En el liderazgo se han creado una serie de “verdades absolutas” que, además de distorsionar el concepto, han formado una nueva generación de líderes sin carácter. Cuando se trata de escoger entre ser un líder y un jefe, poniendo todos los puntos débiles de uno de ellos, es obvio que vamos a querer estar del lado de aquel que tiene la empatía y la aceptación de los demás. Pero, más allá de escoger qué título queremos, se trata de ser efectivos en nuestra gestión. Empecemos por mencionar que todos somos líderes por naturaleza y que, además, podemos desarrollar nuestras habilidades de liderazgo. Después de entrevistar a más de 100 líderes durante esta “cuarentena”, he llegado a la siguiente conclusión: La principal característica de un líder es la capacidad que tiene de liderarse a sí mismo. Si usted cumple con este requisito, usted es un líder en potencia y es aquí, en donde empiezo a desmentir las mal llamadas “verdades absolutas”; porque no necesitamos tener seguidores, colaboradores o empleados para ser líderes. Después de esto, llega el momento de desarrollar las habilidades secundarias y una de ellas es aprender lo mejor de un gerente, ¿cómo así? Pues sí, un líder sin las habilidades de un gerente no será más que un motivador barato. Un líder tiene la obligación de velar por la rentabilidad de su organización, por eso debe conocer las cifras, pensar en cómo optimizar todos los recursos y si es necesario, tiene que despedir personas improductivas y eso no lo hace un mal líder. El verdadero problema está en que nos han hecho creer que el líder debe ser ‘Manzo’ y manipulable’, incluso, que debe dejar su lugar de liderazgo para hacer el trabajo de los demás. Y no es así; los líderes que han trascendido en la historia de la humanidad, han sido hombres y mujeres con carácter, dispuesto a hacer lo que nadie más quiere hacer. Le puede interesar: Mercado Libre adoptará una jornada flexible entre casa y oficina Jesús, Steve Jobs, Margaret Thatcher, Nelson Mandela, Simón Bolívar, Winston Churchill y Ernesto Guevara entre otros, tenían muchas virtudes que agradaban a propios y extraños; pero si vemos a profundidad, su carácter, su personalidad y muchos de sus actos, no son agradables. Un ejemplo claro de esto es que, luego del documental de Netflix en colaboración con ESPN, pudimos notar a un Michael Jordan, al que muchos han llegado a calificar como el mejor deportista de la historia, como un líder agresivo y sin piedad. Llevaba a sus compañeros de equipo al límite y si no lo hacían, simplemente no eran dignos de jugar con él. De igual forma, de Steve Jobs se habla de ser manipulador, extremista, cruel y despiadado. De Bolívar se decía que era antipático y que sus acciones eran dictatoriales; y ojo, no podemos olvidar que un líder debe pensar siempre en el bienestar de su gente, debe ser flexible, comprensivo y, sobre todo, humano. Adicional a esto, hay que tener una serie de características que han sido ‘satanizadas’ por la nueva ola de “maestros en liderazgo” que, por el deseo de tener muchos ‘likes’, solo dicen lo que la gente quiere oír y no, lo que realmente forma a un líder efectivo. Las habilidades blandas son importantes; pero no son todo, por más empatía, motivación y nobleza de un líder, si no es un gran estratega o si no sabe hacer una planeación efectiva, se quedará siempre a la mitad del camino. Finalmente, y por más duro que parezca o por más que no quiera aceptarlo, la historia se contará por los resultados y no por la cantidad de abrazos y sonrisas que un líder pudo dar. Entonces, si se trata de resultados, un líder no puede ser: Complaciente Indisciplinado Falto de visión Temeroso Le puede interesar: Empresas reducen sus expectativas de contratación en un 10% En pocas palabras, un líder con resultados, termina siendo para muchos un villano, pues por su obsesión de resultados, podrá descuidar a su familia en algún momento de su vida y el tener que priorizar la productividad de la empresa, lo llevará a despedir personas sin justa causa y lo que es peor, tendrá que trabajar más horas de lo normal. Esto sin contar que deberá luchar contra sus propios demonios. El liderazgo no es un cuento de hadas y mucho menos una historia en la que todos creerán que usted es el mejor ser humano del mundo. Alguien, en algún momento de su vida, hablará mal de su gestión, lo juzgará al nivel de creer que usted, es lo peor que ha pasado en su vida. Algunos errores que el mundo moderno nos incita a cometer a la hora de dirigir personas son: No tener una filosofía de liderazgo escrita. No comunicar y enseñar esta filosofía a los demás miembros del equipo. No conformar un equipo idóneo (si no sirve, se debe ir). No optimizar su tiempo. No tener un plan estratégico para ejecutar. Solo usar el WhatsApp como herramienta de comunicación. No ser claro y específico en sus instrucciones. No hacerle seguimiento a las tareas que delegó. Perder la visión. Creer que sus decisiones deben ser aprobadas por todos.
Así que, si quiere ver resultados y trascender, haga que sus actos hablen por sí solos, el único que tiene el control para que todo salga correctamente es usted. Aprenda lo mejor de ser líder y ser jefe; lo demás, es teoría barata que su único objetivo es convertir en ‘viral’ una publicación sin argumentos sólidos, basándose en alimentar la frustración, rabia o resentimiento hacia quien tiene la responsabilidad de llevar el timón de la empresa. Un verdadero líder genera y gestiona un equipo de alto rendimiento, y cómo todos sabemos, solamente los mejores y los que dan resultados tendrán un lugar en el equipo. Le puede interesar: Teletrabajo afecta la calidad de sueño de las personas, según estudio