Tomas Tranströmer, quien sufrió una hemiplejia en 1990 y desde entonces perdió prácticamente por completo la capacidad del habla, alternó su labor literaria con la sicología y la traducción. Aunque su obra es escasamente comentada en Colombia, para Luis Fernando Afanador, crítico de libros de Semana, Tranströmer “no era un poeta desconocido”. Su obra, uno de los más importantes referentes literarios en su país, ha sido traducida a más de 50 idiomas. Su galardón es sorpresivo por dos razones: la nacionalidad del escritor y su estilo literario. Por una parte, la última vez  que la academia sueca le entregó el  Nobel de Literatura a uno de sus compatriotas fue en 1974, hace 37 años, con un galardón doble entregado a los escritores Eyvind Johnson y Harry Martinson. Por otra, la última vez que el premio se le entregó a un poeta  fue en 1996, hace 15 años, con el reconocimiento que obtuvo la autora polaca Wislawa Szymborska. De acuerdo a Afanador, la obra de Tranströmer  es “musical y metafísica”. Se apoya en la visión de la naturaleza y aborda grandes preguntas: “la historia, la muerte, la memoria, la naturaleza, y el ser humano en medio de esas entidades”. Para el crítico el premio es también sorpresivo en tanto la poesía no suele estar nunca “en el centro del mundo literario”. Compartimos De marzo del ’79, Los cuatro temperamentos y Solsticio de invierno, tres poemas de Tomas Tranströmer publicados en la antología El cielo a medio hacer. (2010, Nórdica Libros, Traducción de  Roberto Mascaró).   DE MARZO DEL 79’ (1983) Cansado de todos los que llegan con palabras, palabras, pero no lenguaje parto hacia la isla cubierta de nieve. Lo salvaje no tiene palabras. ¡Las páginas no escritas se ensanchan en todas direcciones! Me encuentro con huellas de pezuñas de corzo en la nieve. Lenguaje, pero no palabras.   LOS CUATRO TEMPERAMENTOS (1958) Registrando, el ojo transforma los rayos solares en bastones policiales. Y de noche: la bulla de una fiesta en el piso de abajo sube como flores irreales a través del suelo. Salgo a la llanura. Oscuridad. El vagón parece no moverse. Un anti-pájaro graznaba a la ausencia de estrellas. Arriba el sol albino, lanzando oscuras marejadas. * Un hombre como un árbol erguido con hojas crujientes y un rayo en guardia vio al sol con hedor de bestia que buscaba entre alas crepitantes sobre la isla de acantilados del mundo, avanzando tras banderas de espuma por la noche y el día, con blancos pájaros lacustres y ruidosos en cubierta, y todos con pasaje hacia el Caos. * Basta con cerrar los ojos para oír claramente el pequeño domingo de las gaviotas sobre la comarca interminable [del mar. Una guitarra comienza a abotonar el arbusto y la nube avanza lentamente, como el trineo verde de la primavera tardía —con la luz amarrada que relincha— llega resbalando sobre el hielo. * Desperté con los tacones de la amiga golpeteando en el sueño y, afuera, dos montones de nieve, como olvidados guantes del invierno, mientras octavillas del sol se desplomaban sobre la ciudad. El camino nunca tiene fin. El horizonte se apura hacia adelante. Los pájaros sacuden el árbol. El polvo se marea en torno a las ruedas. ¡Todas las rodantes ruedas que contradicen la muerte!   SOLSTICIO DE INVIERNO (1996) Mi ropa irradia un resplandor azul. Solsticio de invierno. Tintineantes panderetas de hielo. Cierro los ojos. Hay un mundo sordo, hay una grieta por la que los muertostraspasan la frontera.