La presentación por parte del gobierno del llamado 'presupuesto de la verdad', en el que se reducen los gastos del Estado en términos reales en cerca de 7 por ciento, ha suscitado todo tipo de polémicas entre diversos sectores de la economía colombiana. Por un lado se argumenta que el momento no es el más adecuado para disminuir el estímulo fiscal, mientras que por el otro se insiste en que el efecto de crowding out _generado cuando un incremento en gasto público desplaza la inversión privada_ ha sido devastador para la economía nacional, por lo que es hora de corregir esta situación (ver recuadro).Más allá de la polémica, sin embargo, el ajuste parecía inevitable. El porcentaje de los recursos que se utilizan en el presupuesto para financiar el déficit se duplicó en tres años, y de continuar esta tendencia no existirán agentes que se le midan a prestarle recursos al sector público colombiano. Según Roberto Steiner, director del Centro de Estudios Económicos de la Universidad de los Andes: "A pesar de que la reducción del gasto no va en el sentido de ayudar a salir a la economía de la encrucijada en que se encuentra, en el largo plazo el gasto del Estado debe estar en línea con los ingresos que se generen, máxime cuando las posibilidades de endeudamiento son cada vez más escasas". Por eso mismo, para algunos analistas, más que una decisión, reducir el déficit es una obligación ya que Colombia depende más que nunca de los flujos externos, que no llegarán si no se empieza a generar un cambio de tendencia en el gasto público. Mauricio Pérez, decano de economía del Externado, afirma que "incrementar la demanda agregada por un estímulo fiscal ejercería presión sobre la divisa y la inflación, por lo que mantendríamos los desequilibrios fiscales. Esto desencadenaría una pérdida de la confianza por parte de los inversionistas extranjeros y la banca internacional, lo cual sería dramático para el futuro económico del país". Llamado a la austeridadCon esa idea en mente el gobierno diseñó un presupuesto austero que, según el ministro de Hacienda, Juan Camilo Restrepo, ''contiene sólo los ingresos alcanzables y los gastos que éstos pueden financiar, y que desecha de plano la facilista y perversa costumbre de inflar artificialmente las cifras para respaldar compromisos que desde el principio no se pueden cumplir''. De allí el nombre de 'Presupuesto de la verdad'. Los recortes son de toda clase. Y sobre la bondad de muchos de ellos existe un gran consenso, aun entre los enemigos del ajuste. Otros, como la congelación de salarios, han producido fuertes críticas, inclusive entre sus defensores. Para Luis García, decano de economía de la Universidad Javeriana, "es evidente que todos los programas de ajuste son dolorosos, pero no mantener el poder adquisitivo de los trabajadores del sector público en la situación actual es injusto y además es una mala decisión política".Para Steiner "el error del gobierno fue no haber recortado la nómina cuando lo pudieron hacer y ahora tendrá que mantener una planta de trabajadores grande y mal pagada, cuando lo ideal hubiese sido tener una nómina de menor tamaño bien remunerada". El gobierno tuvo la opción, en la última reforma al Estado, de recortar ministerios y, por ende, puestos de trabajo, pero no lo hizo debido a las presiones de diversos sectores, que calificaron de absurda una medida semejante cuando el desempleo se acerca al 20 por ciento.La defensa del gobiernoEl gobierno, por su parte, defiende todo el paquete. Para el Ministro, mantener el ritmo de crecimiento de los gastos de funcionamiento, en los que la nómina es un pesado lastre, es insostenible, sobre todo si se tiene en cuenta que estos gastos no generan valor a la economía colombiana (ver gráfica). Y en las actuales circunstancias, dice, es preferible reducir los salarios que recortar puestos de trabajo, sin que ello signifique que se está transfiriendo el ajuste a los menos favorecidos pues el gobierno mantendrá la expansión de la inversión social, lo que demuestra su preocupación por los estratos más bajos.De cualquier forma es indudable que en el corto plazo la disminución en los salarios afecta negativamente el ingreso de los trabajadores, lo que puede producir, a su vez, una caída de la demanda agregada. Pero esa situación puede verse más que compensada con el aumento del flujo de capitales que se deriva del incremento en la confianza en el país a raíz del saneamiento de sus finanzas públicas. A mediano plazo, además, la reducción del salario real aumenta la competitividad de las empresas colombianas, que podrán incrementar la participación de las exportaciones en los mercados globales, utilizándolas como el motor de desarrollo de la economía nacional. De esa forma, aunque el gobierno tiene las manos atadas, teniendo que tomar medidas que son impopulares en el corto plazo, existe la esperanza de que las correcciones de hoy allanen el camino para un crecimiento duradero en el mediano plazo. n'Crowding out'E l papel del Estado en épocas de rece- sión ha sido parte de un debate teórico de siglos. John Maynard Keynes decía que la manera más efectiva de salir de una recesión era incrementando el gasto y la inversión del sector público. Para muchos economistas, sin embargo, el efecto de un incremento en el gasto público en una economía en la cual los recursos son escasos es nefasto, debido a que la competencia por los recursos presiona las tasas de interés y limita el espacio para desarrollar inversión privada, la cual _en teoría_ distribuye más eficientemente el capital y genera mayor crecimiento económico. Este efecto de desplazamiento de la inversión privada es lo que se conoce como crowding out.En Colombia el crowding out es evidente: mientras el gasto público de 1994 hasta la proyección de 1999 ha crecido anualmente por encima de 22 por ciento, la cartera corporativa del sector financiero (que mide indirectamente la inversión privada) ha pasado de crecer a tasas de 44 por ciento en 1994 a crecer a 7 por ciento en la actualidad (ver gráfica). El crecimiento de la economía ha registrado, mientras tanto, una impresionante caída.La polémica en este tema se resuelve con hechos. Hasta ahora la evidencia ha demostrado que el Estado colombiano es incapaz de generar las condiciones necesarias para gastar eficientemente, situación que está plasmada en los datos históricos del país, en los que ascensos en el gasto público han generado una disminución del crecimiento del Producto Interno Bruto (ver gráfica). Por eso la mayoría de analistas concuerdan en que la manera de salir de la crisis es recortando el gasto público para que caigan las tasas de interés. Esto es fundamental para incentivar al sector privado a invertir y generar así un mayor crecimiento económico en el largo plazo.