¿Cómo nació esta iniciativa y qué territorios ha impactado hasta ahora?
María Paola Mejía: Esta fue una idea que tuvimos con mi esposo, con quien he compartido ese interés de querer ayudar a las personas que lo necesitan. Hace 17 años decidimos plasmar ese sentimiento en común creando la Fundación Angelitos de Luz, a través de la cual hemos venido trabajado en todo el país, específicamente en territorios que se caracterizan por trabajar con el sector minero. Hasta el momento hemos impactado a más de 20 departamentos en lugares que van desde La Guajira hasta el Amazonas.
¿Cuál ha sido el impacto de las brigadas de salud visual que organizan?
M.P.M.: Nuestro objetivo principal es ofrecer calidad de vida a comunidades vulnerables. Por ejemplo, desde hace 10 años hemos venido trabajando en Segovia, Antioquia, una zona en la que hay una amplia presencia de minas de oro. Allí comenzamos haciendo unas brigadas de salud visual porque identificamos que la razón por la que había tanta deserción escolar era debido a que los niños no veían bien. Fue ahí cuando decidimos hacer un fuerte trabajo en todo el tema de salud visual, en donde además de realizar consultas, donamos lentes e hicimos un proceso riguroso para financiar cirugías en los casos que era necesario. Además, en otro contexto, coincidimos con la historia de un niño llamado Rafael, lo que también nos motivó a tomar acciones. Recuerdo que cuando lo conocimos tenía un estrabismo muy notorio, sumado a eso su situación familiar era compleja porque solo contaba con su abuela. Aunque necesitaba una cirugía urgente, no había recursos para realizarla, y además era epilépetico, lo que generaba un riesgo mayor. Sin embargo, hicimos un seguimiento de su caso y lo apoyamos para que tuviera su operación de manera exitosa. Hoy podemos decir con orgullo que Rafael tiene 20 años.
Los espacios educativos que fomentan para niños y jóvenes también han tenido repercusiones muy positivas en los territorios…
M.P.M.: Identificamos que en este territorio los niños no estaban estudiando, permanecían en sus casas o en guarderías, por esta razón, a través de la Fundación, decidimos apoyar al colegio Gimnasio la Salada. Desde hace ocho años, aproximadamente, hemos venido trabajando en diferentes líneas de acción. Además de ofrecer más de mil becas, impulsamos a los estudiantes para que tengan una formación bilingüe, en alianza con la embajada de Canadá, y vienen profesores nativos a enseñarles inglés. Así mismo, fomentamos el interés en áreas culturales como danza o música. El resultadose ha visto reflejado en que muchos niños disfrutan tanto ir al colegio que no quieren devolverse a sus casas. Inicialmente este era un colegio muy pequeño, entonces intermediamos para que se hiciera una remodelación y ampliar sus espacios y cobertura, que hasta el momento ha beneficiado a más de 800 estudiantes de primaria y bachillerato.
¿En qué consiste el trabajo con las madres cabezas de familia?
M.P.M.: Trabajamos con las mujeres que viven cerca a las minas, que en muchos casos han tenido como única opción la prostitución, algunas de ellas también son las mamás de los niños que asisten al colegio que apoyamos. Adicionalmente, trabajamos de la mano con las que son conocidas como chatarreras, llamadas así por dedicarse a recibir todos los residuos que sobran de las minas, un trabajo muy arduo y poco valorado, de extensas jornadas, que las obliga a tener turnos que van hasta las 2 o 3 de la mañana. Para nuestra Fundación las mujeres son muy importantes, por esa razón siempre buscaremos la manera de apoyarlas. De hecho, hemos intentado capacitar e inspirar a muchas de ellas para que logren superar por sí mismas las adversidades, sin tener una dependencia de sus esposos, a nivel económico y emocional.
¿Cómo ha sido la experiencia de apadrinar a comunidades vulnerables?
M.P.M.: Ha sido una experiencia muy enriquecedora porque además de trabajar con los niños para que se eduquen y tengan una mejor salud y calidad de vida, apoyamos a los habitantes del territorio, incluyendo a madres y padres de familia. Ofrecemos oportunidades laborales para que puedan ser docentes, colaboradores de aseo, entre otros cargos. En realidad nuestro apoyo es transversal debido a que todo está conectado y eso hace que sea más bonito. Además, tenemos el plan padrino para que los interesados puedan sumarse a esta causa y ayudar, de hecho, amigos míos han sido testigos de los resultados de las acciones que impulsamos y se han unido. De esta manera se han fortalecido esos planes padrinos en zonas que se han caracterizado por tener mucha violencia, o en donde aún persiste el conflicto armado.
¿Cuáles son los planes de Angelitos de Luz para el próximo año?
M.P.M: Seguir creciendo. Actualmente estamos estudiando unas zonas a las que queremos llegar, buscamos conocer a la población e identificar cuáles son sus necesidades. Aunque es un proceso en el que se debe seguir trabajando, mi sueño es hacer otro colegio en otro territorio del país. Para esto sigue siendo clave contar con el apoyo de los donantes, que en muchos casos son empresas mineras que nos han apoyado, en su mayoría de otros países. Cabe reiterar que nunca quise involucrar a la Fundación con temas políticos, porque el interés no es la burocracia sino generar un impacto real en las poblaciones del país.
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