“He llorado mucho documentándolo”, dice Iván Valencia cuando ve sus fotos, que muestran a un caimán disecado y listo para servir de decoración en algún país, o un gavilán con su ala destruida por el balazo que le dieron para cazarlo, o una tortuga morrocoy con su caparazón destruida, o una serpiente pitón que se salvó de terminar en un suculento plato en algún exótico país. En video: las impresionantes imágenes que deja el tráfico ilegal en Colombia
La lista es larga. La mayoría son animales confiscados por las autoridades a traficantes colombianos que comercian ilegalmente con ellos fuera y dentro del país. Ellos son los rpotagonistas de las fotografías que Valencia ha logrado reunir en sus ratos libres desde hace seis años, cuando se interesó en el asunto. Valencia es fotógrafo, tiene 27 años, es un sanandresano criado en Bogotá y la fotografía le viene tal vez por su madre, Milena Romero, una periodista que durante muchos años cubrió el conflicto armado en el Caribe, y hoy trabaja como independiente. Con los animales siempre tuvo una relación estrecha. “Siempre me han gustado mucho, más que la humanidad (se ríe) y he encontrado una forma de protegerlos y es con las imágenes”.
Foto: Iván Valencia. / Un mico capuchino es monitoreado tras su rescate por estrés. Valencia dice que lo suyo no es un pasatiempo. Este proyecto personal arrancó cuando vio un tucán enjaulado sin su pico, por lo que no podía comer. Los traficantes se lo habían quitado para que no los picoteara y con esa foto, que Valencia considera la más especial, decidió empezar. Desde entonces va a refugios, zoológicos y otros lugares a donde llegan estos animales luego de que las autoridades los rescatan de las manos de los traficantes. Muchos de ellos llegan golpeados, sin patas, sin alas y sin pico, como el tucán. Sin embargo, Valencia tuvo que abandonarlo porque el trabajo real, el que le da el sustento y le encargan medios como Bloomberg, National Geographic, The Washington Post y Associated Press es de otra índole: conflicto y posconflicto, la situación de Venezuela, las migraciones. “Mientras hacía trabajos para medios internacionales dedicaba el tiempo que podía al tráfico de animales”. Lea también: Tratos salvajes - Especiales Semana Iván siempre ha sido amante de la naturaleza tal vez por el hecho de haber nacido en Colombia, uno de los países con mayor diversidad de especies no solo de fauna sino también de plantas. Eso lo destaca el diario The New York Times, que publicó su historia y sus fotos, Colombia es el segundo en biodiversidad en el mundo después de Brasil, que es siete veces más grande. Colombia tiene todos los ecosistemas y más especies de aves que cualquier otro pedazo de tierra en el mundo. Eso lo hace muy vulnerable al tráfico de animales, que es el tercer comercio ilegal luego de las drogas y el cuarto a nivel mundial después de las drogas, la trata de blancas y las armas.
Foto: Iván Valencia. / Esta pitón iba a ser vendida ilegalmente por su carne o por su piel. En 2017, en Colombia se rescataron 23.000 animales, pero muchos más lograron ser vendidos ilegalmente en mercados internos e internacionales. Los individuos que se recuperan son llevados a zoológicos, guarderías y santuarios donde los cuidan, pues muchos pierden la capacidad para regresar a su hábitat debido a que han perdido algún miembro importante de su cuerpo sin el que no pueden valerse por sí mismos. Eso los haría presa fácil de otros animales. En contexto: La triste vida de la fauna como mascota En estos lugares ha visto pájaros, micos, ranas, tortugas, pitones, lagartos que estuvieron a punto de ser vendidos en algún lugar de Colombia o del mundo ya sea por su carne, por su piel, porque los quieren como mascotas o porque les han conferidos poderes afrodisiacos. Algunos de ellos, como un mono capuchino, tuvo que ser monitoreado porque sufrió de estrés al haber sido sacado de su hábitat. “Claro que ellos se estresan. Los animales no lloran como los humanos, pero uno siente su sufrimiento solo con verlos”, les dijo Valencia al diario The New York Times.
Foto: Iván Valencia. / Este gavilán no pudo volver a volar pues durante su caza sus captores le dañaron el ala de un tiro. Para casi todos es claro el peligro que corren especies como los rinocerontes y los elefantes, pero poco se sabe de las más pequeñas, que se encuentran a lo largo y ancho del territorio colombiano. Según algunos organismos que trabajan en la protección de animales, en Colombia no existe conciencia de ese comercio ilegal de animales, aunque sea muy común, y mucho menos de que en el país más de 1200 especies están en vías de extinción, entre otras cosas, por ese problema. Eso es lo que Valencia quiere lograr con sus fotos. “Las leyes en Colombia para castigar el tráfico son muy blandas y mi idea es mostrar ese flagelo no solo a los colombianos sino a todo el mundo”. El proyecto no ha acabado. Tal vez apenas comienza. “Seguiré con esa idea por Latinoamérica y por el mundo, si es posible. Todos tenemos que abrir los ojos”, le dijo Valencia a SEMANA.