Los retos en materia de reducción de emisiones de carbono no son menores para ningún país en el mundo, como tampoco lo son para los de América Latina y el Caribe. Esta región cada año es responsable de por lo menos 4.000 millones de toneladas de CO2, lo que se traduce en cerca del 8 por ciento de las emisiones globales. Si se quiere cambiar este panorama y apuntarle al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), es necesario que los países de esta parte del mundo aceleren los cambios en planeación urbana e infraestructura y migren hacia medios de transporte eléctricos, especialmente aquellos de servicio público. Adicionalmente, deben trabajar en el control de la deforestación y en delimitar la frontera agrícola. Así lo determina el informe: "¿Cómo llegar a cero emisiones netas? Lecciones de América Latina y el Caribe”, elaborado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el proyecto Deep Decarbonization Pathways in Latin America (DDPLAC). En líneas generales, el documento plantea soluciones para la región teniendo en cuenta tanto la realidad económica como ambiental de las naciones, incluida Colombia.
La movilidad eléctrica es deteriante en la reducción de emisiones de carbono. Según el análisis, específicamente en lo que hace referencia al transporte eléctrico, desde 2017 catorce ciudades de la región se comprometieron a comprar únicamente autobuses de cero emisiones a partir del año 2025. Le recomendamos: Así era la Tierra cuando había tanto CO2 como ahora en la atmósfera Colombia, en particular, estableció la meta de adquirir el 100 por ciento de vehículos públicos eléctricos o de cero emisiones para transporte colectivo antes del 2035. Chile, por su parte, fijó esta misma meta para 2040. El BID destaca como ejemplo, el caso de Bogotá, que tiene como propósito llegar a 600 buses eléctricos en el transcurso de este año. Santiago ya cuenta con cerca de 400 autobuses eléctricos en operación. "Si la flotilla actual de autobuses y taxis en las 22 ciudades más grandes de América Latina fuera eléctrica, la región podría ahorrar hasta 64.000 millones de dólares en costos de combustible y evitar el equivalente a 300 millones de toneladas de dióxido de carbono para el 2030", establece el documento. Freno a la deforestación Otra tema clave que destaca el informe es el de la deforestación. Argumenta que en los países de la región las emisiones agrícolas usualmente representan entre el 7 y el 13 por ciento del total de emisiones; mientras que la deforestación, al acabar con bosques que absorben el carbono, tiene un amplio espectro que va entre el 1 y el 83 por ciento, dependendiendo del país de estudio. Por estas razones, es imperativo delimitar la frontera agrícola y detener la deforestación. "Si estos objetivos se cumplen, las emisiones por agricultura y bosques podrían reducirse entre el 78 y el 393 por ciento para 2050", indica el documento. En este punto también es clave la ganadería. De acuerdo con los investigadores, "la producción con mayor valor agregado, como es el caso de los alimentos orgánicos o funcionales, y otros productos alimenticios de alta calidad final, reduce la intensidad de carbono".
La agricultura es clave en los procesos de descarbonización de los países. En el caso de Colombia, indican los investigadores, los análisis de descarbonización profunda demuestran que la intensificación de la producción de ganadería es clave para liberar áreas que pueden ser usadas para cultivos y reforestación. "Si se aumenta la densidad de animales de 0,8 cabezas por hectárea a 2 cabezas por hectárea, se podrían liberar unos 12 millones de hectáreas para otros usos agrícolas, permitiendo duplicar o más las áreas actualmente sembradas". Le sugerimos: Cuatro acciones que ayudarán a “resucitar” el planeta Los retos de descarbonización no son menores, pero son alcanzables, de acuerdo con el análisis. "La transición a cero emisiones netas es técnicamente posible mediante la producción de electricidad sin emisiones de carbono, la electrificación de la industria, el transporte, la calefacción y la cocina; el aumento de la provisión de transporte público y no motorizado; el manejo y regeneración de sumideros de carbono natural y la mejora en la eficiencia en el uso de los recursos, reduciendo el desperdicio y minimizando la intensidad de carbono en la construcción y las dietas”. Una de las conclusiones más relevantes del informe es la necesidad de actualizar las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC), que no son otra cosa que los compromisos adquiridos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, acorde con la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, con el fin de cumplir con los ODS. "Si esto no sucede, difícilmente las naciones podrán evitar que el calentamiento global se mantenga en el límite trazado de 1,5 grados centígrados", asegura el documento. Precisamente, en torno a este tema indica que en los países de la región las NDC, no están encaminadas a una descarbonización profunda. "Con las NDCs actuales, las emisiones por uso de combustibles fósiles en la mayoría de países de la región serían de 700 millones de toneladas (Mt) de CO2 en 2030, mientras que con la descarbonización profunda se podría llegar a un nivel de 600 millones de toneladas cada año. Como en el resto del mundo, en Latinoamérica y El Caribe, la generación de energía y el transporte son las principales fuentes de emisiones de CO2. En líneas generales, el documento asegura que el uso de combustibles fósiles es el propulsor más importante en el incremento de emisiones de gases efecto invernadero en el mundo. "Entre 1990 y 2014, las emisiones de CO2 por uso de combustibles fósiles se incrementó en 87 por ciento a nivel global", concluye.