Entre los 26 ministros y consejeros presidenciales que ha nombrado Iván Duque hay técnicos, profesionales destacados, dirigentes gremiales, expertos, colegas de trabajo, amigos de infancia y compañeros de universidad. Sin embargo, de todos ellos solo muy pocos le hablan al oído.
Los niveles de cercanía de esas figuras, exceptuando a unos pocos como Alicia Arango, Jorge Mario Eastman y el hoy ‘consejero transversal’, Felipe Buitrago, nunca fueron muy altos. La proximidad que la mayoría de ellos tuvo con el candidato contrasta con la de Luis Guillermo ‘Luigi’ Echeverri, a quien muchos consideraban el hombre más poderoso de la campaña.
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Luigi, como todo el mundo le dice, acompañó a Duque desde que decidió lanzarse. Y una vez ganó la candidatura del Centro Democrático, no lo desamparó ni un minuto. Gerenció la campaña y como tal puso su nombre para respaldar los gastos de la misma: consiguió recursos, hizo rifas y presentó las cuentas ante el Consejo Nacional Electoral. No fue un gerente convencional. Orientó a Duque en las agendas y en los discursos; tomó buena parte de las decisiones estratégicas; dio línea para el programa; estuvo al frente del empalme, y organizó los detalles del discurso del triunfo el 17 de junio y de la posesión el 7 de agosto. Por sus manos pasó la decisión de qué flores poner, qué música tocar, cómo organizar las sillas y a quién invitar a la plaza de Bolívar.
Sin embargo, Luigi, como él mismo reconoce, no es político. El ‘arquitecto’ de la campaña de Duque ha sido empresario privado, intermediario comercial, consultor independiente en negocios internacionales, directivo de la Cámara de Comercio Colombo-Americana y agregado agrícola y comercial de la embajada de Colombia en Estados Unidos, entre otros. Ha tenido una experiencia y una trayectoria tan variadas, que incluso a comienzo de los ochenta fue rejoneador. “Como profesional del toreo a caballo se presentó con éxito durante 11 temporadas taurinas en las principales plazas de Colombia, España, Portugal y Francia”.
Luis Guillermo Echeverri no fue un gerente convencional. Orientó a Duque en las agendas y en los discursos; tomó buena parte de las decisiones estratégicas; dio línea para el programa; estuvo al frente del empalme y organizó los detalles del discurso del triunfo el 17 de junio y de la posesión el 7 de agosto.
La relación con Duque viene de atrás. Se conocieron porque sus padres, el empresario Fabio Echeverri Correa e Iván Duque Escobar, fueron muy cercanos. Y aunque Luigi es mucho mayor que el presidente –cumple 61 años, le lleva 21–, ambos crecieron cerca del poder. Construyeron su relación más estrecha en Washington, en donde el expresidente Álvaro Uribe nombró a Luigi director ejecutivo de Colombia en el BID. Allí llegó a trabajar Duque a los 25 años, y entre 2002 y 2013 ejerció como consejero y consultor.
De Echeverri se dice que en la campaña no se movía una hoja sin él y que es la persona con mayor ascendencia sobre el presidente
La relación entre el empresario tutor y el alumno político evoca la que tuvieron Fabio Echeverri y Álvaro Uribe cuando este decidió lanzarse a la presidencia. Varios de los pesos pesados que acompañaron al presidente en campaña aseguran que así como Fabio fue el hombre más poderoso en la primera campaña de Uribe, Luigi lo fue en la de Duque. De hecho, insisten en que su enorme poder combinado con un lenguaje directo y a veces recio, como el de su padre, causó tensiones con sus colegas.
Luigi Echeverri no viene de la política. Incluso incursionó en el rejoneo y ha sido también empresario y consultor.
“No se movía ni una hoja sin él. Es la persona con mayor ascendencia sobre Iván”, asegura otro directivo de la campaña. Entre varios de sus excompañeros también hay una especie de consenso sobre su microgerencia. Además de estar por encima del comité programático, a veces pesaron más sus planteamientos que los del comité político.
Duque y Echeverri se conocieron hace años. Pero su relación se fortaleció en el BID, en el que el empresario fue jefe del nuevo mandatario.
Cuando Duque ganó, Luigi se tomó un descanso. Lo hizo después de trabajar durante meses para conseguir recursos, llevar libros de gastos y organizar giras. Pero también echarse al hombro el empalme y la organización de la posesión presidencial el 7 de agosto.
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Con Duque, Echeverri tendrá incidencia, pero no responsabilidades. Insiste en que eligió no estar en el gobierno. Pero aunque no tendrá cargo, sus opiniones seguirán teniendo peso. Su padre, Fabio, tampoco quiso tener un cargo formal en Palacio, pero tuvo una incidencia tan alta en el gobierno que estuvo entre los gestores iniciales de la idea de promover la reelección. “Que le dé consejos al nuevo presidente dependerá de que él me los pida”, asegura, mientras insiste en que su relación con Duque “ha sido de amistad desinteresada, mutuo respeto e independencia, al igual que con el doctor Uribe”.