Cuenta la leyenda que hace miles de años en la desembocadura del río Tíber se erigió una ciudad llamada Alba Longa, la primera urbe latina de la península itálica fundada por Ascanio, hijo del héroe troyano Eneas y nieto de la diosa Venus. Las peleas por el trono de Alba Longa llevaron a que el rey Amulio asesinara a su sobrino y encerrara a su sobrina en un templo. Sin embargo la doncella cautivó al dios Marte y de su unión nacieron dos gemelos: Rómulo y Remo. Cuando Amulio se enteró ordenó que arrojaran a los bebés al Tíber pero sus criados metieron a los niños en una cesta y el caudal del río se encargó de depositar la cesta en las laderas del Monte Palatino. Para evitar que sus hijos perecieran Marte envió a una loba para que amamantara a los niños y los cuidara hasta que llegara el tiempo de regresar con los humanos. Ya adultos, los hijos de Marte serían los fundadores de Roma y se les reconocería por su fuerza y valentía, virtudes heredadas de la loba que actuó como madre sustituta.Las fábulas de niños abandonados a su suerte que sobreviven gracias a los instintos maternales de animales salvajes han cautivado a la humanidad desde los tiempos del Imperio Romano y aún hoy estas historias siguen dando de qué hablar. Por el lado del cine Walt Disney Productions estrenó hace un par de semanas la segunda versión de El libro de la selva, el clásico de Rudyard Kipling que narra las peripecias de Mowgli, el ‘cachorro humano’ que es perseguido por el tigre Shere Khan y que es adoptado por una familia de lobos. El mercado editorial no se ha quedado atrás y el escritor Michael Newton acaba de publicar el libro Savage Girls and Wild Boys (Niñas feroces y niños salvajes), un recuento de los casos más impresionantes -tanto reales como ficticios- de menores de edad criados por lobos, osos, gorilas, perros y gacelas. Si bien los referentes de la mayoría de las personas se limitan a Mowgli y Tarzán, la obra de Newton recoge las historias reales de tres “niños ferales” que conmocionaron al mundo científico: el alemán Gaspar Hauser, Víctor, el niño de Aveyron, y las indias Amala y Kamala.Más allá del morbo, los niños ferales siempre han sido objeto de interés científico y los han utilizado como conejillos de indias para estudiar el desarrollo del lenguaje en los humanos, diferenciar los límites entre lo innato y lo adquirido y determinar las bases de la socialización primaria que permitan establecer relaciones entre lo salvaje y lo racional.
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