En 1994, María Victoria Blanco, una bogotana graduada como veterinaria en la Universidad Nacional, decidió poner su alma y corazón en recuperar la cultura y biodiversidad del Salto del Tequendama, un sitio emblemático de la cuenca del río Bogotá que en esa época estaba gobernado por el olvido. El primer paso fue crear la Granja El Porvenir en la vereda San Francisco (Soacha), proyecto para trabajar con varios campesinos de la zona en temas como agroforestería, silvicultura y sensibilización ambiental. Pero un imponente castillo en ruinas, testigo de la caída del río Bogotá desde una altura de 157 metros, la inquietaba. Luego de investigar, Blanco y su esposo Carlos Cuervo encontraron que la enigmática casona de la arquitectura francesa de cinco pisos, fue construida en 1923 por órdenes del Presidente Pedro Nel Ospina. La infraestructura de 1.470 metros cuadrados, que hacía parte de la estación del Ferrocarril, fue nombrada como El Refugio del Salto, un hotel visitado por la aristocracia colombiana.
La emblemática casa del Salto del Tequendama fue un hotel visitado por la aristocracia del siglo XX. Foto: Fundación Granja Ecológica el Porvenir. A mediados de siglo XX, el hotel se transformó en restaurante, pero fue clausurado en los años 80. Lo que fue un emporio de fiestas, bailes y brindis, quedó abandonado y se convirtió en un epicentro de mitos y leyendas de espantos gobernado por el olvido. Le puede interesar: El pasado persiste: Historias de mastodontes, panches y caminos reales Blanco se trazó la meta de recuperar la antigua casona. En 2007 creó la Fundación Granja Ecológica el Porvenir, una entidad sin ánimo de lucro que le permitiría buscar ayudas económicas para restaurar el único sitio turístico que involucra directamente al lastimado río Bogotá.
Desde 1923, la casona que decora al Salto del Tequendama es testigo de la caída del río Bogotá. Foto: Fundación Granja Ecológica el Porvenir. En 2011 concretó la negociación para la compra del inmueble y en 2013, con una inyección económica de la Unión Europea, Agencia Francesa de Desarrollo y Embajada de Francia, empezó la restauración del antiguo hotel del Salto para convertirlo en la Casa Museo Tequendama. “Cerca de 400 turistas visitan la Casa Museo todos los fines de semana. En su interior hay varios espacios museales, fotografías de 1940, cajas fuertes de la época, una réplica de la Virgen Negra del Tuso y figuras con los rostros de muiscas y faunos. En 2018, el Ministerio de Cultura declaró Casa Museo Tequendama como bien de interés cultural nacional, luego de la solicitud y trámites adelantados por la Fundación”, dice Blanco.
Al interior de la Casa Museo se realizan varias exhibiciones artísticas. Foto: Fundación Granja Ecológica el Porvenir. Salvando el bosque de niebla Paralelo al rescate del antiguo hotel, Blanco consolidó la reserva natural El Porvenir en un área que rodea al Salto de Tequendama. Con el apoyo de 12 familias campesinas, puso en marcha un programa de conservación que combina la restauración y la preservación del bosque de niebla nativo y las áreas de nacimientos de agua con modelos de producción sostenible.? Le puede interesar: Un experto en biodiversidad que nunca pisó un salón de clases “Restaurar el bosque de niebla del Salto de Tequendama es fundamental para la lucha contra el cambio climático. A través de la siembra de especies nativas, hemos conservado cerca de 14 hectáreas de bosque y recuperado varios nacimientos de agua. Con los trabajos de restauración, hoy encontramos en la zona animales como osos perezosos, borugos, ardillas rojas y búhos blancos, a los que monitoreamos por medio de cámaras trampa”, afirma Blanco.
14 hectáreas de bosque han sido restauradas por la fundación de María Victoris Blanco y su esposo. Foto: Fundación Granja Ecológica el Porvenir. Los campesinos aprenden sobre sistemas silvopastoriles responsables, proyecto que ha permitido restaurar seis hectáreas de bosque adicionales. “Educamos a la comunidad para transformar los sistemas agropecuarios productivos actuales hacia sistemas productivos responsables con el medioambiente. Estamos creando un vínculo con la comunidad”, complementa la veterinaria. En los últimos 26 años, más de 950.000 niños, jóvenes y adultos han participado en las actividades pedagógicas realizadas en la Reserva Granja el Porvenir, como caminatas de sensibilización, horticultura ecológica, manejo de residuos y reconocimiento del bosque de niebla. 85.000 personas han aprendido de las exhibiciones de Casa Museo Tequendama.
El bosque de niebla del Salto del Tequendama es cuidado por varias familias campesinas de la zona. Foto: Javier Tobar. “Ya llevamos más de 7.000 árboles sembrados en la reserva con la ayuda de las personas que participan en las jornadas de reforestación.? En la zona se han registrado más de 250 especies de animales y plantas, 26 de los cuales son mamíferos. Los espacios de Casa Museo también son alquilados para la realización de eventos privados familiares o corporativos”, anota Blanco. Le puede interesar: Embalses de Cundinamarca siguen a media marcha: CAR La fundación también ha realizado publicaciones como los inventarios entomológico y de mamíferos de la Reserva El Porvenir, la biografía del Salto de Tequendama y El castillo de Bochica, información que sirvió como insumo para que en noviembre de 2019 el Ministerio Ambiente declarara la zona como patrimonio natural de la nación.
El río Bogotá cae desde una altura de 157 metros en el Salto del Tequendama. Foto: Nicolás Acevedo Ortiz. La fatídica cuarentena Desde el 16 de marzo, Blanco tuvo que suspender todas las actividades en la Casa Museo Tequendama y la Reserva Granja el Porvenir por la cuarentena del coronavirus, lo que tiene en riesgo los proyectos de investigación y conservación y la manutención de las 12 familias que hacen parte de la fundación. Le puede interesar: EN VIDEO: ¡Aparecieron las tinguas bogotanas durante la cuarentena! “Todas nuestras actividades dependen en su totalidad del dinero que pagan las personas que visitan el museo y la reserva, es decir de la taquilla. Es la primera vez que nos enfrentamos a una crisis como esta, por lo cual hoy necesitamos más que nunca del apoyo de la ciudadanía. El futuro parece incierto y estamos en el limbo”, dice Blanco. La fundación requiere de mínimo 10,6 millones de pesos al mes para cubrir los gastos básicos y conservar los empleos de los trabajadores. “Nuestro flujo de ingresos está congelado desde abril, por lo que necesitamos de donaciones económicas de la ciudadanía que serán destinadas para darles mercados a las 12 familias que trabajan con nosotros, comida para los animales de la granja, vigilancia, sueldos y servicios públicos”.
María Victoria Blanco junto al embajador de Alemania en un recorrido por la Casa Museo. Foto: Fundación Granja Ecológica el Porvenir. La ciudadanía puede hacer sus donaciones a través de dos mecanismos: por la plataforma virtual PayU o consignando en las cuentas bancarias del Banco Popular (cuenta corriente 110-049-00005-2 con el NIT 900.182.716-1) y Bancolombia (cuenta de ahorros 22100014495 con el NIT 900.182.716-1), ambas a nombre de la Fundación Ecológica El Porvenir (http://www.casamuseotequendama.org/dona1.html). “El dinero recaudado también será destinado en el mantenimiento tanto de la Casa Museo como la reserva, que requiere de un trabajo casi que diario para que no se deteriore como en el pasado: es un patrimonio cultural de Colombia que no puede caer en el abandono. En la reserva tenemos mecanismos de control y conservación que necesitan atención constante, como las cámaras trampa que monitorean el estado”, comenta Blanco.
La reserva también requiere de ayudas para continuar restaurando las zonas boscosas. Foto: Fundación Granja Ecológica el Porvenir. El bosque de la cuarentena Para la defensora del Salto del Tequendama, la pandemia por el coronavirus es un vivo reflejo de la mala gestión de los recursos naturales y no sólo del consumo de animales silvestres en China. “Con mi esposo empezamos a ver que este periodo tan crítico también era una oportunidad para hacer reflexionar a la gente sobre su papel en la crisis actual y seguir sensibilizando”. Le puede interesar: La herencia de Bogotá a los habitantes de la cuenca baja Por eso, Blanco y su compañero de vida crearon una estrategia para que la ciudadanía hiciera parte del proceso de restauración ecológica del Salto del Tequendama: la adopción de 1.800 árboles nativos con los aportes económicos de la gente, material vegetal que permitirá consolidar el bosque de la cuarentena.
El bosque de la cuarentena será conformado por los árboles que adopte la ciudadanía. Foto: Fundación Granja Ecológica el Porvenir. Cada árbol tiene un costo de 65.000 pesos, monto que incluye la siembra, mantenimiento por tres años y un certificado electrónico con fotografías de la plantación y datos de geolocalización. Cada ciudadano pueden adoptar la cantidad de árboles que quiera y una vez haya concluido el período de cuarentena, la fundación organizará jornadas para que los conozcan. “Con esta adopción de árboles, la ciudadanía apoyará la continuidad de un proyecto de educación ambiental y restauración del bosque de niebla del Salto de Tequendama, que tiene más de 25 años de historia”, indica Blanco. El bosque de la cuarentena contará con árboles de seis especies nativas: roble (Quercus humboldtii), pino romerón (Retrophyllum rospigliossii), cedro (Cedrela montana), sangregado (Croton sp), papayuelo (Vasconcellea pubescens) y sauco (Sambucus sp).
119 árboles nativos ya han sido adoptados por los ciudadanos. Foto: Fundación Granja Ecológica el Porvenir. “El dinero para las adopciones puede ser consignado en las dos cuentas de la fundación o por la plataforma virtual PayU. A la fecha llevamos 119 árboles nativos adoptados y sembrados”, puntualizó Blanco. (http://www.casamuseotequendama.org/bosque-cuarentena.html). Los árboles serán sembrados en las zonas boscosas aledañas al Salto del Tequendama, cada uno con distancias entre los 2,5 y tres metros. “ El ideal es ir llenando los parches de bosque, una tarea que hacemos desde hace 25 años. Esto nos permitirá consolidar corredores biológicos para que la fauna transite y no siga siendo víctima de atropellamientos”. Agradecidos Desde que la Fundación Ecológica El Porvenir lanzó el SOS por los proyectos que llevan más de dos décadas en el Salto del Tequendama, las ayudas de la ciudadanía han servido para que todo siga a flote y sin la necesidad de hacer recortes en la planta de trabajadores, casi todos campesinos de la región. Le puede interesar: ESPECIAL: Personajes con el alma incrustada en el río Bogotá “La gente ha respondido muy bien a nuestro llamado, tanto con aportes económicos como mercados para las 12 familias que trabajan con nosotros. Hemos tenido una vida más o menos normal para continuar con nuestras labores de conservación y rescate de la cultura. Sin embargo, hemos tenido gastos como algunas deudas, por lo que pedimos plazos y paciencia”.
Las donaciones de los ciudadanos enamorados del Salto del Tequendama han mantenido a flote los proyectos. Foto: Fundación Granja Ecológica el Porvenir. Blanco está supremamente agradecida con las ayudas de los ciudadanos de a pie que se conmueven por la situación sin pedir nada a cambio. “Cada vez son más las personas que toman conciencia del efecto negativo humano sobre los recursos naturales, lo que ha generado una gran sensibilidad para apoyar este tipo de campañas que buscan seguir con la restauración ecológica del Salto del Tequendama. Algunas entidades privadas han dado su ayuda sin ningún tipo de contraprestación”. Gobierno ciego y sordo El Salto del Tequendama fue declarado como patrimonio natural y cultural de Colombia, figuras que en estas épocas de cuarentena no le han servido para recibir ayudas por parte de entidades del Gobierno como los Ministerios de Ambiente o Cultura. Le puede interesar: Un costeño que trabaja por salvar los humedales del río Bogotá
El pago por visitar la Casa Museo es la principal inyección económica para los proyectos de la fundación. Foto: Javier Tobar. “El Gobierno no nos ha ayudado con nada. Lo primero que hice fue enviarle carta a la ministra de Cultura para contarle la situación, los diferentes proyectos que hemos liderado y las obras de mantenimiento que estamos haciendo en la Casa Museo. Le propuse que nos comparan 50 libros hechos por la fundación. La Biblioteca Nacional contestó que no estaba comprando libros”, afirma Blanco. Por el lado del Ministerio de Ambiente las cosas no son mejores. “Ni siquiera nos contestan una llamada. Como somos una fundación privada y sin ánimo de lucro, creen que no necesitamos del apoyo. Los impuestos siguen llegando como si nada. Hemos salido a flote durante la cuarentena sólo por las ayudas de las personas y empresas privadas. * Este es un contenido periodístico de la Alianza Grupo Río Bogotá: un proyecto social y ambiental de la Fundación Coca-Cola, el Banco de Bogotá del Grupo Aval, el consorcio PTAR Salitre y la Fundación SEMANA para posicionar en la agenda nacional la importancia y potencial de la cuenca del río Bogotá y sensibilizar a los ciudadanos en torno a la recuperación y cuidado del río más importante de la sabana.