En 2004, Roland Emmerich recreó una pesadilla apocalíptica en la película El día después de mañana (The Day After Tomorrow), en la cual se desencadena una serie de desastres naturales a causa del calentamiento global. Si hoy, cambios de clima extremos, una guerra o una catástrofe mundial hicieran del futuro algo tan incierto como el del filme del director alemán, la seguridad alimentaria del planeta estaría garantizada.
En el archipiélago de Svalbard, Noruega, se construyó una suerte de Arca de Noé para las semillas: la Bóveda Global de Semillas de Svalbard (Svalbard Global Seed Vault). Su misión es preservar una amplia diversidad de materiales genéticos. Ante el peor escenario, estas semillas se podrían utilizar para restaurar las plantas que sustentan la vida en la Tierra.
Colombia es uno de los países comprometidos con la conservación de la biodiversidad agrícola y con garantizar la seguridad alimentaria global. Anualmente, desde el país se envían semillas de fríjoles y forrajes tropicales a la isla de Spitsbergen, que pasan a formar parte del inventario de la bóveda, también conocida como el ‘último recurso’ para la agricultura mundial.
Todo ocurre en el municipio de Palmira, a menos de una hora de Cali, en el Valle del Cauca. Desde aquí, un grupo de científicos del Centro Internacional de Agricultura Tropical (Ciat) custodia la colección global de fríjol, yuca y forrajes tropicales.
Todo lo que hay que saber en el mundo sobre estos cultivos estratégicos, su relación con la biodiversidad y el cambio climático está en este lugar. El Ciat, que forma parte del Grupo Consultivo sobre Investigación Agrícola Internacional (CGIAR), también dedica esfuerzos a mejorar la seguridad alimentaria y la sostenibilidad ambiental en regiones tropicales.
Por eso no sorprende que la primera visita de Jeff Bezos a Colombia, en agosto de 2022, fuera para conocer esta maravilla científica de Palmira. Un año antes, el fundador de Amazon, y uno de los hombres más ricos del mundo, según los rankings de Forbes y Bloomberg, había dejado su cargo como CEO de la compañía para enfocarse en otras empresas e iniciativas como Bezos Earth Fund, mediante la cual financia proyectos para combatir el cambio climático.
“Contamos con colecciones únicas de 36.000 muestras de fríjol, 6.000 de yuca y 26.000 de forrajes tropicales. Son las más amplias y completas del mundo. El Ciat las custodia, estudia y distribuye globalmente sin ánimo de lucro”, explicó Joe Tohme, director gerente para las Américas de la Alianza Bioversity International y director general del Ciat. Estas colecciones forman parte del Tratado de Recursos Genéticos de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura).
Las variedades de semillas custodiadas en el Ciat se conservan en condiciones muy específicas y a bajas temperaturas, de una forma tan rigurosa que el banco de germoplasma de Palmira, bajo el liderazgo del científico emérito del Ciat Daniel Debouck, fue valorado en 2011 como el mejor en una revisión mundial.
A partir de entonces, la meta fue llevarlo a otro nivel y así nació la propuesta de construir un nuevo edificio bajo tres premisas: “Que tuviera la certificación ambiental, que fuera un centro de innovación y que contara con un componente de capacitación de las próximas generaciones de científicos y científicas, que incluyera promover conocimientos de la biodiversidad a nivel de colegios”, explicó Tohme. La infraestructura, que impresiona a sus visitantes, fue diseñada y ejecutada con talento colombiano.
Hoy, el Ciat no solo se dedica a la conservación y la investigación. Junto con el Instituto Alexander von Humboldt y el Parque Explora lidera iniciativas que han permitido fomentar el intercambio de ideas, con encuentros para científicos, periodistas y colegios, entre otros grupos de interés, en sus instalaciones.
Además, Semillas del Futuro se convirtió en el primer banco internacional con certificación ambiental: Liderazgo para energía y ambientes de diseño de Estados Unidos. “Es un edificio del que me enorgullezco, porque muestra el talento del campus que trabaja de Palmira para Colombia y de Colombia para el mundo”, aseguró su director.
Aunque el Ciat en Colombia se enfoca en cultivos tropicales, según mandato del CGIAR, también trabaja en cultivos como el arroz, que en realidad es competencia de otro de los centros que conforma la red: el Instituto Internacional de Investigación sobre el Arroz (Irri, por su sigla en inglés) de Filipinas. Esto se debe a que los sistemas de producción en Asia, África y América Latina son muy diferentes, y fueron necesarios desarrollos específicos para cada región.
El cuarto frío
Estudios de longevidad determinaron a qué temperatura y humedad deberían ser almacenadas las semillas por largos períodos: entre -18 y -20 °C (0 °F) para ralentizar su deterioro y el envejecimiento del material genético.
El personal del Ciat entra, en promedio, entre dos y tres veces por semana al lugar, para extraer material o ingresarlo. Los protocolos de seguridad y salud estiman que una persona no puede estar allí más de 45 minutos, y cuando salen, antes de exponerse a las altas temperaturas que se registran en Palmira, deben permanecer unos 15 minutos en la precámara bajo unos 10 grados, para estabilizarse. De hecho, las personas con problemas de salud tienen prohibido el ingreso.
Desde este cuarto frío del Ciat se han enviado a Noruega muestras de cerca de 98 % de las colecciones de fríjoles y del 95 % de los forrajes. “Nos falta poco para completar el ciento por ciento, aunque el compromiso era llegar al noventa por ciento”, explicó Luis Guillermo Santos, coordinador de Conservación de Semillas y curador de la colección de fríjol.
Sin embargo, de acuerdo con Debouck, en la historia del laboratorio se han distribuido más de un millón de muestras a usuarios en un poco más de 160 países.
El cuarto frío también recibió el nombre de cuarto de largo plazo, porque allí permanecen al menos 30 años conservadas, aunque con la metodología que maneja el Ciat se estima que podrían durar unos 3.000 años. “El plan es que cada tres décadas se regeneren estos materiales, es decir, se envíen al campo para que se adapten nuevamente al medioambiente y produzcan semillas”, comentó Santos.
Actualmente, adaptar los cultivos al cambio climático para mantener el rendimiento y la producción de alimentos es una de las tareas más desafiantes. Deissy Martínez, líder regional de Acción Climática en América Latina y el Caribe, contó que desde la ciencia se trabaja en modelaciones climáticas para prever cómo el clima afectará la producción agrícola, la nutrición y la biodiversidad en los próximos 20, 30 y hasta 50 años.
También se estudia cómo la agricultura contribuye al calentamiento global y cómo mitigar esos efectos, “incluso cómo impacta la vida de los agricultores en términos de sus ingresos y de su propia alimentación”.
Visión pos-COP
La Alianza de Bioversity International y el Ciat desempeñarán un rol estratégico durante la Cumbre Global de la Biodiversidad que tendrá lugar en Cali este 2024. De acuerdo con su director, Joe Tohme, se enfocarán en fomentar colaboraciones duraderas en Colombia y en asegurar cofinanciación, tan necesaria frente a la disminución global de las inversiones en ciencia, que también afecta a Colombia. Para facilitar las alianzas internacionales y la obtención de recursos, crearon un marketplace de proyectos científicos, donde los investigadores pueden consultar en línea las temáticas en las que avanzan, actualmente, al menos 20 universidades, institutos y entidades nacionales, y manifestar su interés por participar.
“La idea es que estas colaboraciones surjan durante la COP, y en este sentido será clave una Feria de Ciencias que tendrá lugar en Semillas del Futuro, y continúen después. Nuestra apuesta no se limita a la COP, sino a la pos-COP. Queremos mantener los diálogos y el intercambio bilateral de ideas al año siguiente”, apuntó Tohme. Además, el Ciat estará a cargo de la ruta académica del departamento, que será digital.
Para los investigadores del Ciat está será una gran oportunidad para dar a conocer el trabajo que realizan, “porque este centro solamente lo conoce la gente relacionada con el agro o con el ambiente en el mejor de los casos. El colombiano, en general, no. Es importante que se sepa que existimos y que pueden acceder y adoptar las innovaciones y tecnologías que generamos”, concluyó la líder de programas de Biofortificados y Evaluación de Impacto (Pisa) del Ciat. Es por esto que entre los planes está desarrollar un tour virtual 360 grados como el de la Bóveda Global de Semillas de Svalbard, que les permita a los usuarios explorar en el interior de las instalaciones, observar cómo se almacenan las semillas y aprender sobre la historia y la importancia del banco.