Al esposo de Marisol Jácome lo asesinó el ELN en 2002. Junto a sus tres hijas de 11, 8 y 3 años tuvo que empezar una nueva vida en Arauca. “Terminé mis estudios en gestión documental y archivística, y me dediqué a hacer arroz mixto para vender, así como a ofrecer productos de catálogo”, recuerda. Marisol es una de las 1.804 personas que lograron conseguir un empleo formal durante la pandemia, gracias a la Estrategia Integral de Inclusión Laboral para víctimas del conflicto armado 2020-2021. Un programa creado por la Unidad del Servicio Público de Empleo, con apoyo de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
La iniciativa nació para promover la empleabilidad de las víctimas a través de un proceso de gestión empresarial, que comenzó luego de abrir una convocatoria en octubre del 2020, en la cual 85 compañías manifestaron su interés de vincularse mediante la contratación de víctimas del conflicto y beneficiarse del apalancamiento de costos laborales y el acompañamiento psicosocial.
Al cierre de la convocatoria, 50 pequeñas, medianas y grandes empresas de los sectores de la agricultura, la confección, servicios y construcción, comercio al por menor, alimentos y vigilancia, entre muchos otros, fueron seleccionadas para hacer parte del programa.
Jácome es una de las 28 personas que se vincularon laboralmente a una empresa en Arauca. Ahora integra la nómina de la caja de compensación familiar Confiar, en el área de servicios generales. “Estoy contratada desde hace cinco meses. En medio de esta pandemia qué más puedo pedir”, y agrega que sus hijas Katherine y Marbellí reciben apoyo económico para continuar con sus carreras universitarias en psicología y administración de empresas.
El 60 por ciento de los vinculados a través de este programa son jóvenes entre los 18 y 28 años. El 50,9 por ciento son mujeres y el 30 por ciento pertenecen a grupos étnicos. En cuanto a las empresas, el 74 por ciento de las que participaron eran mipymes y el 24 por ciento grandes compañías.
“Una de las premisas que plantea la Estrategia Integral de Inclusión Laboral es el reconocimiento de las cualidades de los trabajadores, de su historia, su cambio y evolución a través del proceso. Por ejemplo, su alta capacidad de gestión y actitudes asertivas. Esto los convierte en candidatas idóneos para dinamizar procesos de innovación al interior de las empresas”, advierte Angi Viviana Velásquez, directora de la Unidad del Servicio Público de Empleo.
Aunque la implementación de la estrategia no fue fácil por la pandemia, logró un impacto a nivel territorial en 18 departamentos y 32 municipios, donde con cada oportunidad de empleo se transformaron las vidas de decenas de familias.
Lea también: El convite de los animales: un canto al campo colombiano