Sin llaves y a oscurasFabián Casas (Buenos Aires, Argentina, 1965)Era uno de esos días en que todo sale bien. Había limpiado la casa y escrito dos o tres poemas que me gustaban. No pedía más.Entonces salí al pasillo para tirar la basura y detrás de mí, por una correntada, la puerta se cerró. Quedé sin llaves y a oscuras sintiendo las voces de mis vecinos a través de sus puertas. Es transitorio, me dije; pero así también podría ser la muerte: un pasillo oscuro, una puerta cerrada con la llave adentro la basura en la mano.Fragmento de Epitafio para Nueva YorkAdonis (Al Qassabin, Siria, 1930)Aquí,en la cara musgosa de la roca del mundo,no me han visto más que un negro al que iban a mataro un pájaro que iba a morir.Pensé:Toda planta que habita un tiesto rojomuda su naturaleza,mientras yo me alejo del umbral.Y leí:Que las ratas en Beirut y en otras partesse pasean burlonas por la seda de la Casa Blanca,se arman con el papel de los documentos,roen la humanidad.Que los cerdos que aún quedan en el huerto del alfabetohollan la poesía.NarcisoLeonard Cohen (Montreal, Canadá, 1934)No conoces a nadie Conoces algunas calles colinas, verjas, restaurantes Las camareras han cambiadoNo me conoces Yo estoy feliz con el otoño las hojas las faldas rojas todo en movimientoPasé junto a ti en una pared de mármol algún nuevo banco Sangrabas por la boca Ni siquiera sabías en qué estación estábamosKyrieTomas Tranströmer (Estocolmo, Suecia, 1931– Estocolmo, Suecia, 2015)A veces, mi vida abría los ojos en la oscuridad. Una sensación como de multitudes ciegas e inquietas, que pasan por las calles camino de un milagro, mientras yo, invisible, permanecía inmóvil. Como el niño que se duerme con miedo escuchando los pasos pesados del corazón. Largo tiempo, hasta que la mañana pone sus rayos en la cerradura y se abren las puertas de la oscuridad.El guardián en el hielo José Watanabe (Laredo, Perú, 1945 – Lima, Perú, 2007)Y coincidimos en el terral el heladero con su carretilla averiada y yo que corría tras los pájaros huidos del fuego de la zafra. También coincidió el sol. En esa situación cómo negarse a un favor llano: el heladero me pidió cuidar su efímero hielo. Oh cuidar lo fugaz bajo el sol... El hielo empezó a derretirse bajo mi sombra, tan desesperada como inútil. Diluyéndose dibujaba seres esbeltos y primordiales que sólo un instante tenían firmeza de cristal de cuarzo y enseguida eran formas puras como de montaña o planeta que se devasta. No se puede amar lo que tan rápido fuga. Ama rápido, me dijo el sol. Y así aprendí, en su ardiente y perverso reino, a cumplir con la vida: yo soy el guardián del hielo.Aclimatación Ida Vitale (Montevideo, Uruguay, 1923)Primero te retraes, te agostas, pierdes alma en lo seco, en lo que no comprendes, intentas llegar al agua de la vida, alumbrar una membrana mínima, una hoja pequeña. No soñar flores. El aire te sofoca. Sientes la arena reinar en la mañana, morir lo verde, subir árido oro. Pero, aún sin ella saberlo, desde algún borde una voz compadece, te moja breve, dichosamente, como cuando rozas una rama de pino baja ya concluida la lluvia.Bailando en OdesaIlyá Kaminsky (Odesa, Ucrania, 1977)En una ciudad gobernada conjuntamente por palomas y cuervos, las palomas cubrían el distrito central y los cuervos el mercado. Un niño sordo contó los pájaros que había en el patio de su vecino, y obtuvo un número de cuatro dígitos. Marcó ese número en el teléfono y le declaró su amor a la voz del otro lado.Mi secreto: a la edad de cuatro años me quedé sordo. Cuando perdí el oído, empecé a ver voces. En un tranvía lleno de gente, un hombre con un solo brazo me dijo que mi vida estaría misteriosamente conectada a la historia de mi país. Y sin embargo mi país ha desaparecido; sus ciudadanos se dan cita en sueños para realizar elecciones. El hombre no describió sus caras, solo unos pocos nombres: Roldán, Aladino, Simbad.Los algebristasMichel Houellebecq (Saint-Pierre, Isla de la Reunión, 1958)Ellos flotaban en la noche cerca de un astro inocente,Observando el nacimiento del mundo,El desarrollo de las plantasY el impuro pulular de las bacterias;Ellos venían de muy lejos, tenían todo el tiempo por delante.Ellos en realidad no teníanNi idea sobre el porvenir,Veían como el tormento,La penuria y el deseoSe instalaban sobre la Tierra,Entre los seres vivos,Ellos conocían la guerra,Ellos cabalgaban el viento.Ellos se reunieron en la orilla del estanque,La neblina se levantaba y reanimaba el cielo.Recordad, amigos, las formas esenciales;Recordad al hombre. Recordadle largo tiempo.Los descalzosNelson Romero Guzmán (Ataco, Tolima, 1962)A mis pies les duele la tierra. Los descalzos se hieren, Pero doblan fácil la hierba Que les cae del cielo.Los descalzos tienen comezones De piedra, y ansían Caminar tranquilos sobre las aguas, Imitar el milagro calzados con piel de océano.Rompen la noche al andar. La piedra les sube a los labios Y no avanzan, dicen, maldicen la tierra Que los sangra.Ellos quisieron levitar Sobre la tierra que los quema.Cuando la desolación arrebató a su llorosa presaLewis Carroll (Daresbury, Reino Unido, 1832 – Guildford, Reino Unido, 1898)Cuando la desolación arrebató a su llorosa presadel desolado imperio del día sin esperanza;cuando toda la luz, arrojada por ilusión sin brillo,sólo sirvió para dar vida a la pútrida piedra;cuando los monarcas, menguando a la confusa visita, desmoronados se desvanecieron en la negra noche;cuando el crimen acechaba fuera con sedientos pasos,y destellaba en rojo la espada jamás saciada;En hora tal tu grandeza habría de verse-Es decir, si esa hora hubiera existido-En esa hora cantarán tus alabanzas, si no mi gente, muchos de lengua más valiosa; y te mirarán los hombres admirados¡cuando llegue esa hora, pero no hasta entonces!Encuentro inesperadoWislawa Szymborska (Kórnik, Polonia, 1923 – Cracovia, Polonia, 2012)Somos muy amables el uno con el otro,decimos que es bonito encontrarse después de tantos años.Nuestros tigres beben leche.Nuestros azores van a pie.Nuestros tiburones se ahogan en el agua.Nuestros lobos bostezan ante una jaula vacía.Nuestras víboras se han sacudido los relámpagos,los monos la inspiración, los pavos reales las plumas¡Cuánto hace que dejaron nuestro pelo los murciélagos!Callamos sin terminar la frase,sonriendo sin remedio.Nuestras personasno saben cómo hablarse.Duermo en el bosqueMary Oliver (Ohio, Estados Unidos, 1935)Pensé que la tierra me recordaba,me recibió de vuelta tan tiernamente,disponiendo sus faldas negras, sus bolsillosllenos de líquenes y semillas.Dormí como nunca antes, una piedra en el lecho del río,sin nada entre mí y el fuego blanco de las estrellasaparte de mis pensamientos, y flotaban ligeros como polillasentre las ramas de los árboles perfectos.De noche escuché los pequeños reinosrespirar a mí alrededor, los insectos,y los pájaros que trabajan en la oscuridad.Toda la noche subí y bajé, como agua,luchando con una luminosa condena. Por la mañanahabía desaparecido por lo menos una docena de vecesen algo mejor.