Agustín Codazzi, un municipio de 175 mil hectáreas ubicado a 45 minutos de Valledupar y que en la década de los 60 fue conocido como la ciudad blanca de Colombia por sus cultivos de algodón, es un pueblo caluroso de la región Caribe que no ha perdido un céntimo de sus raíces costeñas. Hacia las 6 de la mañana, cuando las campanas de la Parroquia Nuestra Señora de La Divina Pastora empiezan a resonar, la población despierta con el sobrevuelo de las aves, que salen disparadas de los frondosos palos de mango ubicados en los andenes en medio de una melodía caribeña embrujadora. Mientras las matronas, aún empijamadas y con rulos en sus cabezas, salen a los porches para barrer las hojas secas y ponerse al tanto de los últimos chismes con las vecinas, el comercio despierta con los cantos de los juglares vallenatos que fluyen a través de enormes parlantes que entorpecen las entradas de los negocios. Los restaurantes prenden los fogones para fritar las arepas de huevo, pastelitos y carimañolas, platos que siempre van acompañados con bollo limpio, yuca o ñame bañados en suero costeño. Entre tanto, en la plaza de mercado inicia el algarabío de la venta de pescados, carne, pollo y especies prohibidas como tortugas hicoteas e iguanas, que hacen parte de la dieta de sus habitantes. Te puede interesar: ESPECIAL | Cinco décadas de 'La Piragua'
El sonido de las campanas de la Parroquia Nuestra Señora de La Divina Pastora marca el inicio del día para los más de 50.000 habitantes de Codazzi. ©Jhon Barros Con los rayos del sol aún tímidos, las carretas de madera invaden las esquinas del casco urbano para exhibir frutas frescas, salpicones, fritos y chicha de maíz fría. Por su parte, los codacenses sacan sus mecedoras y hamacas para recibir la brisa mañanera, escuchar las noticias por la radio y reposar el desayuno. Por las calles de los 42 barrios del municipio pasean a diario pequeños mototaxis de tres ruedas con música vallenata de antaño a todo volumen en busca de pasajeros, cuyos rumbos son las oficinas del centro o los extensos cultivos de palma de aceite, café, maíz y yuca de la zona rural. Sin embargo, esa idiosincrasia costeña aún intacta contrasta con el conocimiento sobre la historia del municipio, que con el paso de los años ha ido borrándose de la memoria de los más de 50 mil habitantes y hoy solo habita en las reminiscencias de los más antiguos.
Bajo las copas de los árboles de mango, los habitantes de Codazzi se ponen al tanto del día a día y le hacen el quite a los crudos rayos del sol. ©Jhon Barros «Sé que el pueblo se llama así en honor a un cacique, un indio que tenía poderes mágicos y que le dio tierra a mucha gente. Nunca me he ido de acá, así que me considero codacense” Ismenia Bautista, habitante de Codazzi. Raíces olvidadas Son pocos los que recuerdan que el nombre y gentilicio de Codazzi se lo deben a Juan Bautista Agustín Codazzi Bertoloti, militar, cartógrafo y geógrafo italiano que falleció en este territorio el 7 de febrero de 1859, cuando adelantaba la Comisión Corográfica por las tierras del Caribe colombiano; una expedición que arrojó un sinfín de datos para elaborar el mapa del país que hoy todos conocen. Una de ellas es Ismenia Bautista Álvarez, una mujer de 80 años madre de seis hijos que llegó a Codazzi en 1970. “Sé que el pueblo se llama así en honor a un cacique, un indio que tenía poderes mágicos y que le dio tierra a mucha gente. Yo nací en Cunday, Tolima, pero me vine para acá a trabajar como mesera en un restaurante. Luego me fui para una finca donde estuve 14 años y hoy tengo una tienda donde vendo víveres. Nunca me he ido, así que me considero codacense”. Según Ismenia, quien asegura que todos sus hijos no fueron concebidos por su esposo, sino que son reencarnaciones de sus abuelas y parientes, nadie le ha desvirtuado su teoría sobre quién era Agustín Codazzi, célebre personaje que nació el 12 de julio de 1793 en Lugo (Italia). “No sabía que era de tan lejos y menos que era un importante científico. Pensé que era un indio poderoso. Mis hijos y nietos no me han dicho nada sobre eso. Solo sé lo que me han contado. Los jóvenes del pueblo tampoco lo conocen y no les interesa; ellos solo piensan en el pecado del acto sexual, por lo cual no tendrán vida eterna. Me encargo de decirles la importancia de conservar la inocencia, pero no me paran bolas”, dice esta mujer sentada en una mecedora bajo una ceiba.
Ismenia Bautista llegó a Codazzi hace 49 años. Asegura que los jóvenes no están interesados en aprender sobre la historia del pueblo. ©Jhon Barros «Creo que el pueblo se llama así porque es el municipio de más ambiente del Cesar. El nombre suena a fiesta. Acá hay una estatua de un señor que dicen que hizo mucho, pero realmente no sé quién fue» Jennifer Jiménez, joven de 24 años habitante de Codazzi Jennifer Jiménez, de 24 años, tampoco conoce la historia de Agustín Codazzi, quien en 1850 arrancó una expedición por las 36 provincias en las que estaba dividido el país para levantar un mapa corográfico. “Creo que el pueblo se llama así porque es el municipio de más ambiente del Cesar. El nombre suena a fiesta. Acá hay una estatua de un señor que dicen que hizo mucho por el municipio, pero realmente no sé quién fue”. Otros piensan que el militar italiano es el fundador del pueblo. Ese es el caso de Fanny Oñate, una guajira de 30 años que llegó al Cesar desde muy pequeña. “Codazzi fue nuestro fundador, por eso llevamos su apellido como un homenaje. Me he encargado de enseñarle a mis tres hijos esa parte de la historia”. “Yo sí sé quién fue Agustino Codazzi”, dice afirma Evelio Rivero, un codacense de 71 años. “Fue el descubridor de nuestro pueblo, algo que ignoran casi todos. Acá estamos perdiendo la cultura y parte de nuestra historia. Es importante que los niños y jóvenes la conozcan, que tengan presente quién fue nuestro fundador y sientan admiración por el que nos trajo el desarrollo”. Pero Fanny y Evelio desconocen que fue su fundador fue un capitán llamado Félix Arias, quien lo fundó en 1702 bajo la categoría de caserío y con el nombre de Espíritu Santo. Su elevación a municipio se dio en 1958, cuando el cura Leandro María de Algezáres logró segregar del territorio de Robles (hoy La Paz) y lo bautizó como Agustín Codazzi en honor al militar y geógrafo italiano.
Muchos codacenses piensan que Agustín Codazzi fue el fundador del municipio. Ese es el caso de Jennifer Jiménez, una joven de 24 años. ©Jhon Barros «Codazzi fue el descubridor de la filosofía. En el colegio nos han hablado de él y su obra, pero se me ha ido olvidando» Joven de 17 años de Codazzi. Colegios, cero en historia Al eliminar la materia de historia de todos planteles educativos del país, los niños y jóvenes ya no se enteran de dónde provienen ni la sangre que corre por sus venas. Tal es el caso de la mayoría de estudiantes de la Institución Educativa Agustín Codazzi, que desde 2002 tiene en su entrada un monumento en homenaje al cartógrafo europeo. “Codazzi fue el descubridor de la filosofía. En el colegio nos han hablado de él y su obra, pero se me ha ido olvidando”, dice Lenis Villadiego, estudiante de 17 años que cursa noveno grado. “Recuerdo que ese señor murió acá, pero la verdad no sé qué hizo por el país”, complementa Sara Paredes, de 14 años. Wilber Pedraza y Mileidy Turis, de la misma edad, dicen que fue el descubridor del pueblo. Ana Morales, de la Institución Educativa Agropecuaria, manifiesta que al italiano le deben su independencia.
Cada vez son menos los niños y jóvenes de Codazzi que sienten un interés por aprender sobre la historia de su municipio. Foto: Jhon Barros Jorge Villalobos, quien a sus 18 años cura décimo grado, da a entender que esas cosas no deben ser recordadas. “Ahora no le puedo decir quién fue ese hombre. Esas cosas se olvidan rápido y no tienen importancia. Creo que fundó el pueblo, pero si quiere saber más por ahí hay una estatua con la historia. Vaya y léala”. Los universitarios tampoco están muy sumergidos en el mundo de la historia. Yaneth Villadiego y Geraldine Lucuara, estudiantes de tercer semestre de psicología, hacen un esfuerzo para encontrar entre sus recuerdos la historia que les enseñaron en el colegio. “Me acuerdo que Codazzi era un italiano que descubrió y fundó el pueblo, por eso se llama así. Si ni los niños de colegio saben cuál fue su legado menos nosotras que salimos como hace cuatro años”.
A diferencia de la historia, la cumbia, baile típico de la región Caribe, sí hace parte del diario vivir de los jóvenes de Codazzi. ©Jhon Barros Te puede interesar: La Sierra Nevada tendrá la biblioteca indígena más grande de Colombia Pocos jóvenes son los que sacan pecho por sus conocimientos históricos. Gabriela Bustos, de 15 años, recuerda que Agustín Codazzi hacía mapas. “Cuando estaba haciendo un mapa acá le dio una enfermedad y murió, por eso le pusieron su nombre al municipio. Antes nos llamábamos Espíritu Santo. Todo eso lo aprendí en el colegio, por lo cual es puro cuento que otros digan que no nos han enseñado. Hay que fortalecer para que no perdamos nuestra cultura”. Los ojos de Linda Parodi, de escasos 12 años, dan destellos cuando habla de Codazzi. “Era un célebre cartógrafo. Estaba en Colombia cuando terminó la guerra. Acá estuvo como dos meses, hasta que lo sorprendió una malaria y murió en una casa de bahareque donde luego se construyó la casa de la cultura. A la mayoría de mis compañeros no les interesa aprender de historia, cuando es algo muy importante para que la humanidad sea mejor”. Te puede interesar: Los indígenas pesistas de la Sierra Nevada de Santa Marta
Cada año, Codazzi conmemora el natalicio del cartógrafo italiano. Sin embargo, la mayoría de jóvenes desconoce su historia y legado. ©Jhon Barros «Sus restos, que estaban acá, se los llevaron para Venezuela. De chiquito los abuelos nos sentaban en los patios a contarnos el legado del italiano Codazzi, así aprendimos» Ramón Ávila, habitante de Codazzi de 69 años. Los abuelos sacan la cara A Juan de Jesús Lafaurie, codacense de 71 años, no le falla la memoria. “Codazzi fue un geógrafo y cartógrafo que vino aquí a continuar con la Comisión Corográfica en la época de los indios motilones, que eran belicosos. Fue un hombre insigne que ya pocos recordamos. A él le debemos el mapa de Colombia”. Su amigo de toda la vida, Ramón Ávila de 69 años, complementó el relato. “Fue un geógrafo que trazó las líneas de los mapas de Colombia y Venezuela. Eso solo lo sabemos los más antiguos o amantes de la lectura, ya que los jóvenes no tienen ni idea en dónde están parados". Ávila asegura que la pérdida de la historia del pueblo tiene sus raíces en la destrucción de la casa donde murió Codazzi, donde construyeron la cárcel. "Sus restos, que estaban acá, se los llevaron para Venezuela. Todo eso borró su recuerdo. De chiquito los abuelos nos sentaban en los patios a contarnos el legado del italiano, así aprendimos”.
Juan de Jesús Lafaurie y Ramón Ávila, dos amigos del alma, se reúnen en las noches a recordar la historia del pueblo que los vio nacer. ©Jhon Barros «Codazzi no era un hombre, sino un extraterrestre. Levantó toda la topografía del país, hizo nueve expediciones por el territorio y hasta estuvo en la selva de Mapiripán. Eso no lo hace cualquiera» Ricardo Caicedo, docente de Codazzi Ricardo Caicedo, un docente chocoano de 74 años que llegó al pueblo en 1975, cuando le encomendaron fundar los colegios cooperativos de Becerril y Codazzi, ha dedicado gran parte de su vida a investigar el legado del italiano. “Cuando empecé a estudiarlo concluí que no era un hombre, sino un extraterrestre. Levantó toda la topografía del país, hizo nueve expediciones por el territorio y hasta estuvo en la selva de Mapiripán. Eso no lo hace cualquiera. Me enamoré de su trabajo y en 1993 publiqué el libro Panorámica del municipio de Agustín Codazzi, que contiene todo su legado y de la cual espero sacar una segunda edición”, recuerda Caicedo, quien vivió en el municipio 14 años. Zenaida Polo, mujer ícono del municipio que fue alcaldesa y hoy es referente de su historia, afirma que los habitantes también han olvidado que Codazzi fue la potencia algodonera más importante del país, un título que ya está lejos de ostentar. “A finales de los 50 e inicios de los 60 el algodón era nuestro fuerte, lo cual nos permitió un despegue como municipio. Los más jóvenes no saben que fuimos catalogados como la capital blanca de Colombia”.
Ricardo Caicedo, un chocoano que trabajó varios años como docente en el municipio del Cesar, es uno de los grandes conocedores del legado del geógrafo Agustín Codazzi. ©Jhon Barros El “Negro Peñalosa”, como lo apodan sus conocidos, es un maestro que tiene frescas las cifras de la bonanza algodonera. “En esa época en el Cesar se cultivaban 120.000 hectáreas de algodón, de las cuales 60.000 estaban en Codazzi. Producíamos una excelente fibra de calidad por las condiciones geográficas. Todo eso se vino abajo en los 90 con la apertura económica de Cesar Gaviria; hoy los cultivos de algodón no superan las 5 mil hectáreas”. Según Peñalosa, el café también ha mermado. “Va en caída. Después de la fuerte ola de violencia entre 1997 y 2007, sacamos 14 millones de kilos de café pergamino, lo que nos convirtió en el sitio número 12 en el país. El año pasado solo fueron 2 millones de kilos, por la ruptura del pacto cafetero”. Para este curtido hombre de piel morena, el mismo municipio ha sido el culpable de su falta de memoria. “Me hubiera gustado que se mantuviera en pie el sitio donde murió, pero la casa fue destruida. Eso nos serviría ahora como patrimonio para que las nuevas generaciones conocieran que allí falleció un caminante, un correcaminos y un luchador que le aportó a la historia de América”.
La población mayor de Codazzi sigue deleitándose con la historia de su pueblo. ©Jhon Barros