Stephen Randall tiene una perspectiva única sobre Colombia. El académico canadiense ha residido varias veces en el país, experimentando sus triunfos y tragedias. Frente a la estrella polar: Colombia y Estados Unidos desde 1974 es el resultado de décadas de trabajo y afecto por el país. Escogió 1974 porque representa un punto de quiebre para ambos países. Ese año termina el Frente Nacional en Colombia y en Estados Unidos es el momento en que inicia un cambio de política exterior a raíz de la guerra de Vietnam. Además, Randall conoce bien cómo se vivió en el país porque residía en Bogotá.El libro no es solo un recuento de las relaciones diplomáticas y sus respectivas políticas, sino una meditación sobre las relaciones sociales y culturales que se han dado entre los dos pueblos, desde tensiones hasta alianzas. Cuenta, por ejemplo, que Uribe y Bush se consideraban buenos amigos, pero que “a pesar de ser canadiense, recuerdo bien un día en la década de 1960 cuando mis estudiantes en la Universidad Nacional me cubrieron con una lona en la parte trasera de un jeep para que pudiera salir de los predios durante una demostración en contra de una visita de Nelson Rockefeller”. Alto, entusiasta y amable, Randall habló con nosotros sobre su texto, sus predicciones sobre la administración de Donald Trump y sus esperanzas para el futuro de Colombia durante su visita a Bogotá. Concluye su viaje con una presentación en la Universidad del Rosario el 10 de marzo a las 11:00 a.m. ¿Cuándo empieza a trabajar con Colombia?Ya llevo unos cincuenta años trabajando con el país. La primera vez que vine fue a vivir, desde 1967 hasta más o menos 1973. Mi esposa en ese entonces tenía una beca del ICETEX para estudiar en el Instituto Caro y Cuervo. Yo estaba enseñando inglés en la Universidad Nacional y en el Centro Colombo Americano, además de trabajar en mi tesis de doctorado, sobre las relaciones entre Estados Unidos y Colombia. Ese fue mi primer libro. Luego hice otro, Aliados y distantes, que cubría las relaciones entre los dos países desde el siglo XVIII hasta los años 80. Hice una biografía de López Michelsen que salió en 2007, la misma semana que él murió. [Una risa] Bueno para el libro, malo para él.También me tocaron varias bombas. Estuve viviendo en Colombia durante la elección  de 1989 a 1990, que fue una época muy violenta. Hubo varios atentados, a pesar de que estuve durante un periodo relativamente breve. Aun así, debo decir que he tenido una relación muy buena con Colombia a lo largo de los años.Usted vivió muchos de los eventos que aparecen en el libro ¿cómo hacer un trabajo así sobre algo que conoció personalmente?Sí, la historia contemporánea es dura de escribir. También tiene sus ventajas, porque uno tiene una perspectiva personal. Hizo más fácil escribir desde el punto de vista colombiano, aunque digo eso con cautela porque no soy colombiano. Muchos de los trabajos históricos escritos por norteamericanos sobre las relaciones bilaterales tienen un sesgo hacia Estados Unidos. Mi libro es más que todo sobre la política colombiana y como eso influyó sobre la política exterior. Creo que sí afectó el haber estado aquí, más bien ese es mi sesgo, está claro que tiendo a ser pro-Colombia. Digo a menudo que apoyo al país pero no soy un apologista, creo que es una distinción importante. ¿Puede elaborar?Hubo momentos en los años 90 que era muy difícil defender el gobierno colombiano y también durante unos años del mandato de Uribe. Recuerdo que cuando estaba haciendo una entrevista para el libro con una ex Ministra del Exterior en el momento que se supo lo de los falsos positivos. Ella me dijo "¿Qué podemos hacer? No hay como disculparse. Es una realidad, debemos asumirla y continuar". ¿Qué fue lo que más lo sorprendió al hacer el libro?Creo que lo que más me sorprendió, y complació, fue ver cuánto énfasis pusieron los oficiales de Estados Unidos sobre los derechos humanos. La idea va un poco en contra de la noción popular sobre los esfuerzos de política exterior de ese país, que fue agresivamente imperial hacia Colombia y que no le importaban las personas. Hay mucho contraste entre lo que presentan los medios y lo que se ve en los datos históricos. En muchos aspectos lo que debemos entender es que la política doméstica de Colombia falló hasta más o menos Uribe. Por ejemplo el esfuerzo de Pastrana por establecer la zona de distensión fue una idea buena, un primer intento de negociar la paz. Pero las FARC básicamente lo sabotearon y la idea falló. Al final de los años de Samper el país estaba en un desorden, no hay duda. No tenían control sobre el campo, y a veces ni en las ciudades. Colombia está pasando al posconflicto, y en Estados Unidos hay un nuevo presidente. ¿Cómo cree que serán las relaciones a futuro?La respuesta es que la administración de Trump está cortando radicalmente los fondos del Departamento de Estado de EEUU. Para la ayuda extranjera es algo así como 37% menos. Entonces todos los programas, como asistencia para indígenas, para los desplazados, para las víctimas de la violencia, para la reinserción, van a encontrar un reto mucho más grande. Pero estos programas representan lo que quiere hacer el Departamento de Estado, no tengo nidea que quiere hacer Trump, o si él mismo sabe. El departamento se va a sentir muy frustrado porque quiere apoyar el proceso de paz y es difícil hacerlo sin fondos. Las políticas que siguen vigentes están muy orientadas hacia reformas socioeconómicas y reformas jurídicas. Solo podemos mantener la esperanza de que se mantengan. ¿Cómo cree que va a ser la presidencia de Trump?Esto tiene que ser conjetura porque nosotros no sabemos qué piensa sobre muchas cosas. Es impulsivo y toda su información viene de redes sociales o televisión, porque no lee. Creo que los temas en los que sí piensa Trump son la inmigración, cuestiones comerciales y terrorismo. En cuanto a América Latina, su enfoque en el momento es México, seguido de Cuba y Venezuela. En realidad no ha comentado sobre Colombia. Pero el Secretario de Estado, Rex Tillerson, dijo durante su audiencia de confirmación que iban a tener que revisar el nivel de apoyo por el proceso de paz. Parece que eso hacen, juzgando por lo de los fondos, y desafortunadamente no de manera muy positiva. Pero, cabe decir que su Secretario de Seguridad Nacional, John Kelly, fue la cabeza de SOUTHCOM (el grupo militar de EEUU responsable por el Caribe y el norte de América Latina, incluyendo Colombia). Kelly trabajó muy efectivamente con el país, entonces sí él tiene influencia con Trump es algo positivo. Ya que hablamos del Caribe, Cuba siempre fue un punto clave para las relaciones entre Colombia y Estados Unidos...Es muy interesante, porque Colombia mantuvo relaciones diplomáticas con Cuba por más tiempo, a veces las rompieron pero luego reanudaron. López Michelsen se llevaba muy bien con Fidel Castro, hay fotos de él y su esposa en una playa cubana con Castro. Fue la más cercana a nivel personal. Turbay rompió relaciones en 1980, por la toma de la embajada de la República Dominicana por parte del M-19. Hay sido una relación mixta, porque a pesar de que Cuba ayudó a las FARC y la insurgencia casi siempre había voluntad de trabajar juntos. Es una idea vieja, ¿no? Mantener a tus enemigos más cerca que a tus amigos. Pero desde 1989 Cuba no tiene dinero y perdió importancia. El problema se convirtió Venezuela, que empezó a darle asistencia a las FARC. En este momento está muy débil, con la caída de los precios de petróleo y no puede seguir como lo hacía antes. Pero Maduro siendo como es, y la política en Venezuela igual, no hay razón para creer que van a volverse más amistosos con Colombia a pesar de eso. Creo que va a pasar mucho tiempo antes de que mejore esa relación. ¿Va a hacer más libros sobre Colombia en el futuro?No, este me tomó mucho tiempo, creo que voy a descansar un rato. Más bien en algún momento me gustaría hacer otra edición de este texto, para extenderlo hasta el periodo de posconflicto y Trump, luego de ver como evoluciona.