Desorientadas por la luz artificial de la ciudad fueron encontrados 45 neonatos de tortuga verde (Chelonia mydas) en San Andrés.  Habitantes del sector de Sound Bay, a la altura de la playa de Bengué, al percatarse de la extraña situación dieron aviso a la Policía sobre lo que estaba ocrurriendo con estos pequeños reptiles, que tradicionalmente al salir de su cascarón en la noche, buscan la luz de la luna para orientarse y dirigirse al mar.  Le sugerimos: Tras las huellas de la tortuga sabanera del Casanare Sin embargo, en esta ocasión no fue así, por lo que terminaron perdidos en medio de la playa. Los uniformados de Grupo de Medioambiente, junto a funcionarios de la Corporación para el Desarrollo Sostenible del Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina (Coralina), acudieron al llamado.  Luego de revisarlos y ver que estaban en buen estado, trasladaron las pequeñas tortugas  al sector de punta sur y las dejaron en la arena para pudieran encontrar con mayor facilidad la luz de la luna que se refleja en el agua. 

Uniformados de la Policía junto a funcionarios de Coralina trasladaron a las tortugas a un lugar más tranquilo para que pudieran retoernr al mar, guiadas por la luz de la luna. Foto: Coralina.  Desde Coralina explicaron que los huevos de esta especie se parten producto de la acción que realizan las crías, que utilizan sus pequeños dientes para romper el cascarón después de 45 a 75 días y se impulsan por medio de sus aletas para quitar la arena con la que su madre las cubrió y salir a la superficie en busca de un camino hacia el mar.  Esta especie, denominada verde, debido a que la grasa que contienen debajo del caparazón es de ese color, se encuentra catalogada como en peligro de extinción por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) y la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES, por sus siglas en inglés), razón por la cual permitir su desarrollo es fundamental para garantizar su pervivencia. Le recomendamos: El saqueador de nidos que ahora es padrino de las tortugas Además, su explotación está prohibida en casi todos los países del mundo, de tal suerte que es ilegal capturar, dañar o matar tortugas de este tipo, que alcanzan su madurez sexual entre los 20 a 50 años. 

Las tortugas verdes pueden poner entre 100 y 200 huevos en cada nidada. Foto: Mohd Rasfan /AFP Cuando la hembra es fecundada, llega a las costas en busca de un sitio adecuado para cavar un hoyo en la arena que le servirá para la anidación de los 100 a 200 huevos que en promedio deposita. Una vez terminado el proceso, la futura madre  se encarga de cubrirlos de arena para que no sean detectados por los depredadores. Luego regresa de nuevo al océano.  Los individuos de tortugas verdes pueden llegar a medir entre los 83 a 120 centímetros de longitud y mantener un peso entre los 110 a 230 kilogramos al alcanzar la madurez. Los machos son más grandes que las hembras. Se caracterizan de las demás especies porque sus cabezas son pequeñas a comparación de su cuerpo y sus aletas en forma de remo se adaptan para el nado. Le puede interesar: Tortugas Marinas: contra la depredación ambiental La contaminación marina, el desarrollo costero, la caza indiscriminada y la recolección de los huevos para la preparación de comidas, especialmente dentro de la gastronomía de Asia, son sus principales amenazas.  Un estudio denominado Las tortugas están en problemas, publicado a mediados de julio de este año en la revista Current Biology señaló que más de la mitad de las 360 especies de tortugas continentales o terrestres del planeta está en peligro de extinción, cifra que ubica a estos reptiles como uno de los animales vertebrados con mayores miembros en riesgo. Las tortugas tienen una importancia vital para el mantenimiento de los ecosistemas marinos costeros. Son transportadoras biológicas de nutrientes desde los ecosistemas marinos a los terrestres.  Cada nidada de tortuga aporta materia orgánica a las playas, un elemento necesario para la salubridad del ecosistema. Contribuyen también directamente al control de los sistemas naturales como el de los corales o los pastos marinos, motivo por el cual la pérdida de estos quelonios afectaría gravemente al ecosistema marino y, en definitiva, a los humanos.