El cambio climático es una realidad que afecta a todas las regiones del mundo, y Colombia no es la excepción. Ante este desafío, los sectores productivos han emprendido una serie de iniciativas en ganadería y agricultura para adaptarse y mitigar sus impactos. A través de estrategias, distintas regiones están liderando el camino hacia una producción sostenible y resistente al clima.
Jeimar Tapasco, científico principal en la Alianza Bioversity CIAT, es uno de los que cree que el país puede ser referente mundial en innovación para esa adaptación en los próximos cinco años. “En Colombia se han establecido las mesas técnicas agroclimáticas como un mecanismo crucial para generar alertas tempranas y prevenir pérdidas por fenómenos climáticos”, destacó. Aunque la confianza en esta información apenas está creciendo entre los productores, ya ha sido implementada en diez países latinoamericanos y sigue expandiéndose a nivel mundial.
El experto resalta también la importancia de herramientas como Aclimate Colombia, una plataforma de servicios climáticos que ayuda a los productores a tomar decisiones informadas sobre cuándo sembrar, qué variedad utilizar y qué prácticas de manejo adoptar para optimizar la productividad frente a las condiciones de cada temporada. La herramienta, desarrollada en Colombia, ha sido adoptada en siete países latinoamericanos, cinco de África y varios de Asia.
Además, se ha trabajado en el fortalecimiento de capacidades en instituciones y gremios, como Fedearroz, que ha evaluado nuevas tecnologías durante más de una década para adaptarse al cambio climático. “Fedearroz ha desarrollado una plataforma agroclimática única que ha evitado miles de millones de pesos en pérdidas a los productores de arroz”, subrayó Tapasco. Actualmente, cuentan con variedades con mayor tolerancia a déficit hídrico y técnicas de riego con mejor uso del agua.
El gobierno, a través del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, lidera también proyectos como Colombia Agroalimentaria Sostenible, que involucra a diez gremios, dos centros de investigación internacionales, y cinco centros nacionales, entre ellos Agrosavia, y tiene como objetivo preparar al sector para enfrentar el cambio climático, comenzando con nueve cultivos en 22 departamentos del país. Se espera que este proyecto beneficie a más de 200 mil familias campesinas y cubra un millón de hectáreas ganaderas y agrícolas.
“La integración de mejores prácticas agropecuarias para incrementar la diversidad de cultivos y especies animales, la conservación de los suelos y el manejo eficiente del agua son acciones clave para una mayor adaptación al cambio climático”, explicó Carmen Alicia Parrado Moreno, investigadora del Centro de Investigación La Libertad de Agrosavia.
Y es que en la búsqueda constante de soluciones para reducir la vulnerabilidad de los sistemas agropecuarios frente al cambio climático, la innovación juega un papel crucial. “La adaptación de los sistemas agropecuarios al cambio climático es un proceso continuo y natural”, explicó Parrado. “Es fundamental identificar y determinar los riesgos, así como seleccionar las mejores prácticas de manejo para reducir la vulnerabilidad de los sistemas”.
Uno de los pilares fundamentales en este proceso es el manejo de la información climática para la planificación predial y productiva. “Hacer énfasis en tecnologías agrícolas y ganaderas más eficientes, permite reducir la huella ambiental de la producción agropecuaria”, añade la investigadora.
Estrategias innovadoras en Colombia
Jorge Bedoya, presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC), destaca la importancia de la investigación y el desarrollo agrícola en diferentes regiones del país, impulsada por los gremios agrícolas como Fedearroz, Fedepalma y Augura.
En el caso de Fedearroz, sus esfuerzos se concentran en departamentos como Tolima, Casanare, Meta, Huila y Norte de Santander, donde se ubican los principales núcleos arroceros. A través de su programa Amtec (Adopción Masiva de Tecnología), Fedearroz lleva a cabo investigaciones para mejorar la productividad y enfrentar los desafíos del clima, brindando asistencia técnica y transferencia de conocimientos a los productores en estas regiones.
Por otro lado, Fedepalma, a través de Cenipalma, su centro de ciencia, realiza investigaciones para el desarrollo de conocimientos, variedades y buenas prácticas en la producción de palma de aceite. Los avances se trasladan a los 70 núcleos palmeros distribuidos en la Costa Caribe, los Llanos, el Pacífico y Norte de Santander, beneficiando a los productores de estas áreas con tecnologías innovadoras y prácticas sostenibles.
En el caso del banano, el centro de investigación Cenibanano, perteneciente a Augura, ofrece una gama de servicios en fitosanidad, biotecnología y nutrición vegetal. Estos servicios se brindan a los productores ubicados en el Urabá antioqueño, así como en el Magdalena y La Guajira. Además de abordar los desafíos del cambio climático, Augura y otros gremios bananeros han trabajado en alianza con el ICA y Asbama para combatir el Fusarium Raza 4, una enfermedad que afecta al cultivo de banano.
“La SAC cuenta con 21 gremios, y en el ámbito agrícola, la mayoría, sino todos, han estado llevando a cabo programas de investigación”, afirmó Bedoya. Entre las iniciativas más destacadas se encuentra la investigación y desarrollo de semillas mejoradas con mayor resistencia al cambio climático.
Para todo esto Fedearroz, implementó su programa Amtec, enfocado no solo en mejorar la productividad de sus productores, sino también en abordar los desafíos del clima; y estableció el Centro de Gestión del Recurso Hídrico en el departamento de Tolima, donde lleva a cabo investigaciones y transferencia de conocimientos sobre manejo sostenible del suelo y del agua.
Además, ofrece servicios de análisis de suelos para los productores, ayudándoles a determinar las condiciones óptimas de siembra y a proteger el suelo para futuras cosechas. En ese centro, también utilizan la “Casa de Malla” y el “Rain Out Shelter” para simular diferentes condiciones climáticas y de disponibilidad de agua, lo que les permite desarrollar nuevas variedades de semillas resistentes al cambio climático.
La investigación y desarrollo de esas variedades de semillas más resistentes se lleva a cabo en el Centro Experimental Las Lagunas en Saldaña, Tolima. “Estos esfuerzos de Fedearroz se consideran un bien público para los arroceros, ya que les permiten afrontar los desafíos derivados del cambio climático con mayor eficacia”, dijo.
Además de Fedearroz, otros sectores como Fedepalma, Asocaña, la Federación Nacional de Cafeteros, Fedecacao, Fedepapa y Augura también están implementando acciones similares. “Por ejemplo, Fedepapa ha lanzado tres variedades de papa (Bachué, Villa y Jacky) con un potencial de productividad superior a 50 toneladas por hectárea, lo que puede contribuir a enfrentar los desafíos del cambio climático en este sector”, agregó Bedoya.
En cuanto a las regiones beneficiadas en lo que tiene que ver con la producción de caña de azúcar, estas se concentran a lo largo de las orillas del río Cauca en la parte alta de la cuenca, desde el departamento del Cauca hasta Caldas. Por otro lado, los principales conglomerados bananeros de exportación impactados se encuentran en Urabá, Magdalena y La Guajira. El maíz tecnificado y el arroz comparten territorios en varias regiones del país, principalmente en Córdoba, Llanos orientales, Tolima y Huila, así como en La Guajira, Magdalena, y los Santanderes, y el Valle del Cauca.
Otra de las regiones destacadas es la Orinoquia, donde se están desarrollando estrategias para manejar la información climática y aplicar prácticas agroecológicas. “En departamentos como Meta, Arauca, Casanare y Vichada, se está integrando el conocimiento local con la tecnología para planificar de manera más efectiva la producción agropecuaria y conservar los recursos naturales”, explicó.
En el Meta, la gobernadora Rafaela Cortez Zambrano, destaca una serie de proyectos de ganadería sostenible, que incluyen la implementación de arreglos silvopastoriles y la entrega de ejemplares de ganado de calidad a campesinos e indígenas como pie de cría. “Además, se han desarrollado proyectos agrícolas que incluyen la instalación de invernaderos y viveros para la producción de alimentos hortofrutícolas, así como la promoción de prácticas agrícolas sostenibles y la capacitación en Buenas Prácticas Agrícolas (BPA) y Buenas Prácticas Ganaderas (BPG)”, comenta Cortez.
Asimismo, se han impulsado proyectos para comunidades indígenas en la cría de especies menores y la producción de caña panelera, entre otros cultivos, con un enfoque en la seguridad alimentaria y el uso de insumos orgánicos. La gobernadora también destacó el fortalecimiento de cadenas productivas como el Cacay, Guadua y Sacha Inchi, así como el apoyo a cultivos promisorios como el Rambután y el Mangostino. “Estas acciones buscan no solo mejorar la productividad agrícola en el Meta, sino también generar empleo, bienestar y arraigo en las comunidades locales a través de alianzas público-privadas y cooperación internacional”, agregó.
En el departamento del Cesar, por ejemplo, está adelantando la adopción de cultivos en invernaderos, como una medida clave de adaptación al cambio climático. “Como invernaderos para cultivar tomates, que maximice el uso del suelo y reduzca el consumo de agua, y disminuyendo la vulnerabilidad ante eventos climáticos”, dijo Elvia Milena Sanjuán, gobernadora del Cesar.
Además, en el sector ganadero, un proyecto de mejoramiento genético y productivo de los hatos ganaderos a través de biotecnología, se destaca por ser el único en el país en ofrecer 2.000 preñeces gratuitas a pequeños y medianos productores pecuarios, “contribuyendo al aumento de la productividad ganadera en la región mediante la implementación de técnicas de producción in vitro de embriones bovinos, siendo esto un gran apoyo al sector pecuario, que actualmente presenta un bajo índice productivo tanto en carne como en leche”, destacó Sanjuán.
En el Vichada, también se han implementado acciones tanto investigativas como prácticas orientadas hacia modelos productivos climáticamente inteligentes. Según Alcides Aguilera, secretario de agricultura y desarrollo económico, existen iniciativas innovadoras en ganadería y agricultura, “como la agricultura orgánica, coberturas vegetales, asociaciones de cultivos, ganadería regenerativa y sistemas silvopastoriles”. Estos esfuerzos, financiados tanto por iniciativas privadas como públicas y de cooperación internacional, contribuyen a la reducción de gases de efecto invernadero.
A nivel ganadero, Aguilera destaca proyectos como el de la Hacienda San José en La Primavera, que emplea árboles y arbustos nativos como parte de su sistema ganadero, y el Hato Cayure en Cumaribo. En el ámbito agrícola, resalta el trabajo de la cadena del marañón, con predios como la empresa Kardianuts, que gestionan más de 1.000 hectáreas de marañón orgánico certificado. “Estas iniciativas, centradas en la nutrición y el manejo técnico amigable con el medio ambiente, buscan aumentar la productividad, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y adaptarse al cambio climático”, agregó.
De la misma manera, el Valle del río Cauca es un ejemplo de cómo la observación meteorológica y los estudios detallados del suelo están impulsando el desarrollo de variedades de caña de azúcar más resistentes. “La industria sucro-energética está adoptando enfoques basados en la ciencia para asegurar su producción en un entorno climático cambiante”, señaló Peña Quiñones.
En los departamentos cafeteros, el esfuerzo conjunto de instituciones como Cenicafé y la Federación Nacional de Cafeteros (FNC) está permitiendo identificar y abordar riesgos asociados con el clima. La regionalización de la temperatura del aire está siendo utilizada para delimitar áreas vulnerables a plagas y enfermedades, lo que contribuye a mantener la calidad y la sostenibilidad de la producción cafetera, resalta el investigador.
“Destaco la relevancia de los ensayos que se centran en las variedades mejoradas y las nuevas semillas, especialmente aquellas que han sido desarrolladas para optimizar el uso del agua. Por ejemplo, en el cultivo del café, hemos logrado reducir su demanda hídrica en un 20-25% en comparación con hace 20-30 años. Además de las mejoras en variedades, también es importante mencionar los avances en técnicas de beneficio. En el caso del café, se ha implementado una técnica de cultivo ecológico que permite un uso más eficiente del agua, lo cual considero uno de los logros más significativos en materia ambiental”, comentó el exministro de Agricultura, Juan Camilo Restrepo.
Por otro lado, en la sabana de Bogotá y el oriente antioqueño, se están aprovechando tecnologías de vanguardia para optimizar el cultivo de flores en condiciones climáticas cambiantes. “Los productores están demostrando una notable capacidad de adaptación al utilizar herramientas tecnológicas para garantizar la calidad y el rendimiento de sus cultivos”, destacó Peña.
Rosa Acevedo, secretaria de Agricultura de Antioquia, destaca además la aplicación de sistemas silvopastoriles para mejorar el bienestar del ganado y contribuir a la captura de carbono. “Antioquia se distingue por su iniciativa pionera en la racionalización de las plantas de beneficio, reduciendo de 140 a 29 plantas con estándares ambientales rigurosos. Este enfoque no solo garantiza la producción de carne de calidad, sino que también promueve la conversión de las plantas de beneficio en bioinsumos, proporcionando abonos y fertilizantes orgánicos a los agricultores, lo que reduce el uso de químicos y beneficia al medio ambiente”, explicó Acevedo.
Además, Antioquia está adelantando acciones a través de su Plan Integral de Cambio Climático (PICA), que involucra a diferentes secretarías en 11 acciones, incluyendo el Plan Departamental de Agroecología. La implementación de 1.785 hectáreas de áreas agroforestales y sistemas silvopastoriles contribuye a esa adaptación y mitigación. “La educación juega un papel crucial, por eso hacemos campañas permanentes sobre el uso responsable del agua, la gestión adecuada de desechos químicos y la promoción de prácticas agrícolas sostenibles entre los productores, como parte de un esfuerzo integral para abordar los desafíos climáticos desde todas las facetas del sector agrícola”, aseguró.
En otros departamentos del país, los esfuerzos de Fedearroz, Fenalce, Fedegán y Fedepalma han fortalecido el sector agropecuario a través de la definición de medidas para reducir el efecto de eventos climáticos adversos. “Desde estrategias basadas en alertas tempranas por inundación, por exceso o déficit hídrico, hasta medidas para afrontar eventos climáticos como El Niño o La Niña en los sistemas ganaderos”, agrega Peña Quiñones. Y a través del uso de tecnologías como el mejoramiento clásico y la biotecnología, se están desarrollando variedades y clones tolerantes a condiciones climáticas más extremas, lo que permite a los productores enfrentar el clima cambiante de manera más efectiva.
En el sector ganadero, también se destaca la implementación de modelos silvopastoriles. Un ejemplo es el proyecto Ganadería Bovina Sostenible liderado por Fedegán, que ha implementado sistemas silvopastoriles en más de 2.000 fincas en los departamentos de César, La Guajira, Atlántico, Bolívar, Boyacá, Santander, Meta y el Eje Cafetero.
Además, el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural lidera un plan de reconversión ganadera hacia modelos más sostenibles conocido como Pirpag, con 6 mil hectáreas impactadas en los departamentos de Córdoba, Sucre, Arauca, La Guajira y Santander. También se destacan los esfuerzos en Caquetá, Meta y Guaviare, conocidos como el arco de la deforestación, donde se están realizando inversiones por parte de organismos internacionales con la esperanza de que sus resultados impacten favorablemente en la reducción de la deforestación.
Manuel Gómez Vivas, director del área de Ganadería Sostenible de Fedegán, sostiene que las transformaciones hacia prácticas sostenibles y cambios en el uso del suelo también están generando importantes beneficios en las áreas dedicadas a la ganadería y están avanzando en otras regiones como el Caribe, la Orinoquía, el suroccidente y otras áreas clave del país. “La integración de sistemas silvopastoriles intensivos y no intensivos está contribuyendo a la protección del suelo, la captura de carbono y el aumento de la producción de alimentos para el ganado, al tiempo que promueve el bienestar animal y la biodiversidad”, añadió.
A través del programa de Ganadería Colombiana Sostenible, Fedegán ha beneficiado a más de 4.100 familias ganaderas en 12 departamentos y 82 municipios de regiones clave como el Valle del Río Cesar, el Bajo Magdalena, Boyacá y Santander, la Ecorregión Cafetera y el Piedemonte Orinocense. “Hemos evidenciado mejoras significativas en la captura de carbono, la productividad ganadera y la recuperación de la biodiversidad. Estos resultados son especialmente relevantes dado el contexto climático y adaptativo en el que se desarrollan estas prácticas a nivel nacional”, destacó Gómez Vivas.
En ese sentido, el proyecto CSICAP liderado por el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, representa una apuesta para modernizar la producción agropecuaria hacia sistemas climáticamente inteligentes y bajos en carbono. “Este proyecto, en colaboración con la Alianza Bioversity – CIAT y otras instituciones, aplicando tecnologías de la información, servicios climáticos y mejoramiento genético, busca incrementar la productividad del campo y la competitividad de nuestros productos en los mercados internacionales, con criterios de sostenibilidad ambiental”, explicó Gómez.
Los beneficios y el camino a seguir
Se destaca el papel crucial de los gremios en la investigación y aplicación de buenas prácticas para contrarrestar los efectos del cambio climático, pero también la necesidad de afrontar estos retos de la mano del Gobierno Nacional y el sector privado.
“La colaboración entre el sector privado y el gobierno es fundamental para enfrentar estos desafíos”, dice Bedoya. Según el líder gremial, “debemos aprovechar el conocimiento acumulado por décadas en gremios como Fedearroz, Fedepalma y la Federación Nacional de Cafeteros, así como el papel de entidades gubernamentales como Agrosavia y el ICA en la investigación y desarrollo de soluciones para la agricultura”.
El presidente de la SAC enfatiza tres puntos clave para abordar efectivamente el cambio climático en la agricultura colombiana. En primer lugar, resalta que “es fundamental trabajar en conjunto para desplegar la asistencia técnica en el territorio, asegurando que los conocimientos y tecnologías lleguen a los productores en todas las regiones del país”.
En segundo lugar, subrayó “la necesidad de facilitar el acceso a asistencia técnica para los productores”. Bedoya menciona que “en el caso del arroz, la demora en la aprobación de programas gubernamentales dificulta la implementación de herramientas clave para la adaptación al cambio climático”.
Finalmente, resaltó “la importancia de invertir en investigación y desarrollo de semillas mejoradas y tecnologías innovadoras”. Insiste en que “esto incluye la promoción de semillas genéticamente modificadas que sean más resistentes a enfermedades y condiciones climáticas extremas”.
Según Bedoya, la inversión en ciencia y tecnología, ya sea del gobierno o del sector privado, debe traducirse en beneficios tangibles para los productores y consumidores, garantizando la sostenibilidad y seguridad alimentaria en un escenario de cambio climático cada vez más desafiante.
Hernando Flórez Díaz, investigador de Agrosavia, también cree que la integración de diversos mecanismos para la adaptación permite disminuir los daños causados por eventos climáticos extremos, como sequías e inundaciones. “Esto no solo tiene beneficios a nivel local en el corto plazo, sino que también contribuye a la conservación de la biodiversidad y la seguridad alimentaria a nivel regional y global”, agregó.
Además, subraya el papel de la ecoeficiencia en la adaptación al cambio climático, que no solo garantiza la competitividad y rentabilidad de los agronegocios, sino que también reduce su impacto ambiental. “Avanzar en estrategias de adaptación requiere una agenda nacional y global integral que considere tanto la mitigación como la adaptación”, explicó.
Una de las grandes preocupaciones cuando se presentan fenómenos como El Niño o La Niña son las pérdidas de las cosechas, la escasez de alimento y el incremento del costo de la canasta familiar. Estos eventos no solo afectan a los productores, sino a toda la sociedad.
El cambio climático no solo modifica la intensidad de estos fenómenos, sino también su frecuencia, así como la incidencia de eventos extremos y el aumento progresivo de la temperatura. Dado que la mayor parte de la agricultura está a la intemperie, este sector se encuentra altamente expuesto a las amenazas del cambio climático.
Las prácticas sostenibles, como la conservación y restauración de zonas naturales y la implementación de sistemas silvopastoriles, contribuyen significativamente a la captura de carbono y preservación de la biodiversidad. “Estas prácticas no solo generan balances positivos en la remoción de carbono del ambiente, sino que también benefician la salud del suelo y garantizan el cuidado de las fuentes de agua”, explicó Gómez Vivas.
En términos socioeconómicos, la adopción de prácticas sostenibles también impulsa la productividad y el ingreso de los productores ganaderos. “La productividad por unidad de área puede aumentar hasta cinco veces en comparación con la ganadería tradicional”, señala Gómez Vivas. “Esto se traduce en una mayor cantidad y calidad de carne y leche por hectárea, así como en una huella de carbono significativamente menor”, agregó.
Además, la incorporación de prácticas sostenibles facilita el acceso al crédito y promueve vínculos con mercados sostenibles, especialmente para los pequeños productores. “Estamos avanzando hacia una formalización del sector ganadero y una mayor visibilidad en mercados responsables y sostenibles”, afirmó Gómez Vivas.
En cuanto a la salud, los productos de la ganadería bovina, como la carne y la leche, ofrecen beneficios nutricionales adicionales bajo sistemas silvopastoriles. “Hemos observado incrementos en ácidos grasos esenciales como el Omega 3 y 6, así como en el Ácido Linoleico Conjugado, que son clave para mejorar la nutrición humana y prevenir enfermedades”, destaca Gómez.
Por todo esto, es fundamental integrar a instituciones gubernamentales, entidades de ciencia y tecnología, la academia, instituciones internacionales, gremios de la producción, empresas desarrolladoras de innovación agropecuaria, comercializadores, consumidores y productores en un esfuerzo conjunto por construir un país resiliente al cambio climático. “En Colombia, hemos visto un progreso significativo en la definición y ejecución de mecanismos de adaptación, gracias al trabajo conjunto entre diversos actores, incluyendo instituciones de ciencia y tecnología y entidades internacionales”, destaca Andrés Javier Peña Quiñones, otro investigador de Agrosavia.
Por su parte, el exministro Restrepo, dice que el camino a seguir debe ser continuar con la investigación científica. “El Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT), ubicado en Palmira, ha realizado importantes avances y cuenta con un banco admirable de conservación de semillas. Además, cada asociación cuenta con centros de investigación especializados, estos centros, conocidos como CENI, han sido los principales impulsores de investigaciones dirigidas hacia una agricultura más sostenible en el contexto del cambio climático”, concluyó.
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