Son más de 70 los estudios científicos los que dan cuenta sobre alarmante disminución de la población de insectos en el mundo. Una de las investigaciones más recientes fue adelantada por UK Wildlife Trusts, una organización compuesta por 46 trusts de vida silvestre locales en el Reino Unido, la Isla de Man y Alderney, indicó, por ejemplo, que 41% de las especies de insectos está al borde de la extinción. El informe reveló que el número de insectos se está reduciendo en un 2,5% cada año, aunque precisó que existían “enormes brechas de datos”, especialmente en fuera de Europa y América del Norte. Sostuvo, además, que esta situación pondría en riesgo a seguridad alimentaria de 7.500 millones de personas.  Le recomendamos: ¿Llegó el apocalipsis de los insectos? "Tres cuartos de nuestros cultivos dependen de los polinizadores de insectos. Los cultivos comenzarán a fallar. No tendremos alimentos como las fresas”, señaló Dave Goulson, profesor de biología de la Universidad de Sussex en el Reino Unido y autor del informe. 

El proceso de polinización que adelantan las abejas es fundamental para garantizar la seguridad alimentaria de los humanos. Foto: Alex Wild vía DW.   Entre tanto, la Plataforma Intergubernamental Científico-normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES, por sus siglas en inglés) señaló en un otro estudio publicado en 2019 que el 10% de las especies de insectos se encontraban bajo amenaza. Por su parte, un grupo de 75 expertos afirmaron en un artículo publicado en la revista Nature Ecology and Evolution que los datos sobre la población de los insectos en el mundo eran incompletos y que, por esa razón, no se podía hablar del inicio del "apocalipsis de los insectos", pero sí dejaron por sentado que se estaba reduciendo rápidamente por factores como la contaminación, la deforestación, el uso indiscriminado de pesticidas, los cambios de uso de suelo, la pérdida de sitios de anidación y de recursos florales, principalmente.  Le sugerimos: Abejas, el ser vivo más importante del Planeta Ante este panorama, el último informe entregado por la organización europea de conservación de plantas silvestres, Platalife, señaló que, gracias al confinamiento humano, organismos vegetales como las flores y las plantas han encontrado un mejor entorno para desarrollarse libremente y esto, a la vez, ha permitido el retorno de polinizadores como las abejas en los centros urbanos.

Debido a la ausencia de humanos, las flores han vuelto a nacer en lugares como calles y jardines en las ciudades, lo que ha repercutido en un aumento en el número de polinizadores. Foto: Daniel Ray.  Trevor Dines, experto botánico de Plantlife, sostiene que como las autoridades municipales se han dejado guiar por prácticas de impacto en la flora local, esto no deja prosperar los ecosistemas en desarrollo al ser cortados sin madurar, pero ante la actual crisis muchas de estas prácticas han sido suspendidas, lo que ha facilitado que vuelvan a la vida estos organismos vegetales en la ciudad. Dines, aseveró que es posible que con toda esta nueva situación de aislamiento, las plantas y flores crezcan sin restricción de ser cortadas o molestadas, lo que permitiría un claro aumento de la vida silvestre, incluidas las abejas. Le puede interesar: En solo tres meses han muerto 500 millones de abejas "Los bordes de las carreteras y pequeños jardines son el mayor refugio para innumerables especies de plantas que han sido desplazadas de sus entornos naturales por la expansión agrícola y residencial. Bajo esta coyuntura crecen sin restricción, mientras las abejas intercambian polen y néctar, lo que asegura su supervivencia, pues claramente este nuevo crecimiento de las poblaciones de flores ayuda a que aumente el número de polinizadores como las mariposas, murciélagos y, obviamente, las abejas", resaltó Dines.  El estudio destacó que, en estos tiempos difíciles para los humanos, la naturaleza y los insectos han tenido la oportunidad de recuperarse y ganar espacio, garantizando momentáneamente el resurgir de varias especies como las abejas, que el Instituto Earthwatch declaró en 2019 como el ser vivo más importante del planeta.