El año 2021 será uno de los más complejos de la historia de la industria aseguradora. Ha aumentado la siniestralidad y las bajas tasas de interés se reflejan en los resultados del primer semestre de este año: las utilidades fueron 52 por ciento menores a las del mismo período del año anterior. El covid-19 afectó la siniestralidad de seguros como vida, vida grupo, riesgos laborales y salud; la cual ha sido anormalmente alta debido al número de fallecimientos y a los elevados costos asociados con la atención médica y prestaciones de los afectados.

A esta circunstancia hay que añadir los efectos derivados de las protestas de los meses de mayo y junio. Sumados ambos factores, el impacto en términos de siniestralidad será superior a 1,5 billones de pesos. Sin embargo, la solidez del sector ha superado esta coyuntura sin que se afecte la solvencia de las compañías aseguradoras.

Pero hay otros riesgos que no son asegurables. Algunos enormes como la inseguridad jurídica. Ninguna actividad económica está libre del riesgo de que el Gobierno, el Congreso, los funcionarios electos, los organismos de control o cualquier autoridad judicial decida modificar una norma que puede hacer inviable un negocio.

En seguros estamos asolados por este riesgo. Hacer negocios en Colombia no es fácil y en los últimos años los riesgos exógenos, aquellos sobre los cuales el empresario no tiene el control, se han disparado. Para los riesgos racionales, el seguro es la solución. Los demás, lamentablemente, no tenemos capacidad de asumirlos.

Grande sería el funcionario o gobernante que intentara calzarse los zapatos de quienes, desde el sector privado, intentan hacer empresa en Colombia en medio de tantos obstáculos.

*Presidente Ejecutivo de Fasecolda