Es común hablar de los trastornos psicosociales que los empleados pueden sufrir en el trabajo. Pero los expertos casi nunca hablan de cómo estos problemas pueden afectar a quienes han llegado a las altas esferas de la empresa. Los jefes pueden sufrir de muchas condiciones como, por ejemplo, la llamada soledad del poder, la vanidad, la paranoia e incluso las tentaciones. Pero según los expertos, uno de los más interesantes es el síndrome de Hubris, un comportamiento caracterizado por el exceso de confianza que el jefe siente cuando llega al poder. "Este síndrome perjudica al directivo y, por supuesto, a aquellos que dependen de él”, dice Juan David Tous, coordinador para Latinoamérica de Emprendimiento TV, CDBO de Blockchain Centre Colombia y ex gerente de comunicaciones Manpower Group Colombia.
Según Tous, el directivo con este trastorno presenta ciertas características que lo diferencian de otros jefes. Es, por ejemplo, impulsivo, confía exageradamente en su instinto y descalifica las opiniones ajenas. Además, se muestra como ejemplo para todo y con ello busca aprobación de los demás. Le da mucha importancia a su imagen personal y a los lujos en su entorno, tiene poca empatía y está predispuesto a aplastar a toda costa a sus rivales y contradictores. “Tiende además a aislarse y a decir que está ocupado siempre y quiere verse como si fuera no solo la máxima autoridad, sino la empresa en sí misma”. Es, según los expertos, casi la antítesis de lo que la mayoría busca en un líder: carisma, encanto, poder de persuasión, autoconfianza y habilidad para correr riesgos, entre otras. Pero el jefe con enfermedad de poder solo ve lo que quiere ver e imponer su visión. “Quien piense distinto es ignorante, no está a su altura”, dice Tous. Como las decisiones que toma se basan en su idea de la realidad –que a veces es simplista para facilitar las cosas– el resultado son desaciertos que culpará en otras personas. Por esta razón, sus colaboradores sienten inseguridad y miedo y tratan de complacerlo en todas sus órdenes en lugar de confrontarlo, lo cual, a su vez, deriva en más errores. Porque entre otros comportamientos que lo describen está la paranoia que siente cuando alguien lo contradice. “Cree que esa persona está contra él y su autoridad o que actúa motivado por la envidia pues quiere quedarse con su cargo”, señala Tous. Y si un colaborador le recuerda algo, se siente amenazado pues cree que lo está desafiando. En temas de dinero, racionaliza el gasto cuando se trata de recursos para otros, pero no ve inconveniente alguno en incurrir en gastos por lujos que vienen con su posición. Con frecuencia utiliza su cargo para satisfacer su vanidad. La buena noticia es que este síndrome no es una enfermedad sino un comportamiento transitorio que sucede al llegar al poder y suele desaparecer cuando termina el mandato. Esto, claro está, no sin sentimientos de depresión y nostalgia y rabia, especialmente cuando cree que fue derrocado de su puesto. Para evitar esta situación, Tous recuerda que un líder debe caracterizarse por un gran autocontrol. “Debe tener paciencia gigante y firmeza, pero a la vez debe dejar que su gente experimente, se equivoque y corrija”. En otras palabras, un jefe debe tener la habilidad de ser mentor de sus colaboradores, creer en quienes lo acompañan y ser humilde ante decisiones difíciles. En una organización no solo debe vigilarse la salud psicosocial de los empleados sino también la de los líderes. Y en estos casos no solo es importante evaluar al jefe por sus logros sino también por sus cualidades humanas, pues son las competencias blandas las que hacen a un líder.
Por esta razón, Tous considera que Gestión Humana debe detectar casos de este trastorno y actuar de manera decidida e inteligente “porque, claro, el jefe suele tener más poder”, explica. En dichos casos recomienda que esta área actue con una actitud amigable y conciliadora e incluso que sea una voz consejera en la toma de decisiones impulsivas por parte del jefe afectado por el síndrome de Hubris “Esta labor es parecida a la de Némesis, diosa griega que castigaba a las personas que a raíz del hubris abusaban de los demás”, dice. La idea es ayudar a los líderes a crear y mantener el clima laboral necesario para la productividad, la sana convivencia y el crecimiento de la empresa a través del desarrollo integral de sus miembros. Según Tous, las herramientas prácticas para lograrlo son las juntas directivas y los manuales y comités de convivencia, pero asegura que en momentos en que surge un jefe con síndrome de Hubris “lo más eficaz es la bondad y el sentido común”.