Quizá el premio más esperado, que tanto eco hace en Colombia (pues Gabriel García Márquez lo ganó en 1982), y en el mundo por el peso de las letras y su mayor importancia en un mundo de hiperconexión y noticias falsas, fue recién anunciado. La Academia Sueca premió a la poeta Louise Glück, que gana el premio Nobel de literatura 2020 y una bolsa de 1.1 millones de dólares.

La poeta estadounidense de 77 años corona así su obra, que comenzó en los años 60. Fue premiada por su “inconfundible voz poética, que, con una belleza austera, torna la existencia individual universal”, dijo la institución.

La BBC destaca a Glück como “una de las poetas más destacadas de la literatura contemporánea estadounidense”, una que “desde su debut en 1968 con Firstborn, ha publicado doce colecciones de poesía y algunos ensayos sobre el género”. El medio también resalta que la nacida en Nueva York, en 1943, también es profesora de inglés en la Universidad de Yale, en Connecticut y ha recibido varios reconocimientos de prestigio, entre ellos el Premio Pulitzer (1993) y el Premio Nacional del Libro (2014).

La infancia y la vida en familia, la estrecha relación entre los padres y los hermanos y hermanas, son algunos de los temas en los que ha centrado su obra.

Averno (2006) es su poemario magistral, una interpretación visionaria del mito del descenso a los infiernos de Perséfone, cautiva de Hades, dios de la Muerte. Otra de sus obras destacadas es su última recopilación, Noche fiel y virtuosa.

Gluck es la mujer número 16 en llevarse el premio, junto con: Selma Lagerlof, 1909; Grazia Deledda, 1926; Sigrid Undset, 1928; Pearl Buck, 1938; Gabriela Mistral, 1945; Nelly Sachs, 1966; Nadine Gordimer, 1991; Toni Morrison, 1993; Wislawa Szymborska, 1996; Elfriede Jelinek, 2004; Doris Lessing, 2007; Herta Muller, 2009; Alice Munro, 2013; Svetlana Alexievich, 2015 y Olga Tokarczuk, 2018. El reconocimiento ha sido otorgado a una mujer en el 13 por ciento de las ocasiones.

Louise Gluck en los National Book Awards de 2014. | Foto: 2014 Getty Images

Un poema de Gluck

El espino

Al lado tuyo, pero no

de tu mano: así te miro

andar por el jardín

de verano: las cosas

que no pueden moverse

aprenden a mirar. No necesito

perseguirte a través

del jardín; en cualquier parte

los humanos dejan

señal de lo que sienten, flores

esparcidas en el polvo del camino, todas

blancas y doradas, algunas

levemente alzadas

por el viento de la tarde. No necesito

seguirte adonde estás ahora,

hundido en la ponzoña de este campo, para

saber la causa de tu huida, de tu humana

pasión, de tu rabia: ¿por qué otra cosa

dejarías caer todo aquello

que has acumulado?

*Noticia en desarrollo