Barranquilla se dispone a competir con las ciudades del Primer Mundo a través de un ambicioso proyecto de renovación urbana que contempla la restauración y el reconocimiento de los ecosistemas locales, garantizar el crecimiento equitativo, la conectividad inteligente y un ordenamiento territorial con oportunidades para los municipios conurbados del Área Metropolitana.
Desde la misión japonesa de los años ochenta, que planteó soluciones de transporte, Barranquilla no había tenido un horizonte de planeación tan ambicioso. El alcalde Jaime Pumarejo Heins contactó a consultores internacionales de distintas latitudes para que diseñaran la hoja de ruta de la ciudad al año 2100. El resultado de esta planeación lo presentó en la apertura del Circuito Colombia de la Asamblea del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), de la que La Arenosa fue sede.
“Queremos ser el ‘South American Dream’”, afirmó el alcalde Pumarejo, cuando expuso su visión de ciudad sostenible en el evento. Su tono es de optimismo, porque lo respalda la experiencia de Bjarke Ingels Group (Big), que ha participado con sus diseños en la transformación de ciudades como Copenhague, Nueva York, Londres y Barcelona; y Systematica, reconocida por su trabajo innovador en movilidad. Esta firma estudia, planea, diseña y analizan sistemas de transporte y su papel en el futuro de las ciudades.
Bajo la responsabilidad de ambas firmas está la planeación de esta ciudad del futuro en territorio colombiano. En el proceso también intervino Aecom, la multinacional estadounidense número 1 en el top 200 de empresas ambientales del ranking de Engineering News-Record’s 2020, a la que el Distrito confió el diseño de la ciudad del río.
Así mismo, la Universidad de Nueva York, que entre sus especialidades cuenta con un reconocido instituto de desarrollo urbano, trabaja de la mano de la Universidad del Norte en la huella humana de la Barranquilla de los próximos años.
Visión de futuro
Con todas estas instancias internacionales, el Distrito trabajó tres ejes. Al primero se le conoce como Restaurar y reúne toda la apuesta por la biodiverciudad, con la conservación medioambiental y recuperación de los ecosistemas, principalmente los cuerpos de agua de canales, caños y la ciénaga de Mallorquín.
El segundo eje, Conectar, se centra en la idea de devolverles el tiempo a los barranquilleros. En la nueva ciudad todo quedará a 15 minutos; esto implica la alineación de vías, transporte integrado, metro o tren ligero, el río-bus, andenes, conectividad digital y la oferta de escuelas, salud y servicios de gobierno en un mismo perímetro. En ese sentido los caños serán convertidos en canales, a través de los cuales se transportarán los habitantes del Área Metropolitana hasta las universidades o centros de negocios.
“Esta es una visión del futuro de una ciudad que utiliza su medioambiente, los arroyos y que preserva sus parques, ya no como fuente de salida de aguas lluvias o de aguas servidas, sino que los recupera y los vuelve espacios y entornos urbanos accesibles”, precisa Pumarejo.
Con el tercer eje, Crecer, Barranquilla desplegará un desarrollo organizado, en lo económico, social y urbanístico, con atracción de inversión y talentos y producción limpia en los nuevos espacios urbanos.
En la agenda también está el puerto del futuro, que contempla aguas profundas con posibilidad de interconectar a la capital del Atlántico con los principales destinos internacionales. Adicionalmente, está proyectado un aeropuerto metropolitano que funcione como un centro de operaciones para América Latina.
“‘Y seguimos diseñando la ‘ciudad del río’, en el marco de un plan zonal que vamos a maletear en todo el mundo para mostrar a los desarrolladores urbanos que aquí pueden invertir para crecer, al regenerar este espacio público en un círculo virtuoso que valoriza la ciudad y genera impuestos, crecimiento económico y más inversión social”, indicó el mandatario local.
Esta transformación urbana necesita tiempo e implica cambiar la mentalidad la mentalidad de dos generaciones. El Distrito aspira a que la población, testigo y beneficiaria del cambio, comience a soñar con la posibilidad de una ciudad moderna y biodiversa.
Pumarejo explicó que el proceso empezó hace 13 años, “cuando Barranquilla tomó la decisión de cerrar las brechas sociales y económicas que perduran por décadas, gracias a los grandes avances en educación, salud, pobreza y, en general, calidad de vida”. En la actualidad, su administración avanza en inversiones sociales que, de la mano de aliados como el BID y el Gobierno nacional, prometen impactar en la equidad y el empleo, reactivar la economía y permitir la recuperación integral de los ecosistemas.
También se ha propuesto sembrar y mantener 500.000 árboles, recuperar 15 millones de metros cuadrados de espacio público y entregar 26.000 hectáreas más para el disfrute de los barranquilleros y sus familias. En materia de educación, ambiciona convertir a todos los colegios públicos del Distrito en instituciones ciento por ciento bilingües, así como garantizar una vivienda digna a todas las familias barranquilleras,
“El futuro parecía muy ambicioso hace 100 años, cuando la firma del ciudadano nortemericano Karl Parrish planeó el barrio El Prado, con sus casas modernas, zonas arborizadas y amplias calles y avenidas. Y ahí están. Este futuro que hoy presentamos es perfectamente realizable. Y lo vamos a empezar ya”, concluyó Pumarejo.
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