Una tarde cualquiera, los colaboradores de una planta de producción fueron sorprendidos por la visita de la Ruleta Carvajal, una dinámica de juego que premiaba a los que respondieran correctamente preguntas aleatorias sobre la nueva cultura de la organización. No fue la única vez. La ruleta visitó otras plantas y cada vez más personas se animaban a jugar. Paralelamente, en las áreas administrativas recibieron invitaciones para participar en un juego virtual con recompensas similares, así como contestaban llamadas sorpresas que ponían a prueba sus conocimientos acerca del proceso de cambio cultural que atravesaban. Vea también: ¿Cómo crear una experiencia de cliente disruptiva? Todo era parte de una estrategia de transformación cultural, que encontró en la ‘gamificación’ una de sus herramientas más efectivas. Jugar para aprender En la última década ha tomado fuerza en las empresas una tendencia conocida como ‘gamificación’ o ‘ludificación’, que consiste en la aplicación de técnicas y dinámicas propias de un juego o concurso para enseñar, motivar o mejorar la productividad. La gamificación puede aprovecharse como dinamizador de los procesos de aprendizaje organizacional. Permite compartir los objetivos del negocio por medio de experiencias interactivas que transforman la información, generan mayor recordación y favorecen la retroalimentación en la organización. De acuerdo con el modelo Kolb, uno de los más reconocidos en aprendizaje, cuando una persona quiere aprender algo debe: a) involucrarse en una actividad determinada; b) observar lo que ha realizado y experimentado; c) procesar la información; y d) reflexionar sobre cómo aplicará lo aprendido en la práctica. Este modelo, diseñado en 1984 por el psicólogo estadounidense David A. Kolb, permite ver el potencial del juego como mecanismo de aprendizaje y educación de comportamientos. Le puede interesar: Las mujeres en la gerencia aumentan el rendimiento empresarial: OIT Cuando la Organización Carvajal se vio ante el reto de transmitir a todos los colaboradores un nuevo enfoque de cultura organizacional, la gamificación surgió como una alternativa para impactar a todos los colaboradores, dada la dimensión del desafío. La organización tiene más de 11.000 colaboradores en 14 países, con cinco unidades de negocio. El enfoque estratégico que se definió a finales de 2016, en el que, entre otras decisiones, estuvo la de regresar al lema ‘Carvajal hace las cosas bien’, requería ajustar la cultura organizacional para alcanzar los objetivos que nos trazamos. Después de un proceso para determinar cuál era esa cultura y los pilares sobre los que iban a trabajar, llegó el momento de comunicarlo a toda la organización y fue allí que vieron en la gamificación una alternativa para llegar de una manera novedosa y efectiva. Se inició con un juego virtual para los colaboradores de las áreas administrativas, que son quienes tienen un acceso permanente a computadores. Se les formulaban preguntas sobre la cultura corporativa y como recompensa se les entregaban puntos y premios. Para el personal de las plantas de producción, se planearon visitas con el juego de la ruleta para reafirmar los conceptos. También se hicieron llamadas sorpresa y los retos de rápida respuesta, que requerían completar frases con definiciones propias de cultura. Si no se mide no existe ¿Y cómo medir si la gamificación impacta y produce los resultados esperados? Para tener una línea base, Carvajal realizó una encuesta de entendimiento en enero del 2018, antes de empezar la estrategia de gamificación. Evaluó cuánto conocían los colaboradores los nuevos conceptos culturales. El resultado fue 65% de respuestas acertadas a las preguntas sobre cultura. Un año después, en enero de 2019, se efectuó una segunda versión de la encuesta y hubo un incremento de diez puntos en el porcentaje de respuestas acertadas. Gracias a los resultados logrados, se definió que en 2019 se sigue trabajando en diferentes juegos para continuar con el proceso de interiorización de la cultura corporativa. Una de las lecciones aprendidas que ha dejado este proceso es que no existen recetas únicas. Cada empresa debe pensar muy bien en cómo llegar mejor a los diferentes colaboradores en sus puestos de trabajo, ya sean administrativos o de planta; así mismo, tener en cuenta las generaciones de los colaboradores, pensando en aquellos a quienes se les facilita la tecnología y en quienes prefieren más la cercanía e interacción con otros. Aprender de manera divertida siempre será una buena fórmula para cualquier generación, por lo cual innovar y aportar creatividad en las actividades que se realicen, para lograr la participación de los colaboradores e interiorización de los conceptos que se requieran, es una estrategia efectiva para lograrlo, por más difícil que parezca el reto. Así mismo, las nuevas tecnologías de información y comunicación han permitido la creación de nuevos procesos de aprendizaje para acercarse mejor a las nuevas generaciones que están llegando a dirigir las organizaciones. Por: *Juliana Gutiérrez, directora Corporativa de Desarrollo Organizacional de Carvajal. 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