El aislamiento social y la incertidumbre generada por la pandemia ratificaron la importancia de desarrollar habilidades sociales y emocionales en los estudiantes, especialmente en los más pequeños. Henry May, CEO de la organización educativa CoSchool, explica que las habilidades socioemocionales dejaron de ser un asunto de interés para la educación y se convirtieron en un factor fundamental para que niños y jóvenes estén bien, aprendan a cuidarse a sí mismos y a los demás. En el caso de esta entidad, esas competencias se trabajan con el modelo pedagógico Edumoción, el cual vincula a la educación con la emoción y la experiencia, y aborda las diferentes dimensiones del aprendizaje: sentir, pensar, actuar y reflexionar.

“El mundo ha cambiado, por lo que debemos transformar la educación. Hay unos temas que deben estar más presentes en entornos escolares, como poder hablar sobre el trauma. Muchas personas sufren por la falta de enseñanza de estas habilidades”, explica May. Por su parte, Tatiana Charry, rectora del colegio Newport School de Bucaramanga, comenta que en tiempos de incertidumbre es cuando se tiene la obligación de promover el desarrollo de habilidades para manejar los sentimientos y las emociones, fomentar la autoestima, el optimismo, la asertividad, la responsabilidad, la empatía, el autocontrol y la cooperación.

“Desarrollar estas habilidades nos permite tener futuras generaciones más equitativas, compasivas y creativas. Durante la etapa de desarrollo de los niños, su maduración cognitiva depende en gran medida de su ambiente, sus relaciones y experiencias”, puntualiza Charry. Uno de los proyectos que fomentan estrategias de educación experiencial es ClickArte, el cual se enfoca en convertir el aprendizaje en algo profundo y divertido, para lo cual se mezcla lo socioemocional con las diferentes áreas del conocimiento. Con esta metodología se han formado 200.000 niños y 5.000 profesores en más de 17 departamentos de Colombia.

Emmanuel Neisa, director de ClickArte, advierte que el contenido que se enseña en las aulas debe dialogar con el contenido del mundo real, y no es necesario esperar a que los niños sean mayores para hablar sobre temas complicados. Uno de sus proyectos es La Aldea, el cual está basado en un universo de fantasía en el que se utilizan metáforas de la vida real para formar ciudadanos desde pequeños a través de actividades y ejercicios en los que se hacen visibles problemáticas como la corrupción, el fenómeno migratorio y los procesos electorales. A partir de ellos se generan reflexiones que contribuyen a fortalecer la confianza en niños y jóvenes, y sus habilidades para resolver problemas y adaptarse a los cambios que como demostró la pandemia son repentinos e inesperados.

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