Desde 1969, sin dejar de sobrevivir en Paris como podía, viajaba a España en tren o en auto, y me aparecía en algunos lugares de Madrid en busca de sitios donde colaborar con mis reseñas. Uno de esos sitios fue la mítica Cuadernos para el diálogo, puntal de la democracia del último periodo del franquismo, donde me encontré con un hombre muy amable, Felix Santos, que me abrió las puertas de la revista. Allí publique unos cuantas reseñas sobre novelas hispanoamericana, entre ellas la primera que se hizo en España sobre Conversación en la catedral (“Conversación sobre la peruanidad”, Cuadernos para el diálogo Nº 78, marzo de 1970). Recuerdo que un día me presente en una editorial que resulto no ser Grijalbo, como creía, sino Anagrama. Fue el comienzo de una breve relación con Jorge Herralde de la que salió la idea de hacer por lo menos dos o tres libros de entrevistas, con Gabo, con Vargas Llosa, con Cortazar... Así que una tarde me armé de valor (siempre he sido muy tímido), y con el corazón palpitante llamé a Vargas Llosa. No pasó nada extraordinario en esa conversación hasta que, al despedirme, me preguntó cómo me llamaba. Cuando se lo dije, lanzó una exclamación... “¿Pero tu eres el autor de la reseña de Cuadernos? Me encantó... Pásate cuando quieras”. Me presenté en su casa poco después y hablamos sobre el proyectado libro... Allí, en un horrible piso de la vía Augusta, en medio de unos cuadros espantosos (la propietaria era pintora aficionada y les imponía a los inquilinos ese tributo), empezamos la entrevista una tarde pero, como la grabadora se incendió, nos pusimos a hablar, y se quedó fascinado con mis aventuras, el viaje de Bogotá a Paris y el enclaustramiento en el Paris Hilton, y sobre todo mi vida en un monasterio de San Cugat, donde me encargaba del cuidado de los conejos. Estaba tan fascinado que nos olvidamos del libro de entrevistas, y fue realmente él quien me entrevistó a mí. Pero al final, en la siguiente ocasión, pusimos manos a la obra en la entrevista acordada, que nos llevó unas cuatro sesiones y que es la parte más sustanciosa de un libro que incluye también un ensayo mío, sobre la novela hispanoamericana. El libro salió en Anagrama en 1972, con el título de El Buitre y el ave fénix, conversaciones con Mario Vargas Llosa. Fue el segundo libro que se escribió y publicó sobre Mario Vargas Llosa, y en España tuvo un cierto papel en la recepción del boom... Ricardo Cano Gaviria