Decía yo en esta columna que en Colombia tenemos la tendencia a volver jurídicos los problemas políticos, y viceversa. Olvidaba añadir que, además, tendemos a reducir todos los problemas, sean políticos o jurídicos, a disputas lexicográficas. Me lo recordaron, en severas reprimendas, dos co-lumnistas: Antonio Panesso Robledo en El Espectador y Rafael Nieto Loaiza en El Tiempo. Según Panesso, no se puede hablar de "detenidos desaparecidos" por las autoridades colombianas, aunque los halla a millares, por la potísima razón de que el verbo 'desaparecer' es intransitivo. Según Nieto, no se puede hablar de guerra en Colombia, aunque nos esté matando, ya que según el diccionario "la beligerancia es una calidad que se concede o da", y a las guerrillas no se la ha concedido ni dado nadie. Para Panesso y para Nieto, la realidad colombiana no existe porque no ha sido autorizada por la Real Academia de la Lengua Española.Aaaaaaahhhhaahh...Me apresuro a reconocer que esto que acabo de escribir no se puede escribir: el Diccionario de la Academia, en su vigésima edición, (1984), sólo registra 'a', o 'ah', o 'ha', en diversas acepciones. Ninguna de las cuales corresponde a lo que quiero expresar con ese heterodoxo 'aaaaahhhaahh...': irritación, fatiga, desconsuelo. No son sinónimos, ya lo sé, profesores Panesso y Nieto: pero mi 'aaaahhaahh...' es la suma de esas tres cosas. Y aunque no lo haya dispuesto así la Academia, uso los puntos suspensivos para representar gráficamente el resoplido nasal de exasperación resignada con que se prolonga y cierra la sucesión de aes y haches que expresa fatiga, irritación y desconsuelo. Digo aaaaahhhaahh... porque creía que Panesso, que niega las desapariciones, ya había desaparecido; y porque creía que Nieto, que no ve la guerra, no iba a volver a aparecer. Pero veo que, por el contrario, están los dos reaparecidos y beligerantes. Y diciendo cosas que serían inocuas si no fuera porque...(Un paréntesis: esta última frase, tan contradictoria, no es mía. La tomo prestada del doctor Nieto, que escribe en su columna que mi opinión sería inocua si no fuera porque tiene devastadoras consecuencias. El diccionario define lo inocuo (innocuo) como lo "que no hace daño". Pero si algo tiene consecuencias devastadoras ¿cómo va a ser inocuo? Y vuelvo a lo que venía diciendo antes de abrir el paréntesis)....serían inocuas si no fuera porque representan un estado de ánimo peligrosamente extendido entre los colombianos: la necesidad de negar la realidad cuando la realidad resulta incómoda. Y si la realidad insiste, peor para ella: se la aniquila con la ayuda del diccionario. Como si el diccionario _el cementerio, lo llamaba Cortázar_ reflejara la realidad.Si la reflejara, también yo podría, diccionario en mano, negar la existencia de los profesores Panesso y Nieto, filólogo paisa el uno y filólogo cachaco el otro. Porque la palabra 'paisa' no figura entre las aceptadas por el de la RAE (por lo menos en su vigésina edición). Para encontrar en él una definición del profesor Panesso habría que conformarse, por aproximación, con la expresión "ir de paisano", que se aplica a los militares o los eclesiásticos cuando no visten uniforme o hábito. Y para identificar al profesor Nieto habría que forzar las definiciones de 'cachaco' que ahí aparecen. ¿Español de buena posición económica que vive en ciertas partes de Puerto Rico? No. ¿Gomoso, lechuguino, petrimetre? Tampoco. Serviría, si acaso, la tercera acepción, que según el diccionario sólo se usa "en modo despectivo", y solo en el Perú: "policía, militar en general".Pero si yo hiciera eso, no por ello desaparecerían Panesso y Nieto. Al contrario, es probable que se mostraran todavía más irritados de lo que ya están. Porque la realidad es terca. Y, cuando se pretende negarla, tiende a exacerbarse.