La tortuga carranchina (Mesoclemmys dahli) atraviesa por uno de sus peores momentos. Según la Sociedad para la Conservación de la Vida Silvestre (WCS), la población de esta especie única de los departamentos de la Costa Atlántica de Colombia es cada vez menor.  “Este reptil está en peligro crítico de extinción por la destrucción del bosque seco, su hábitat, que ha sido talado en medio del avance de la ganadería, la agricultura y la construcción de obras de infraestructura”, informó la organización ambiental. Le puede interesar: Estamos a tiempo de evitar la extinción de nuestras tortugas continentales Estudios sobre genética del paisaje en los que han participado expertos de WCS, muestran que la fragmentación y los daños sufridos por el ecosistema causaron la división y el aislamiento de las poblaciones del reptil en al menos seis grupos, que aún sobreviven en Cesar, Bolívar, Córdoba y Sucre. 

La carranchina es una tortuga que en el mundo solo habita en la región Caribe de Colombia. Foto: Mauricio "El Pato" Salcedo (WCS). “Por esto, el intercambio genético para la carranchina es ahora poco o nulo y ha tenido que reproducirse entre parientes (endogamia). Esto abre muchas posibilidades para adquirir genes defectuosos que podrían derivar en enfermedades, cambios físicos o incluso en la muerte de los escasos individuos que aún sobreviven”, dijo WCS-Colombia. Aunque la investigación científica es fundamental para salvar a la carranchina, los expertos consideran que ya está claro que resolver del todo esta emergencia no será posible sin el aporte de las comunidades. Ante esto, WCS-Colombia consolida acuerdos con los dueños de predios situados en las veredas Caracolí y Guaraguao, en zona rural de Chimichagua (Cesar), para que ellos cuiden los cuerpos de agua y permitan la reforestación paulatina de algunos sitios, “porque este es uno de los pocos escenarios donde la tortuga, aparentemente, aún logra desarrollarse sanamente”.

Chimichagua es uno de los pocos sitios del Caribe donde sobrevive la carranchina. Foto: Jhon Barros.  Germán Forero, subdirector científico de la organización, comenta que solo hasta hace una década aproximadamente, se supo que la carranchina habitaba en esta población de Cesar. “Antes de ese momento, solo se había reportado en Sucre, Córdoba y Bolívar”. Le puede interesar: Más de la mitad de las tortugas en el mundo está en peligro de extinción El hallazgo en Chimichagua, municipio situado a orillas de la ciénaga de Zapatosa, ocurrió por una serie de comentarios de campesinos y otros pobladores que dieron pistas sobre su presencia, al describirla como una tortuga muy particular que escondía la cabeza hacia un lado. La carranchina aparecía con mayor frecuencia en la quebrada San Fernandera-Caracolí, por lo cual Forero y el biólogo Guido Fabián Medina de la Universidad Nacional, se desplazaron hasta la localidad y lograron certificar su presencia en el cuerpo de agua.

Campesinos del Caribe se suman a la lucha por la carranchina. Foto: Mauricio "El Pato" Salcedo (WCS). Los expertos ampliaron su distribución hacia este sector del oriente de la Costa Atlántica, momento en el que comenzó el interés por preservarla y cuidar ese escenario natural. Reforestación con frutales Ernesto Ome, profesional en iniciativas productivas de WCS Colombia, explica que siete dueños de predios se han vinculado con el empeño de mejorar su entorno y el de la carranchina. La mayoría ha destinado una parte de sus terrenos para la conservación, todos ubicados en ambas veredas y sobre la quebrada San Fernandera-Caracolí.  “A cambio, los ciudadanos han sido asesorados con la dotación de bebederos para el ganado, aljibes, adecuación de pozos o de sistemas de repartición de agua y la construcción de cercas de aislamiento o eléctricas, que impiden que el ganado se desplace sin control y contamine acuíferos”, informó WCS.

Los costeños blindan a la carranchina de la cacería. Foto: Mauricio "El Pato" Salcedo (WCS). Esta estrategia también se ha empeñado en evitar la extracción de arena del fondo del agua y reducir la cacería e inculcar la producción de abono orgánico, construcción de huertas y cultivo de árboles para la producción de frutas como naranja, guayaba agria, guanábana, mango tomy y zapote. Le puede interesar: Monitorearán a las tortugas truenito del Bajo Baudó Entre los beneficiarios aparecen las fincas de Otoniel Leyva (El Olivo), Orlando Palomino (Las Marías), Inés Fragoso (Los Barriales), Cleotilde Palomino (La Belleza),  Ronulfo Mena (La Florida), Luis Carlos Cabarcas (Las Peñas) y Edith Mendoza (Los Carruseles). “Los dueños han aprendido sobre la importancia de esta tortuga, sus amenazas y enseñanzas sobre su cuidado”. Los dueños de los siete predios han logrado cuidar 40 hectáreas de terrenos que están en buen estado, zonas que apoyan la recuperación del reptil y donde se reportaron huellas de dantas y pumas.

Las playas de amor en Chimichagua también son hogar de la tortuga carranchina. Foto: Jhon Barros. “Esta labor ambiental y social comenzó en 2017 y se fue consolidando en 2019 y los primeros meses del 2020, antes de las afectaciones a la salud pública producidas por la covid-19. La idea es reanudar todo el proceso y consolidar sus acciones en lo que resta del año”, mencionó la organización. Los trabajos en Chimichagua se unen a la creación de la Reserva La Carranchina, un espacio de 120 hectáreas situado en San Benito Abad (Sucre) y adquirido por WCS Colombia en colaboración con Turtle Survival Alliance (TSA) y Rainforest Trust.  Le puede interesar: Red de tráfico internacional pone en riesgo a extraña especie de tortuga de la Orinoquia “Está claro que esta porción destinada a la protección (ubicada en territorio sucreño) y las veredas de Chimichagua, en Cesar, no son poblados unidos geográficamente. Pero es probable que el trabajo que se realiza en cada uno de ellos comience a irradiar su efecto hacia otras regiones costeñas”, puntualizó WCS.