Cuenta la leyenda que en 1886 el conde francés Gabriac visitó la ciudad de Ibagué e, impresionado por el talento de sus músicos, la bautizó ‘la ciudad musical de Colombia’ en un artículo que escribió para un periódico europeo.
La historia se ha encargado de darle la razón. Ibagué sigue siendo reconocida por ser cuna de grandes artistas y hoy es sede de algunos de los eventos musicales más importantes del país. Uno de ellos es el Ibagué Festival, un proyecto de la Fundación Salvi que nació en 2019 y que después de una pausa obligada por la pandemia, regresa este año del 13 al 16 de agosto con una programación en la que converge la música académica nacional e internacional con el folclor del país y los ritmos populares.
Esta vez se explorarán escenarios alternativos al tradicional Conservatorio del Tolima y al Teatro Tolima, habrá presentaciones en barrios periféricos de la ciudad y en otros municipios del departamento. Además, se realizará una agenda educativa que incluirá clases magistrales dictadas por artistas del festival, clínicas de luthería y programas de formación en producción, entre otras actividades.
Julia Salvi, presidenta de la Fundación Salvi y fundadora -junto con su esposo- del Cartagena Festival de Música, lidera esta iniciativa que tiene como fin establecer un diálogo cultural en el que todos los ritmos, tradiciones y gustos estén representados.
SEMANA: ¿Qué retos ha significado para la Fundación Salvi retomar este año el Ibagué Festival?
Julia Salvi: Es un proyecto muy diferente al Cartagena Festival en el modo como lo presentamos y lo llevamos a cabo. Ibagué es un espacio que no está muy cerca de las grandes ciudades. Es como la costa del interior y me encanta porque es una experiencia en la que tenemos la capacidad de manejar la vida un poco más relajada, menos complicada. Nosotros, que venimos de Bogotá, tenemos mucha dificultad para relajarnos, somos más estrictos, más acartonados y la vida es mucho más rígida. Hemos aprendido mucho de esta experiencia.
SEMANA: Pero también en su contenido este festival es muy diferente al de Cartagena...
J.S.: Tuvimos que cambiar completamente el chip con el que veníamos de Cartagena para conectarnos con lo que es importante para nosotros como colombianos. Si somos conscientes de las cosas maravillosas que tenemos, que incluyen la música, nos queda mucho más fácil vender nuestro país al mundo, y cuando digo vender me refiero a sentirnos orgullosos y que las futuras generaciones conozcan estas hermosas tradiciones que tenemos. Yo creo que con el tiempo hemos podido contagiar a los demás el orgullo por esta riqueza plural, por la tradición, por la ruralidad y por la música académica. También buscamos honrar a estos compositores nacionales que escribieron música a principios del siglo pasado y que a veces no valoramos porque no son Mozart o Beethoven. Cuando llegamos a Ibagué entramos en contacto con un territorio que ha buscado que la música sea su más importante representante. Así como los italianos hablan de comida, aquí es de música. Así como Cartagena tiene esa ciudad histórica, Ibagué tiene los paisajes más hermosos y un clima en el que uno quiere envejecer.
SEMANA: En la curaduría se puede decir que abrieron espacios para todos los ritmos, desde la música del Pacífico, pasando por el jazz, hasta el despecho...
J.S.: Es que estamos en manos del maestro Alejandro Mantilla, nuestro director artístico, que fue el que creó el Plan Nacional de Música hace más de 25 años. Recorrió todo el territorio reconociendo las músicas que somos. Se las conoce todas, de La Guajira al Amazonas.
SEMANA: ¿Cómo ha sido la experiencia de trabajar con tantos músicos locales?
J.S.: Ha sido sorprendente encontrarnos con tantos artistas talentosos, desde las comunas de Ibagué hasta las montañas del departamento. Cuando vas al campo sientes cómo alrededor de la música la comunidad se reúne y cómo esta pasa de generación en generación a oído, pero a un oído con un ritmo impresionante. Por supuesto, hay que apoyarlos dándoles algunas herramientas, como afinarles los instrumentos o cambiarles las cuerdas. También hemos trabajado para que cada uno de los músicos se perfeccione desde el vestirse y sentirse músico en el escenario; para eso hemos contado con grandes profesores y expertos.
SEMANA: Los jóvenes serán los encargados de transmitir ese legado musical. ¿Han estado involucrados en este proyecto?
J.S.: Lo que más nos ha sorprendido es que la mayoría de las personas que están trabajando con nosotros en el Ibagué Festival tienen entre 20 y 30 años. Yo diría que el 90 por ciento son menores de 30, mientras que en el de Cartagena la mayoría del equipo tiene entre 30 y 40. Eso para nosotros fue la mejor respuesta porque siempre tenemos la preocupación de atraer a la juventud y resulta que todo el concepto les fascina y quieren ser parte de él y vivir la experiencia.
SEMANA: ¿Por qué ningún colombiano debería perderse el Ibagué Festival?
J.S.: Asistir al Ibagué Festival es escuchar en un mismo escenario las músicas de todo el territorio, son esas diferencias las que hacen a cada una de nuestras regiones especiales. Después de esta visita de tres días te vas enriquecido de haber conocido y escuchado tantos estilos diferentes y disfrutado de cada uno de ellos: todos representan una excelencia o una tradición.