Claridad para el desarrollo de proyectos

Ángela Montoya, presidenta de Acolgen. Foto: Archivo Semana La política para desarrollar proyectos hidroeléctricos debería mantener las condiciones y requerimientos socioambientales actuales para los proyectos de generación que se encuentran tanto en operación como en construcción. Un cambio de estas condiciones podría afectar la confiabilidad de la prestación del servicio de energía eléctrica. Así mismo, el gobierno debe establecer de manera indicativa las regiones del país que por sus condiciones sociales, de potencial energético y de aprovechamiento natural son aptas para el desarrollo de estas tecnologías. La hidroelectricidad es una opción limpia, renovable y baja en carbono, ya que no consume, contamina ni cambia el agua que utiliza para sus procesos; además, aprovecha el ciclo hidrológico. Es la forma más eficiente y económica de producir energía eléctrica. Lea también: Hidroituango Un país a medias a medio llenar a medio funcionar . Se debe analizar cada proyecto

Alejandro Castañeda, presidente de Andeg. Foto: Archivo Semana Las normas ambientales para el desarrollo de proyectos hidroeléctricos son bastante exigentes. Las empresas evalúan cuidadosamente estas iniciativas para poder identificar las posibles afectaciones sociales y ambientales. Evidencia de esto es que la maduración de un proyecto hidroeléctrico puede tardar más de cinco años. El mensaje es que se debe evaluar cada uno de ellos, en busca de sus condiciones particulares, y analizar las mejores prácticas nacionales e internacionales. Cada una de las licencias ambientales que conozco de este tipo de iniciativas tiene asociadas medidas de mitigación y compensación. Cada vez son más exigentes estas condiciones; el tema es que si son más y más estrictas, pueden incluso hacer inviable económicamente los proyectos. Le puede interesar: Hidroituango una cadena de decisiones cuestionables No basta cumplir las reglas

Germán Corredor, director de Ser Colombia. Foto: Archivo Semana La normatividad ambiental en el país es buena, pero no basta cumplir las reglas. Debe haber un buen relacionamiento con las comunidades y muchas veces las compañías que desarrollan este tipo de proyectos subestiman la importancia de las mismas. Hay empresas que manejan mejor estos temas que otras, porque tienen experiencia y cuentan con equipos de profesionales que logran este objetivo, el cual no es fácil. Por su parte, los movimientos ambientalistas cada vez ejercen mayor oposición –una tendencia mundial–. Por esta razón, las compañías deben estudiar muy bien los impactos ambientales y escuchar a las comunidades, que forman parte fundamental del desarrollo. Tal vez una buena opción es pensar proyectos de menor envergadura, que generen menor impacto ambiental y social. Colombia cuenta con un gran potencial hidráulico e hidroeléctrico que permite desarrollar este tipo de iniciativas en diferente regiones, siempre de la mano de las comunidades.