todo cuando se trata de un público que no necesariamente es conocedor de los libros o asiduo a las librerías o las bibliotecas, porque este termina encontrando allí lo que encuentra en cualquier otra parte, en cualquier parque de diversiones. Le puede interesar: Y qué si la FILBo es un parque de diversiones Plantean una serie de propuestas o estrategias para que la Feria del Libro se encamine hacia sus objetivos. ¿Qué proponen? En primer lugar, y nos gustaría que esto quede muy claro, nosotros queremos apoyar a la Feria del Libro. Planteamos algo propositivo, pues creemos que la Cámara Colombiana del Libro, por naturaleza y por derecho propio, es quien tiene el liderazgo sobre el tema del libro. Entonces queremos apoyar a la Cámara para que pueda ejercer bien ese liderazgo en beneficio de una gran feria. Proponemos entonces que haya una curaduría en la venta de los espacios, para que sean solamente los libros y las cosas directamente asociadas al libro los que participen de la FILBO. Justamente en el documento la ACLIJ se ofrece para realizar esta curaduría o proceso de acompañamiento a la Cámara Colombiana del Libro en la organización de la FILBO. ¿Cómo sería entonces una feria del libro ideal para la ACLIJ? Una feria del libro como todas las ferias del libro en el mundo. Pensemos que la FILBO tiene tres funciones fundamentales: la primera es comercializar los libros, obviamente, es una feria comercial; la segunda, ser un espacio de encuentro para todos los profesionales y los amantes del libro y la lectura; y la tercera, ser también un espacio de formación y, en ese sentido, todos los eventos que se realizan son fundamentales. Esos son los tres puntos que hay que fortalecer en la feria. ¿Pero es necesario que se restrinja el acceso a todos los sectores no asociados al libro para fortalecer la FILBO? No, si están relacionados con el libro y los objetivos de la FILBO, obviamente deben estar. Es el caso de la Secretaría de Educación o Idartes que, aunque no necesariamente venden libros, son entidades vinculadas con el fomento y la promoción de la lectura. Nosotros pedimos que no se llene la Feria y sus pabellones de actividades que nada tienen que ver con esta, y que lo que generan es ruido y una sobrepoblación que resulta peligrosa para los visitantes. Vemos con enorme preocupación que uno de los argumentos de la Cámara y Corferias es que la Feria tiene mucha mayor afluencia que otras ferias. Ese acceso tan desmedido de público nosotros lo vemos con temor. Hay momento en que la gente no se puede mover, algo peligroso para la seguridad de todos, especialmente de los niños. Ya que menciona la visita de niños y jóvenes a la FILBO, proponen un cambio en la forma en la que estos, a través de los colegios, se vinculan a ella. ¿Qué proponen? Nosotros planteamos que, muchas veces, las visitas de los colegios no están lo suficientemente preparadas. Los niños no saben bien a qué van, no conocen -por ejemplo- la literatura ni los autores de los países invitados. No hay un trabajo preparatorio en los colegios para que lo niños y, especialmente los profesores, sepan un poco de qué se trata la feria. Se requiere un trabajo preparatorio más serio y más largo antes de la feria. En este momento ya se debería estar empezando a trabajar sobre el país invitado de honor del año entrante. Pensamos que, en los colegios y también en las bibliotecas, como ellas mismas se han ofrecido, se deben ofrecer actividades que sirvan de preparación para la feria. Le puede interesar: 12 escritores nórdicos para leer y prepararse para la FILBo 2020 Para terminar, si bien este documento se encuentra dirigido a la Cámara Colombiana del Libro, el tema que interesa al público lector que encuentra en la FILBO un importante espacio cultural pero también al público en general que visita la feria durante los días en que esta se realiza. En esa medida, ¿qué mensaje envía la ACLIJ sobre el papel que tiene la Feria del Libro de Bogotá como evento para Bogotá y el país? Para Bogotá y para el país, la FILBO es una institución, es el evento cultural más importante que tenemos. Es un evento que se suma a todos los esfuerzos que hacen las ciudades y que -en primer lugar- hace Bogotá, pero que también hace el país para fomentar el libro y promover la lectura. Precisamente por eso las actividades que se desarrollen en esta deben estar destinadas a enriquecer estos objetivos. Nosotros no queremos hacer una crítica destructiva, lo que deseamos es proponer cosas frente a una discusión que se viene dando desde varios sectores. ARCADIA publica la carta entera NO ES ELITISTA OFRECER LIBROS, EN CAMBIO SÍ LO ES PENSAR QUE OTROS NO SABRÁN APRECIARLOS SI NO SE LOS DISFRAZA La Asociación Colombiana de Literatura Infantil y Juvenil, ACLIJ, convocó a una reunión ampliada a sectores interesados en la FILBO y en su oferta cultural, específicamente, a profesionales de la promoción de la lectura para niños y jóvenes, con el objeto de hacer un análisis sobre este evento y sobre su impacto en la cultura del libro y la lectura. La idea surgió de la preocupación de muchos actores del campo del libro para niños y jóvenes, así como del de la promoción de la lectura, acerca de que la Feria ha venido perdiendo su esencia de ser el espacio más importante que se realiza en el país en el campo del libro y la lectura. Los participantes en la reunión consideran que la FILBO es el foro cultural nacional más notable, pues reúne a los más importantes creadores del libro y la literatura del país, y tiene proyecciones internacionales. Es, por lo tanto, un espacio cultural que debe cumplir una triple función a cabalidad: 1) presentar, la oferta editorial más grande del país y propiciar, para todo el sector editorial, en igualdad de condiciones, su venta a un público —que por lo general no asiste a las librerías—; 2) ser espacio de intercambio para los profesionales del libro y la lectura; 3) constituirse en foro cultural principalmente orientado al fomento de la cultura del libro, la literatura y la lectura. Sin embargo, parece ser que todo lo anterior no se cumple a cabalidad debido a decisiones que comprometen el sentido cultural de la Feria y aún la misma comercialización de los libros. Pensamos que la oferta desbordada de otros materiales que no son libro, no sólo desorienta a los visitantes sino que disminuye los resultados del sector editorial, especialmente los de los expositores medianos y pequeños. La presencia de empresas que promueven el consumo de productos no libro dirigidos al niño, en muchos casos de dudoso valor, no es exactamente lo que una feria dedicada a los libros y a la cultura debe fomentar. Es necesario, curar la oferta con sentido. Que no se rinda ante intereses comerciales de otra índole que interfieren y opacan los esfuerzos de la Cámara Colombiana del Libro, las editoriales, los libreros, los bibliotecarios, creadores y demás integrantes del gremio. Lo anterior va unido a la comercialización de los espacios, que si bien, constituyen ingresos considerables para la Cámara y para Corferias, distorsionan el sentido de la Feria al no tener en cuenta la curaduría. Además, se deteriora la calidad del espacio al disminuir los pasillos y corredores tanto al interior como al exterior de los pabellones. Lo cual, no sólo no permite a los visitantes hacer recorridos de acuerdo con sus intereses, sino que pone en peligro su seguridad. Uno de los argumentos por parte de Corferias es que con lo anterior las entradas han crecido de manera importante. Sin embargo, consideramos que este hecho no necesariamente es positivo. ¿Qué se le ofrece a este público? La mayoría de los que ingresan llegan atraídos por una oferta mucho más ruidosa y publicitada de otros objetos, lo cual impide a este público interesarse por los libros y, por otra parte, hay momentos en los que el número de personas que ingresa supera el aforo o la capacidad del recinto, sobre lo cual habría que tomar medidas urgentes. Otro tema que es preciso resolver es el de las promociones que ofrecen las grandes editoriales puesto que, por una parte, distorsionan el valor real de los libros, y por otra, afectan a pequeños y medianos editores que no realizan estas prácticas y a las librerías que aparecen frente al público como especuladoras. Buena parte del público comprador se abstiene de hacerlo en librerías si sabe que en la Feria va a obtener el mismo libro por la mitad o la cuarta parte de su PVP que, además, es el el editor quien lo fija como precio de tapa cuando publica su libro. En cuanto a la programación, ésta es caótica y excesiva. Las fuentes de consulta no son claras y tampoco lo es la señalización. La Feria no cuenta con personal que oriente, salvo las personas que lo hacen en las entradas de los pabellones con un computador, lo cual es insuficiente para la dimensión del evento y para prestar un servicio a un público desorientado. Se requiriría guías y brigadistas al exterior de los pabellones. La razón por la cual las entidades del Estado contribuyen a la Feria con dineros públicos es porque se trata de un espacio promotor de la cultura del libro dirigido a todos los públicos y no solamente a los iniciados en esta cultura. Por esta razón este público no iniciado merece una atención más cuidadosa y calificada —en especial la que se dirige a los niños y sus familias— y una oferta verdaderamente cultural la cual se manifiesta tanto en los libros como en los eventos. Por todo lo anterior hacemos un llamado a la Cámara del Libro para que adelante acciones que posicionen, fortalezcan y redirijan el sentido de la Feria del Libro de Bogotá. Pensamos que es la Cámara, por su naturaleza y fines, la única que puede imprimirle este sentido de gran foro cultural nacional y para ello debe asumir el liderazgo que le corresponde. Además de lo anterior, proponemos en concreto: Limitar y restringir la venta de espacios a la gente que no es parte de la industria del libro y no comercializar los corredores. Hacer una mayor curaduría a la programación cultural. ACLIJ se propone para asesorar esta programación, por lo menos en lo que respecta a la LIJ. Igualmente hacer una mejor presentación de la programación, tanto la impresa como la que se ofrece en la página web, de manera que los diferentes públicos puedan programar su asistencia más fácilmente. La Feria tiene que verse como aliada de la labor de las escuelas y las bibliotecas y para ello es preciso adelantar acciones que permitan una participación de los colegios con mayor sentido. Las bibliotecas públicas se ofrecen para contribuir en esta preparación previa a la Feria, pero para ello es necesario que conozcan de antemano las novedades, los autores que se invitarán. Sería de gran ayuda una programación preliminar que se distribuya en diversos espacios como escuelas y bibliotecas y que debe salir al menos con dos meses de anticipación, de tal manera que los colegios estén preparados para las visitas de los autores y para los talleres que éstos ofrecen en la Feria. Crear con anticipación una agenda de estudio de la literatura del país invitado y de los libros que el gremio tiene de su literatura para que los colegios tengan una participación orientada y provechosa. Esto para que las visitas no sean un “paseo a la Filbo” sino que tengan un sentido y una intención. Se propone que se sugiera al país invitado de honor centrar su actuación alrededor de los libros, su historia, los autores, los procesos de creación involucrados y las particularidades que la creación del libro tiene en ese país. Se propone diseñar rutas para las visitas de las familias y de los niños, de tal manera que puedan apreciar mejor los libros y tener un acercamiento de calidad a actividades relacionadas con el libro y la lectura. Diseñar al menos tres tipos de recorridos culturales por la Filbo para tres tipos de públicos diferentes. Programar nuevamente las jornadas profesionales —en las que la Feria debe estar cerrada al público— para que editores, libreros y bibliotecarios y demás profesionales del libro puedan hacer compras, negocios y se concentre en estos días la programación de eventos profesionales, como ocurre en las ferias del libro de otros países y como ocurría antes en ésta. El ejemplo de la Feria de Guadalajara en este sentido es notable. Se propone hacer visible el salón para autores, ubicarlo en un sitio estratégico. Este salón podría ser propicio para establecer un programa de conversaciones sobre libros no necesariamente novedades y dar lugar a que grupos de autores y otros profesionales del libro puedan realizar conversaciones espontáneas. La conversación es tal vez el mejor mecanismo para promover el libro y la lectura. Continuar ampliando y promocionando los esfuerzos de Filbo en la ciudad, en librerías y bibliotecas. Pero también realizar eventos previos a la Feria concertando con las bibliotecas, librerías, editoriales, asociaciones y demás organizaciones relacionadas con la promoción del libro y la lectura, para diseñar un programa conjunto de "Expectativa hacia la FILBO", que incluya la participación de autores, ilustradores, promotores de lectura y bibliotecarios con cubrimiento en toda la ciudad. Hacer alianzas entre los diferentes sectores del gremio para diseñar mecanismos que alienten al público a visitar las librerías con posterioridad a la feria: reemplazar saldos, remates y promociones por dichos mecanismos. Es importante que la Feria no se constituya en una competencia frente a las librerías, puesto que éstas son aliadas naturales de las editoriales durante el resto del año. Se discute la necesidad de revisar las cifras de venta por parte de las editoriales, o al menos, el porcentaje de aumento o disminución de ventas con respecto a años anteriores, para verificar si el crecimiento del público va asociado al crecimiento de las ventas de libros. Y si estos aumentos son relativamente similares para todos el sector en términos de porcentajes. Consultar los resultados de las encuestas realizadas por el Observatorio de Cultura de la ciudad con respecto a la percepción de la feria y alentar para que estas investigaciones se sigan haciendo. Es preciso revisar con prioridad el tema del aforo, pues la Feria necesita mostrar que es un espacio seguro para todos y con especialidad para los niños. El ruido excesivo, especialmente al interior del pabellón infantil y juvenil también debe revisarse. Obstaculiza la comunicación de los expositores con su público y genera un ambiente que fatiga tanto al público como a los expositores. Este ruido es producido por diversas fuentes: el sonido ambiental y las múltiples actividades que realizan en forma simultánea dentro del pabellón especialmente los expositores que no son editoriales. Con el agravante que la mayoría de las familias entra a este pabellón “buscando a donde llevar el niño a una actividad” y que, de acuerdo con Corferias, “cada quien puede hacer lo que quiera en su stand”. Uno de los puntos a resolver es la presencia de instituciones como el ejército al interior del pabellón infantil y juvenil. Las actividades que realizan no sólo son de un proselitismo inaceptable sino que en ocasiones son de mal gusto. La Feria merece que la siguiente comience a trabajarse desde el último día en que finaliza la anterior con un equipo idóneo para cada frente. Suscriben este documento: Alejandra Algorta, autora Beatriz Helena Robledo, escritora Celso Román, autor Clarisa Ruiz, autora Enrique Gómez, La Hora del Cuento Felipe González, Laguna Libros Gabrilea Roca Barrenechea José Fernando Cortés J., FCE Juan Pablo Mojica, Cataplum Juliana Muñoz Toro, autora Lucía Donadío, Sílaba Editores Luisa Uribe, ilustradora María Osorio, Babel Libros María Fernanda Paz-Castillo, Cataplum Misael Blanco, Intermedio Editores Pedro Lemus, Laguna Libros Pablo Guerra, Cohete Cómics Rafael Yockteng, ilustrador Salomé Cohen, Laguna Libros Santiago Guevara, ilustrador Sindy Infante Saavedra, ilustradora Silvia Castrillón, ACLIJ Ximena Godoy, Loqueleo Sandra Yulieth Hernández, Escuela de Formación Liber-Arte