En ese marco, la actual coyuntura, que ha provocado un cambio abrupto en la vida de la mayoría de las personas, empieza a dejar huella con episodios de estrés, ansiedad, insomnio, entre otros. Dicho esto, vale la pena preguntarnos: ¿qué papel jugamos las empresas en la promoción de una salud mental óptima de los empleados? Desde que inició la pandemia, entre 2 y 3 millones de colombianos mudaron sus escritorios de las oficinas a los hogares. Lo anterior, implica un cambio repentino en la vida de los trabajadores que, si bien ahora no sienten los costos de tomar transporte público o la incomodidad de los embotellamientos, se enfrentan a compartir su espacio íntimo y de descanso con su espacio de trabajo. Esto sumado a la perplejidad y miedos a raíz del exceso de información sobre el coronavirus, su avance y la incertidumbre que amenaza el futuro en términos de empleo y de crisis económica. Lea también: Ocho claves para prevenir el síndrome de desgaste emocional o "burnout" El teletrabajo debe suponer la creación de ciertos límites que permitan al trabajador tener un balance entre su vida personal o en familia y el cubrimiento de sus responsabilidades laborales. Para ello, las empresas debemos estar un paso al frente, creando estrategias que promuevan no solo el cumplimiento de horarios laborales sanos sino también actividades de motivación y pausas activas que mitiguen el estrés del día a día y, por ende, eviten problemas de salud mental que terminan afectando seriamente no solo el rendimiento del trabajador sino también su calidad de vida. Acciones tan simples como el entregar a cada trabajador las herramientas adecuadas para el ejercicio de sus labores desde la casa pueden marcar la diferencia entre una jornada laboral estresante y una totalmente productiva y en calma. Es claro que la productividad de las empresas configura un factor primordial para la continuación de los negocios y por ende de los empleos; sin embargo, no prestar suficiente atención al bienestar de los empleados puede acarrear pérdidas que impactan incluso lo económico; de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud la depresión y la ansiedad cuestan anualmente a la economía mundial un estimado de US$1 billón en pérdida de productividad. Claramente todo apunta a que un trabajador feliz con bajas cargas de estrés no solo es más productivo en el trabajo, sino que también aporta e impacta en el ecosistema social y familiar de manera positiva. Le recomendamos: Axity: “La productividad de los empleados se debe medir distinto” Por otro lado, el aislamiento ha traído como medida adjunta la deshumanización de cosas que dábamos por sentado como los abrazos, los besos, las visitas a un familiar o un amigo cercano, lo que ha traducido en mayores índices de ansiedad, depresión, desordenes de sueño o alimenticios, abuso en el consumo de sustancias e incluso los riesgos de suicidios. Promover y fortalecer los espacios de conversación en las compañías, utilizar en la medida de lo posible las cámaras en las teleconferencias y abrir más momentos en la jornada en donde exista contacto directo y de apoyo entre los equipos, pueden repercutir seguramente en la humanización de todos los colaboradores, las actividades que desempeñan y el tiempo que gastan trabajando desde sus hogares. Si bien estamos frente a un panorama de incertidumbre, sí podemos tomar las riendas para hacernos cargo para apoyar a las personas desde el rol de empleadores. Recordar que estamos juntos en esto es el primer paso. El cuidado de la salud mental y la promoción de hábitos saludables debe transcender el confinamiento y ser un pilar de gestión y seguimiento para construir sociedades sanas y felices que construyan un futuro mejor. *Directora Médica de GSK Colombia