La pedagogía es una medida bien recibida, pero debe complementarse con el control para motivar el cumplimiento de las normas. Por ejemplo, para garantizar la obligación del uso del casco en los motociclistas, una campaña podría consistir en identificar líderes, capacitarlos y darles los implementos para que sean creadores de la tendencia que ayudará a normalizar el uso de este elemento de protección, sin embargo, es clave que las medidas se acompañen con control en vía para lograr un verdadero impacto.

El objetivo es proteger a las personas. Los análisis del Observatorio Nacional de Seguridad Vial (ANSV) muestran que un aumento del 10 por ciento en los comparendos impuestos se correlaciona con una disminución del 0,29 por ciento en las fatalidades del mes siguiente, y un aumento del 10 por ciento en los comparendos pagados se correlaciona con una disminución del 0,27 por ciento en las fatalidades del mes siguiente. Es decir, el efecto del control en los niveles de siniestralidad vial ha sido débil.

Para tener resultados más contundentes, hay que empezar por saber que los operativos de control en los municipios se realizan en horas pico durante días laborales, mientras que la mayor frecuencia de siniestros fatales ocurre en horas valle y fines de semana, de acuerdo con los estudios desarrollados por el Observatorio Nacional de Seguridad Vial. Si se analiza, solo uno de cada tres comparendos llega a ser pagado por el infractor y en la mayoría de los casos transcurre más de un año para el castigo monetario de la infracción, situación que depende exclusivamente de las Secretarías de Tránsito. Lo anterior motiva a la reincidencia porque no hay una sanción efectiva. Entre 2018 y 2022, cuatro de cada diez conductores fueron reincidentes en comparendos y dos de cada diez fueron reincidentes en siniestros.

Pacto por la movilidad

Debemos mejorar las acciones de control fortaleciendo a las Secretarías de Tránsito y seguir trabajando en la gestión de un sistema seguro que nos permita construir la paz vial. Por ello, desde la Agencia Nacional de Seguridad Vial implementaremos una estrategia integral con la que sea posible avanzar en un pacto por una movilidad sostenible, segura y saludable, en línea con lo dispuesto en el Plan Nacional de Desarrollo ‘Colombia, potencia de la vida’. En este pacto la movilidad va más allá del desarrollo de desplazamientos de personas o de bienes o cosas. Contempla los pilares de sostenibilidad, gobernanza, seguridad, equidad y salud, en los cuales la seguridad vial se desarrolla de forma transversal.

La estrategia integral parte de reconocer que los traumatismos causados por el tránsito son una de las principales causas de muerte y discapacidad en todo el mundo. Cada año provocan la muerte de aproximadamente 1,35 millones de personas y causan lesiones a otros 50 millones.

En Colombia, esta problemática afecta gravemente a la población, y después de la pandemia las víctimas van en aumento, pues en el año anterior el país tuvo el número más alto de víctimas fatales por siniestros viales de todos los tiempos.

Según los datos procesados por el Observatorio Nacional de Seguridad Vial, 8.264 personas fallecieron en 2022, lo que representa un aumento del 13,7 por ciento con respecto a 2021. Una vez más el motociclista es el actor que presenta el mayor registro de fallecidos en siniestros viales, pues seis de cada diez fallecidos corresponden a este actor vial y en siete de cada diez fallecidos estuvo involucrada al menos una motocicleta.

¿Un tema de género?

Los datos también evidencian que los hombres tienen mayor participación en la siniestralidad vial, en parte porque, según un estudio adelantado por la ANSV, existen estereotipos de género que fomentan riesgos.

Como muestra de lo anterior, el análisis de los siniestros viales con víctimas fatales ocurridos entre 2010 y 2021, resalta que la severidad promedio de los accidentes en los que se ven envueltos los hombres conductores es tres veces más alta que la de las mujeres conductoras.

De igual forma, del total de mujeres fallecidas en las vías el año pasado, la gran mayoría (67 por ciento) falleció como víctima pasiva, iba como acompañante de un vehículo manejado por un hombre. En consecuencia, la aplicación de medidas para prevenir siniestros viales debe considerar un enfoque de género que propenda por fomentar masculinidades alternativas a la hegemónica o machista, y que busque la equidad de género.

El reto de la infraestructura

También es clave una estrategia integral que combine el control y la pedagogía de manera transversal a la gestión de los elementos que conforman el sistema seguro, especialmente con una planificación de ciudades y de corredores que mitigue riesgos viales; una infraestructura de calidad, que sea inclusiva con todos los actores, y que se diseñe con un enfoque centrado en las personas; así como los vehículos y las velocidades seguras, pues, de otro modo, se seguirán invirtiendo recursos en acciones que han resultado infructuosas.

La estrategia de este Gobierno consiste en liderar la aplicación de medidas que resulten efectivas para la gestión de la seguridad vial. Acompañar a los territorios a generar medidas de control que consideren los puntos de alta siniestralidad, horarios, días y conductas de riesgo que se cometen, orientado a mitigar el fenómeno. Lo anterior, robusteciendo el marco legal del sistema sancionatorio para que realmente se logre disuadir al ciudadano a través de la sanción efectiva con una detección, notificación, fallo y cobro oportuno por el incumplimiento de la norma de tránsito.

La gestión de la seguridad vial va mucho más allá de educar y controlar, y para lograr el cambio hacia un sistema seguro se requiere de un compromiso y trabajo articulado entre el Estado, el sector privado y la ciudadanía. No podemos aceptar un solo muerto más producto de la violencia vial, y tenemos que generar esfuerzos direccionados y articulados con el fin de que Colombia sea una potencia de la vida.

*Directora (e) de la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV)