No tires las cartas de amor Ellas no te abandonarán.El tiempo pasará, se borrará el deseo—esta flecha de sombra—y los sensuales rostros, bellos e inteligentes,se ocultarán en ti, al fondo de un espejo.Caerán los años. Te cansarán los libros.Descenderás aún máse, incluso, perderás la poesía.El ruido de ciudad en los cristalesacabará por ser tu única música,y las cartas de amor que habrás guardadoserán tu última literatura. El poeta catalán Joan Margarit gana el Premio Cervantes 2019 Saturno Destrozaste mis libros de poemas.Los lanzaste después por la ventana.Las páginas, extrañas mariposas,planeaban encima de la gente.No sé si ahora nos entenderíamos,viejos, exhaustos y decepcionados.Seguramente no. Mejor dejarlo así.Querías devorarme. Yo, matarte.Yo, el hijo que tuviste en plena guerra. Avanzar dentro de un cuento Sobre el bosque en silencio cae la nieve,la gruesa manta que no da calora la harapienta multitud de robles.Bien abrigado, lo atravieso andando:donde había camino está cubiertoy no queda más rastro que mis pasos.Hallo un nido caído, un nido grandecomo la cuna de una niña muerta.Para volver atrás ahora necesitomis propias huellas, pero cae la nievey va borrándolas con su silencio.Hay un golpe de viento, un remolino,y el nido que atraviesa dando tumbosun tiempo mudo y frío y sin caminos. Un pobre instante La muerte no es más que esto: el dormitorio,la luminosa tarde en la ventana,y este radiocasete en la mesitatan apagado como tu corazóncon todas tus canciones cantadas para siempre.Tu último suspiro sigue dentro de mítodavía en suspenso: no dejo que termine.¿Sabes cual es, Joana, el próximo concierto?¿Oyes como en el patio de la escuelaestán jugando los niños?¿Sabes, al acabar la tarde,cómo serà esta noche,noche de primavera? Vendrá gente.La casa encenderá todas sus luces. Tres poemas de Ida Vitale, ganadora del Premio Cervantes 2018 El oráculo Eres tú cuando niño, con un cazo.En el pequeño matadero, aguardasa que te vendan sangre.Hay, sobre el suelo de cemento, un bancocon las cabras tendidas en hilera,balando, atadas y ofrecido el cuello.Bajo una de ellas has dejado el cazo.Es negra y suave. Con parsimonia, un hombrearmado de un punzón, la ha degollado.Como ocurría en Delfos, el mensajedel chorro rojo golpeando el cazocon el mismo sonido que ahora escuchas,fue difícil y oscuro, y has tardadocuarenta años en interpretarlo.Lo haces ahora, mientras meas sangre. Poesía Tampoco, como Sísifo, yo conozco mi roca.La subo a lo más alto. Pero cae hasta abajo.Vuelvo a buscarla, es pesada y áspera.Aun así la caliento entre mis brazosmientras vuelvo a subirla a lo más alto.Es una extraña infelicidad.Pienso que, todavía más cruel,es no haber encontrado roca algunapara subirla así, inútilmente.Subirla por amor. A lo más alto. Siete poemas del ‘Concierto animal‘, de Blanca Varela