El embarazo a temprana edad es una de las situaciones que más afecta a la niñez y la juventud en Colombia. Según cifras dadas a conocer recientemente por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), 54 de cada 1.000 mujeres entre los 15 a 19 años y 2,2 niñas por cada 1.000 entre los 10 a 14 años se convirtieron en madres en el transcurso de 2020. Un registro alarmante, dadas las consecuencias que este fenómeno representa, no solo para la superación de la pobreza intergeneracional, sino en el desarrollo integral y la salud mental de este segmento de la población.

Esta situación es especialmente preocupante en las menores de 14 años, pues está evidenciando la enorme vulnerabilidad que tienen las niñas frente al abuso y la violencia sexual que sucede por lo general en su entorno familiar.

Aunque el embarazo en la infancia y la adolescencia siempre han existido en Colombia, solamente desde la década de los noventa empezamos a estudiar sus raíces y a mirar este fenómeno como un reto socioeconómico y de salud pública. Tanto el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), como Profamilia y el Grupo de Familia y Sexualidad de la Universidad de los Andes, han destacado en sus estudios el origen multicausal del embarazo temprano, razón por la cual una de las principales recomendaciones es que esta situación debe abordarse desde las particularidades del contexto.

Con la estrategia ‘Soacha Ciudad Saludable’ se realizaron jornadas de salud sexual y reproductiva en diez puntos de la ciudad que facilitaron el acceso a métodos de planificación de larga duración a niñas y mujeres en edad reproductiva del municipio. | Foto: Getty Images

En mi experiencia como docente del programa de ciudadanía sexual, con el cual logramos reducir la cifra de embarazos adolescentes de 70 a 0 en el colegio Gerardo Paredes de la localidad de Suba, en Bogotá, pudimos establecer que una educación integral de la sexualidad con enfoque de derechos y con la firme intención de atacar las violencias basadas en género, permite que los niños, niñas y adolescentes adquieran mejores habilidades para la toma de decisiones informadas y responsables sobre su cuerpo y sexualidad.

Adicionalmente, contribuye a la comprensión del derecho que tienen las mujeres al disfrute de su placer, de que logren la superación de creencias, miedos y prejuicios frente a la salud sexual y reproductiva y se apropien del uso de métodos de regulación de la fertilidad. Para que esto sea posible, la articulación intersectorial con el sistema de salud es fundamental para garantizar el acceso y el ejercicio efectivo de los derechos humanos sexuales y reproductivos.

Esto es precisamente lo que ha conseguido recientemente el municipio de Soacha. Por un lado, le apostaron a la creación de las Aulas Lily, un espacio ubicado en la Institución Educativa Ciudadela Sucre, cuyo objetivo es ofrecer una educación sexual alejada de prejuicios y tabúes, que brinda a los niños, niñas y jóvenes mejores herramientas para llevar una sexualidad consentida, placentera y responsable.

En segundo lugar, con la estrategia ‘Soacha Ciudad Saludable’ se realizaron jornadas de salud sexual y reproductiva en diez puntos de la ciudad que facilitaron el acceso a métodos de planificación de larga duración a niñas y mujeres en edad reproductiva del municipio. La iniciativa les ha garantizado este derecho también a las mujeres migrantes.

Estas acciones conjuntas entre salud y educación, permitieron que el municipio redujera la tasa de fecundidad en niñas de 10 a 14 años de 2,3 por cada 1.000 en 2013, a 0,8 en 2021. De igual modo, en las adolescentes de 15 a 19 años se pasó de 79,3 por cada 1.000 en el 2015 a una tasa de 30,0 en 2021.

Este logro ubica al municipio por debajo del promedio nacional, lo que evidencia importantes avances en materia de salud pública. No obstante, es fundamental atender de manera integral el abuso y la violencia sexual en niños, niñas y adolescentes, situación que aumentó en 9,5 por ciento a nivel nacional. Un reto que en el corto y mediano plazo el municipio de Soacha, en cabeza de su alcalde, Juan Carlos Saldarriaga, podrá enfrentar con éxito si aprovechan el trabajo en equipo y todo lo aprendido en la reducción de la maternidad y paternidad temprana.

Todo suma

De acuerdo con Profamilia, el implante subdérmico es un método moderno de anticoncepción que puede durar entre tres a cinco años, dependiendo del tipo que se elija. “Consiste en una o dos barras cortas y delgadas del tamaño de un fósforo, que se implanta en la parte superior del brazo de la mujer y libera una hormona llamada progestina que espesa el moco cervical, impidiendo el paso de los espermatozoides hacia el óvulo y disminuyendo la frecuencia de ovulación”, aseguran desde esta organización privada sin ánimo de lucro, que promueve el respeto y el ejercicio de los derechos sexuales y derechos reproductivos de toda la población colombiana. En Soacha más de 2.300 mujeres se han beneficiado de las jornadas de inserción de implantes subdérmicos, que ha promovido la administración municipal, a través de la Secretaría de Salud:

  • 810 implantes en mujeres de 15 a 19 años
  • 730 implantes en mujeres de 10 a 14 años
  • 405 en mujeres de 20 a 29 años
  • 416 en mayores de 30 años

* Doctor en educación, docente de la Secretaría de Educación de Bogotá.

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