Dice el refrán que loro viejo no aprende a hablar, pero Rosa Salgado ha demostrado que esa máxima no es tan cierta como parece. Ella, a los 80 años, a pesar haber perdido un oído, tener artritis y no ver muy bien, obtuvo el título en artes y ciencias de la educación del Miami Dade College, en Wolfson, Estados Unidos. Eso de por sí ya es una gran noticia, pero lo curioso de su historia es que por coincidencias de la vida sus nietos David Salgado y Mauricio Escorcia, que también estudiaban allí, uno administración y el otro biología, se graduaron en la misma promoción. En la ceremonia que se llevó a cabo en el James L. Knight Center en Miami, los tres posaron felices, pero la alegría de los orgullosos jóvenes era aún mayor porque mamá Rosita, como le dicen cariñosamente, además, se graduó con honores. 

El hecho fue registrado en medios de todo el mundo. No todos los días una promoción de jóvenes graduandos tienen entre su grupo a una madre y abuela de 80 años. Esa noche ella cumplía el gran sueño de estudiar que albergó desde siempre. “No hay día en que no aprenda algo, así sea simple. La ciencia es un manjar y aprender, una dicha”, dijo emocionada a SEMANA. Tenía un título de bachiller de Escuela Normal de Tunja, ciudad de donde es oriunda, que le permitia ejercer como maestra de kínder y primaria en Colombia. Pero hace 25 años cuando su hija, que era ciudadana americana, le pidió a ella y a su esposo que vivieran allá y les ayudaran a criar a sus hijos, vio la oportunidad de estudiar de Estados Unidos. 

El principal problema para ser admitida a una universidad era el inglés, de modo que se inscribió en un programa para aprender el idioma en el Miami Dade College. Al mismo tiempo encontró un trabajo como cuidadora y profesora de niños en el Early Childhood Center de la misma institución. En el camino para la meta de estudiar arte en educación profesionalmente La meta se le cruzaron muchos obstáculos, el menor de los cuales fue su edad. El más importante fue el parto de su hija: el bebé murió y ella quedó en coma. Fue un episodio muy duro que la alejó de todo pues solo tenía energía para estar con ella. Por fortuna su hija se salvó y Rosita pudo continuar con sus estudios. El obstáculo del inglés también lo venció y logró estar al día con matemáticas y ciencias a punta de repetir los ejercicios.  Con esos requisitos en regla finalmente ingresó al College. Desde un comienzo sus profesores estaban asombrados de su perseverancia pues ningún aspecto, por complicado que fuera, la detenía. El hecho de no escuchar ni ver bien lo solucionó ubicándose en la primera fila de la clase. Las dudas las despejó con tutores a los que ella hoy agradece por su paciencia. Para llegar a tiempo a la universidad tomaba varios buses, y para no cansarse con los libros en los pasillos de la institución se le veía cargándolos en un carrito de mercado. 

A pesar del cansancio en las noches, cuando todos iban a dormir ella se quedaba en la cocina repasando las lecciones. Estaba en un aula de clase  al lado de jóvenes que podían ser sus nietos, hecho que pudo haber sido un potencial objetivo de matoneo, pero ella lo tomó por el lado amable y prefirió hacerse amigos de ellos. Incluso hoy cinco años después de graduarse se reúne con algunos a tomar café y hablar de los viejos tiempos de estudiantes. Lo que nunca pudo controlar fueron los celos que generaba en algunos porque, como le contaban los profesores, resentían que ella obtuviera las mejores notas del salón. “Mis compañeros eran jovencitos, adolescentes de 18 años y el mayor tendría 22. Ellos le decían al profesor ‘pero esa señora tan mayor y nos gana en las notas’. No sé qué le respondería él”.  Fueron 10 años en total para sacar adelante su diploma. Por eso, en medio de ese proceso sus nietos aparecieron en el college. “Era muy bonito encontrarme con ellos. Me decían: ‘hola, mamá Rosita’”. Los muchachos fueron de gran ayuda pues cuando tenía un obstáculo con matemáticas o con alguna dificultad con la tecnología ellos salían al rescate. Ella admite que los computadores no son su fuerte. Un día la consejera del college la llamó y le dijo “Rosita, usted es una celebridad”.

Ella no entendía por qué  pues sentía que hacía lo que debía hacer como estudiante. Cuando llegó la hora de graduarse el consejo académico notó que sus nietos también y decidieron organizar una ceremonia especial”. Dicho y hecho: en el grado habría un momento para otorgar a abuela y nietos su respectivo diploma. “Yo me puse contenta pero nunca imaginé que trascendiera a todo el mundo porque fue noticia internacional. Llegaban de los canales de televisión con ramos de flores, muy atentos, muy queridos”. Ella espera que su historia ayude a inspirar a muchos jóvenes a estudiar. “Si quieren tomarme como ejemplo tienen que tener estas características: voluntad, decisión y constancia”. Pero su consejo más importante es el de construir en lugar de destruir. “Tienen que aprovechar el tiempo y no seguir el camino de las drogas porque les perjudica el cerebro, y les roba el tiempo de aprender”.