A mediados de 2020 se dio inicio a un programa único y sin precedentes en Colombia: el Proyecto Educativo de Formación para Personas Privadas de la Libertad y de guardianes, que busca impulsar la educación y el desarrollo profesional de la población carcelaria del Complejo Penitenciario y Carcelario de Ibagué (Coiba), ubicado en Picaleña. A través de esta iniciativa, 36 internos y 19 guardianes se están capacitando para ser profesionales en Comunicación Social.
El proyecto, liderado por la Gobernación del Tolima, el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec) y la Universidad Uniminuto, entregó becas universitarias del ciento por ciento a las personas privadas de la libertad y a sus guardianes. Según explica Ricardo Orozco Valero, gobernador del Tolima, los costos se asumieron con recursos del gobierno departamental: cerca de 1.000 millones de pesos durante los 10 semestres que dura la carrera.
El programa de Comunicación Social cuenta con sala de prensa, laboratorios, tutorías, además de textos y guías que garantizan su ciclo de formación práctica. El objetivo es graduar en un año y medio al primer grupo de comunicadores sociales.
“Se trata de un programa de resocialización real que motiva la convivencia ya que las personas privadas de la libertad y los guardianes del Inpec se capacitan unidos para ser profesionales, y ese es un bonito mensaje para el país”, asegura el gobernador.
Lo mismo opina Leonardo Sánchez, coordinador del Programa de Comunicación Social de la Uniminuto, quien menciona que el acercamiento entre los guardianes y los internos garantiza el cumplimiento de la función resocializadora de la pena, genera procesos de custodia y vigilancia más humana, y además, logra la vinculación de dos poblaciones opuestas, pero que en este momento trabajan unidas.
“Con este proyecto los privados de la libertad ven a los guardianes que los custodian como sus compañeros o pares académicos. Es la primera vez en el mundo que esta población recibe formación profesional como estrategia de inclusión con interacción armónica que garantiza la resocialización de las personas privadas de la libertad y su regreso eficaz a la sociedad”, enfatiza Sánchez.
Uno de los 36 internos beneficiados es Juan Carlos Cruz, quien dice que el programa ha significado mucho para su vida: “me ha dado fuerzas para seguir pagando la condena. Quiero mostrarle a mi hijo que, a pesar del lugar donde he pasado algunos años, soy una persona que puede llegar a hacer grandes cosas en la vida”.
Así mismo, el interno Édgar Hernández agrega que “con la educación profesional podremos aportar a la sociedad en la búsqueda de soluciones a diversas problemáticas. De ser un punto negro, pasamos a ser un punto positivo”. Otro de los beneficiarios es Diego Gutiérrez, quien menciona que la beca les cambió la vida a todos, ya que debido a su situación económica no es fácil asumir los costos de las matrículas universitarias.
Para Lorena Núñez Mejía, docente del Programa de Comunicación Social de la Uniminuto, el proyecto se destaca como un ejemplo de perdón, solidaridad y resiliencia porque “unos y otros se ayudan, se dan la mano, son amigos que comparten conocimientos y aprendizajes en busca de un bien común”, afirma.
De los 19 guardianes que conforman el grupo de estudiantes, nueve son mujeres. Una de ellas es Cinneth Moncada, miembro del cuerpo de custodia y vigilancia del Inpec, quien afirma que la formación recibida junto a personas privadas de la libertad ha sido una experiencia enriquecedora.
Otro de los aspectos por destacar es el esfuerzo que se realizó cuando empezó el programa ya que debido a las dificultades que trajo la crisis sanitaria causada por el covid-19, tuvieron que implementar herramientas metodológicas en los diferentes ciclos formativos. “La radio jugó un papel crucial, ya que se pudo llegar a los estudiantes a través de nuevas metodologías para que pudieran acceder a las clases en medio de la pandemia”, concluye la docente Melissa Puentes.
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