Para quienes estén interesados en acceder al universo de la literatura japonesa, creo que la novela El minero es una de las mejores opciones, al menos una distinta a la tan trillada y a mi parecer sobrevalorada de Haruki Murakami y su repetitivo y edulcorado mundo.La escribió Natsume Sõseki, el último gran maestro japonés (tuvo discípulos que lo seguían y una escuela que dirigía), nacido en Edo, la actual Tokio, en 1867. Esta novela, que representa el giro que dio en una carrera muy corta, de apenas diez años (moriría con 49), nos muestra la recta final de una obra que empezaría a ser conocida con títulos como Soy un gato o Botchan, de corte más ligero y divertido, y que a partir de El minero desembocaría en aguas de más profundo calado como La puerta o Luz y oscuridad, todas publicadas en la editorial Impedimenta, con unas muy buenas traducciones de los originales japoneses.

Cuenta la historia de un muchacho de 19 años, quien harto de su vida acomodada en Tokio decide irse a las montañas a enterrar su vida dentro de una mina, en la que verdaderamente no podrá hacer mucho. “La estupidez de la juventud se compensa con su pureza”.Como en muchos de los libros de Sõseki, la historia no es importante, sino su trasunto: ¿de qué están hechos los sueños de los humanos? ¿Son necesarias las ilusiones que nos creemos para seguir con vida? ¿No es todo como el argumento de una novela, más o menos mala? ¿No es siempre mejor la inquietud que el sosiego? Respuestas que se pierden dentro de la historia pero que resuenan con este pensamiento del protagonista: “Solo después de examinar a fondo mi estado mental, llegué a la conclusión de que el único propósito de mi interminable caminar era alcanzar la oscuridad”.*Escritor.