Un estudio realizado por el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) puso en evidencia la difícil situación por la que atravesaron la mayor parte de las pequeñas y medianas empresas de la región en medio de la pandemia. Más del 60 por ciento resultaron afectadas, al igual que el 51 por ciento de las medianas, lo que preocupa si se tiene en cuenta que estos esquemas de negocio representan el 99,5 por ciento del tejido empresarial de América Latina.
“Sin embargo, aspectos como la reprogramación de las deudas bancarias, la reducción de impuestos y los programas de apoyo al empleo y garantías crediticias concedidos por los gobiernos permitieron sacar a flote a muchas de los 35 millones de pymes de la región”, dicen expertos de la CAF. Pese a esto, el hecho de que una buena parte de estas estructuras empresariales no use el financiamiento bancario, e incluso pague mayores tasas de interés que los grandes por falta de experiencia crediticia, “impide su desarrollo productivo”, precisan.
De hecho, una investigación del Instituto Global McKinsey, difundido en 2021, reveló que al menos 200 millones de pequeñas y medianas empresas en el mundo no tienen acceso a servicios de crédito. El estudio también determinó que el 52 por ciento de las mipymes de América Latina no tenían ningún tipo de ayuda financiera y que, en Colombia, uno de los factores que les complicaba el escenario crediticio era que el 75 por ciento de las transacciones se hacían en efectivo, característico en algunas economías emergentes, en comparación con las avanzadas, donde ya se les daba un amplio uso a los pagos digitales.
Por eso, las alianzas con la banca comercial y programas de crédito directo mediante la banca pública, colaboraciones con fintech, financiamiento por medio de empresas ancla y factoring, al igual que las acciones e instrumentos de capital de riesgo, son necesarias para la supervivencia de las mipymes. Estas lecciones dejadas por la pandemia deben ser estratégicas para las más de 2 millones y medio de mipymes que existen en Colombia, las cuales representan el 90 por ciento de las empresas nacionales y que aportan el 34 por ciento del PIB, el 80 por ciento de los empleos y el 45 por ciento de los salarios, según la Asociación Colombiana de Pequeñas y Medianas Empresas (Acopi).
“Fue lamentable ver el cierre de unas 58.000 empresas, de las 470.000 mipymes que hay en Bogotá, que aportan el 30 por ciento del PIB nacional y del tejido empresarial”, precisa Acopi. Adicionalmente, al fuerte golpe recibido por los efectos de la covid, la falta de logística, el alto costo de los insumos y la carencia de contenedores se suma que, tradicionalmente, más del 70 por ciento de las micro, pequeñas y medianas empresas no pueden sostenerse por más de tres años; algunas, inclusive, más de un año, que es la media del sector.
“Esto se debe a que el 62 por ciento opera con recursos propios, y la mayoría no cuenta con acceso a préstamos financieros”, sostiene María Alejandra Osorio, directora ejecutiva de la asociación, seccional Bogotá, Cundinamarca. Justamente por eso, durante la pandemia las mipymes hicieron uso del subsidio a la nómina de las empresas legalmente constituidas, que el Gobierno creó en 2020 bajo el nombre de Programa de Apoyo al Empleo Formal Paef). “Sin embargo, varias entidades del sector financiero tradicional le cerraron las puertas al gremio: casi al 70 por ciento, según una encuesta hecha por la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (Anif), a principios de 2021″, agrega Osorio.
¿Qué necesitan para fortalecerse?
Para la representante de Acopi, urge un financiamiento más directo y de banca de inversión pública, “que permita tener un progreso y formas de crédito que trasciendan los propios ingresos. Les urge una banca de fomento que preste a unas tasas, a unos tiempos y con unos periodos de gracia que verdaderamente ayuden a las mipymes a subsistir”, detalla.
En el mercado financiero hay una gran oferta de productos y ser dades de negocio. De hecho, una buena parte de la banca tradicional ha dispuesto un portafolio digital para pymes, con el fin de hacer más ágiles y efectivos los procesos. Las fintechs también han tenido un rol determinante en la supervivencia de pequeñas y medianas empresas, con productos a su medida. “A esto se suma la rapidez del acceso y de los préstamos, con menos trámites o sin barreras”, anota Osorio.
Erick Rincón Cárdenas, presidente de Colombia Fintech, dice que esta plataforma, que hoy cuenta con 280 firmas, tuvo una excelente dinámica en medio de la emergencia sanitaria, ya que los pagos digitales lograron equilibrar el comercio y llegaron para quedarse. Además, se fomentó el crecimiento del crédito digital, por medio de entidades supervisadas que comenzaron a ofertar sus líneas y contribuyeron a que varias mipymes sostuvieran su operación.
De acuerdo con Rincón, los otros dos esquemas de las fintechs que facilitaron el movimiento de estas industrias son el factoring y las finanzas empresariales. “El primero es con el que las empresas pueden tener liquidez mediante la negociación y venta de sus facturas, obteniendo recursos para fortalecer su operación y poder lidiar con temas, como el capital de trabajo y el pago de los costos fijos. Mientras que el segundo mejora y fortalece la operación a través de software contable, facturación electrónica, firmas digitales, nómina electrónica y software para la automatización de procesos”, concluye
En cifras
- 200 millones de pequeñas y medianas empresas en el mundo no tienen acceso a servicios de crédito. Fuente: Instituto Global McKinsey, estudio de 2021.
- 52 por ciento de las mipymes de América Latina no cuentan con ayuda financiera. Fuente: Instituto Global McKinsey, estudio de 2021.
- Colombia cuenta con más de 2.500.000 mipymes, que representan el 90 por ciento de las empresas nacionales. Estas aportan el 34 por ciento del PIB, el 80 por ciento de los empleos y el 45 por ciento de los salarios. El 62 por ciento de las micro, pequeñas y medianas empresas opera con recursos propios. Fuente: Acopi.
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