* Este es un contenido periodístico de la Alianza Grupo Río Bogotá: un proyecto social y ambiental de la Fundación Coca-Cola, el Banco de Bogotá del Grupo Aval, el consorcio PTAR Salitre y la Fundación SEMANA para posicionar en la agenda nacional la importancia y potencial de la cuenca del río Bogotá y sensibilizar a los ciudadanos en torno a la recuperación y cuidado del río más importante de la sabana. Durante años, la humanidad ha tratado a los ríos como alcantarillas, como casa de innumerables desechos. Los afluentes, corrientes naturales de agua, además de transportar este recurso desde las cuencas hasta los océanos, son una reserva de este líquido preciado para los seres vivos y el hábitat de una gran cantidad de organismos. Sin embargo, la contaminación de estos cuerpos de agua, convertidos en cloacas, ha traído consigo la alteración del flujo normal del ciclo hidrológico del agua, afectando el clima y a las especies que allí habitan. Le recomendamos: ¿Cómo evitar incendios en los ecosistemas de Bogotá en temporada seca? Las cifras reflejan el problema. De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), un 90 por ciento de los contaminantes, generados por la actividad humana, es transportado por los ríos al mar. Un ejemplo de estos niveles de contaminación es el río Salween, ubicado en Asia, al este del Tíbet. Este afluente que tenía hace varios años aguas prístinas con una gran concentración de flora y fauna, hoy en día concentra materias como cobre, plomo, mercurio y zinc, convirtiéndose en el río más contaminado del mundo. En Colombia, por su parte, el río Bogotá es uno de los más perjudicados. Este afluente, que es el segundo más importante del país, recibe diariamente 690 toneladas de carga contaminante por parte de los habitantes de Cundinamarca. Una cantidad preocupante que afecta las 542 especies de animales que habitan en las 589.143 hectáreas de su cuenca hidrográfica, entre aves, mamíferos, reptiles y anfibios. Por esto, alrededor del mundo se ha emprendido la labor de limpiar estas fuentes hídricas. Y a pesar de ser un ejercicio que demanda mucho tiempo, dinero y trabajo, son varios los ejemplos que han renacido de la contaminación. Estos, entonces, se constituyen en una fuente de esperanza para el proceso de saneamiento de los ríos más importantes de Colombia que, actualmente, están altamente contaminados. Elba y el Rin, dos grandes que volvieron a respirar El Rin, la vía fluvial más utilizada de la Unión Europea, con una longitud de 1.230 kilómetros, se estaba quedando sin oxígeno (tenía dos miligramos por litro) y su biodiversidad marina estaba desapareciendo. Uno de los puntos máximos de contaminación se dio en 1986, cuando 20 toneladas de compuestos supremamente tóxicos fueron arrojadas al río por la empresa suiza Sandoz, por cuenta de un incendio. Le sugerimos: ¿Cómo proteger el medioambiente a través del reencauche de llantas? El río Elba, por su parte, que es el segundo más largo de los que desembocan en el mar del Norte, no era muy diferente. Era un canal de desagüe, en el que las autoridades socialistas de la República Democrática Alemana (RDA) arrojaban todo tipo de sustancias. De hecho, de acuerdo con un grupo de investigadores, en el año 1988, el Elba estaba sumamente contaminado con sustancias tóxicas, pues tenía 16.000 toneladas de nitrógeno, 23 de mercurio, 10.000 de fósforo y tres de pentaclorofenol. El proceso de saneamiento de estos afluentes se inició entonces con la desaparición del régimen socialista, pues implicó el cierre de las fábricas que no tenían en cuenta su impacto en el medioambiente, al no tener plantas de tratamiento de aguas residuales. Por esto, continuando con el proceso, en Alemania se desarrollaron plantas de tratamiento biológico de nitrificación y reducción del fósforo. Asimismo, con las industrias, las cuales son responsables de gran parte de los vertimientos en la actualidad, se trabajó en la mejora del proceso de reciclaje. Gracias a estos compromisos, actualmente el 95 por ciento de las aguas residuales de las industrias son tratadas.
El río Rin. Foto: Getty. El Río Sena, una esperanza para Francia El tercer río más largo del país también se vio afectado por la contaminación de las industrias, que es común en los ríos europeos. Sin embargo, un agravante fue que este afluente también empezó a recibir aguas residuales domésticas. Como medida para contrarrestar la contaminación y empezar el saneamiento, en 1960 los franceses comenzaron a invertir en la construcción de plantas para tratar estas aguas. Para empezar, se construyeron 11 estaciones que en 2008 se convirtieron en 2.000. Puede interesarle: El cuco americano, un ave migratoria que llegó a los ecosistemas de Bogotá Para abarcar todos los frentes, el gobierno creó leyes que multan a las industrias y las organizaciones que vierten sustancias en el agua y, al mismo tiempo, fijó un incentivo para los agricultores que viven en el río y lo protegen, evitando su contaminación.
Foto: Getty Images. En rescate del Támesis En 1957, el Museo de Historia Natural declaró muerto a este río del Reino Unido debido a su grado de contaminación. Según un estudio de Thames 21, "La voz de las vías fluviales de Londres", el río venía convirtiéndose en el destino final de millones de microplásticos en los últimos años, un factor que cada vez más amenaza a este río. El proceso de saneamiento del afluente, que todavía continúa, empezó en los años 60 cuando el sistema de drenaje del país mejoró. A renglón seguido, en los 70 y 80, comenzó a crearse una preocupación generalizada por los pesticidas que llegaban a los ríos a través de la lluvia, razón por la cual se empezaron a implementar más controles. Ahora, nuevamente, vuelven a asomarse en este afluente peces, focas y aves. Sin embargo, siguen implementádose controles para manejar los plásticos que se producen en ese país.
Foto: Getty Images. También: Así es la Guala Sabanera, ave que ahora se encuentra en los humedales de Bogotá El río Cheonggyecheon, un renacimiento sin precedentes Este afluente que corre por el centro de Seúl, capital de Corea del Sur, fue revitalizado en su totalidad en cuatro años. El proceso de saneamiento se inició en el año 2003, cuando el gobierno ordenó la demolición de un viaducto que se alzaba sobre el río, por cuenta de la congestión vial y la contaminación del aire que este generaba. Después, debido a que el río se estaba secando, fueron instaladas estaciones de bombeo, cuya labor consistía en llevar agua desde el río Han. Con este proceso, cayó la temperatura de Seúl, mejoró la calidad del aire y la economía del país debido a la visita de los turistas.
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