Alrededor de 40.000 elefantes africanos son asesinados cada año por sus colmillos, que son comercializados como parte de una industria multimillonaria que se extiende desde África a Asia y más allá. Los traficantes ocultan su marfil en contenedores, pero los inspectores analizan solo el uno por ciento de los mil millones de contendedores que se envían alrededor del mundo cada año. Donde las inspecciones físicas son insuficientes, las pruebas genéticas han llegado al rescate, dijo el informe en la revista Science Advances. Le puede interesar: Sacrificaron a más de 90 elefantes para sacarles los colmillos El investigador principal, Samuel Wasser, un profesor de biología en la Universidad de Washington, dijo que se produjo un "avance importante" cuando los expertos se dieron cuenta que aproximadamente la mitad de los colmillos no estaban en pares. A menudo, faltaba uno de ellos. Así que realizaron pruebas de ADN en 38 tomas desde 2006 a 2015 para averiguar de dónde venían los colmillos. Descubrieron que 26 de los 38 coincidían con un colmillo incautado en un momento diferente. También descubrieron que dos envíos con colmillos coincidentes pasarían con frecuencia en el mismo puerto, usualmente con 10 meses de diferencia entre uno y otro. Le recomendamos: Los elefantes están de fiesta "Esto sugiera que el mismo gran cartel fue responsable por estos dos envíos", dijo Wasser a periodistas en una conferencia telefónica. "Logramos identificar a los que creemos son los tres mayores carteles de envío de colmillos fuera de África". Operaban desde Mombasa, Kenya; Entebbe, Uganda; y Lomé, Togo, según Wasser. Caso de refuerzo Dado que la mayoría de los traficantes de marfil enfrentan un proceso judicial por un solo decomiso, poder conectar traficantes individuales a grandes confiscaciones múltiples permitiría que sean acusados por crímenes transnacionales importantes y que enfrenten penas más severas. Wasser dijo que su equipo de investigación fue capaz de vincular mucho más marfil a ciertos criminales, reforzando el caso legal en su contra.
Feisal Mohamed Ali (centro), en una imagen del 3 de agosto de 2018, tuvo su condena de 20 años de cárcel revocada debido a "lagunas" en la evidencia en su contra. Foto: AFP/Archivos /Andrew Kasuku. El principal responsable es el "jefe" Feisal Mohamed Ali, un ciudadano de Kenia cuya condena de 20 años fue revocada por un juez este año que citó "lagunas" en la evidencia en su contra. Ali fue arrestado en Tanzania en 2014 en conexión con dos toneladas de marfil -228 colmillos enteros y 74 piezas- que fueron encontradas en un almacén de Mombasa. Las autoridades valoraron el marfil en 4,2 millones de dólares. Su caso ha sido remitido a un tribunal inferior, dijo Wasser. Le sugerimos: Matan en Malasia a un elefante de Borneo, una especie amenazada "Hay una gran cantidad de evidencia que hemos descubierto -como lo han hecho otros- que lo vinculan con múltiples incautaciones", dijo Wasser. "Nuestra esperanza es que la información presentada en esta investigación nos ayude a fortalecer el caso en contra de este cartel". Wasser dijo que el análisis de ADN de su laboratorio fue "fundamental" en la condena de otro contrabandista de marfil, Emile N‘Bouke, apodado "El Jefe", supuestamente el mayor contrabandista de marfil en el oeste de África. En 2014 le dieron la sentencia máxima bajo la ley en Togo por poseer 700 kilos de marfil: dos años de cárcel. Desde entonces, más análisis de ADN han vinculado a N‘Bouke con otros sindicatos criminales en África, dijo Wasser. "Aún no hemos desarrollado los vínculos entre todas estas distintas incautaciones", dijo Wasser. "Este es un caso en el que desearíamos tener la información antes", dijo, añadiendo que "los ojos todavía están sobre él". Evidencia contundente John Brown, agente especial del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos en Nairobi, dijo que el análisis del ADN ha sido muy "importante" en la búsqueda de múltiples investigaciones en curso, aunque se negó a entrar en más detalles. "El laboratorio del Dr. Wasser ha proporcionado pruebas contundentes para identificar, desmantelar e interrumpir organizaciones delictivas detrás del comercio ilícito en la vida silvestre", dijo Brown. Contrabandistas y cazadores están "muy bien organizados" y "pueden ser violentos", afirmó. Puede leer: Cómo la trágica muerte de la elefanta Rajeshwari muestra las condiciones en la que viven estos animales en India El comercio de marfil fue prohibido en 1989 bajo la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (Cites, por sus siglas en inglés). Los contrabandistas a menudo intentan evadir la detección al enviar el marfil desde un país distinto del que fue robado. Wasser dijo que a pesar de que la mayoría de la información de ADN está relacionada con colmillos traficados desde 2011 a 2014, un período de escalada rápida, la ciencia todavía es relevante. "Toma mucho tiempo atrapar a estas personas", dijo.