Con más de 460 años de historia, las procesiones de Semana Santa en Popayán congregan a miles de personas cada año. Consideradas Patrimonio Cultural e Inmaterial de la Humanidad según la Unesco, en 2023 permitieron que la ciudad registrara el 83 % de ocupación hotelera solo el Jueves Santo y la movilización de más de 77.000 viajeros hasta el Domingo de Resurrección, de acuerdo con el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo. Para este 2024 las expectativas son enormes.
“Un Viernes Santo puede reunir unas cien mil personas en la calle. Estas calles, que uno considera anchas, se llenan totalmente. Es una cosa impresionante”, contó Felipe Velasco Melo, presidente de la Junta Permanente Pro Semana Santa de Popayán.
Para recibir a los creyentes, cada año se pintan de blanco los lugares por donde pasa la procesión y algunas zonas aledañas. Esta tradición, gracias a la cual Popayán es conocida como la Ciudad Blanca, se lleva a cabo desde 1675.
El origen de las procesiones
Las procesiones de Semana Santa en la capital del Cauca son una manifestación masiva de cultura tradicional popular en la que participan grupos de todos los sectores de la sociedad.
Su origen se remonta al proceso de evangelización de la conquista española. “Tenemos la tradición cultural más antigua de América y podemos demostrarlo bibliográficamente porque en el libro Crónica de Varones Ilustres de Indias, escrito por Juan de Castellanos, se narra que en el año 1556 hubo procesión de Jueves Santo y Viernes Santo en Popayán. No sabemos si hubo antes, pero el primer registro escrito data de esa época”, precisó Velasco Melo.
Desde entonces, este ritual forma parte de la cultura de los payaneses, quienes se han esforzado por conservar la tradición lo más intacta posible durante más de 14 generaciones. Solamente hubo tres años en los que no se realizó esta solemne celebración: 1983, debido al terremoto que sacudió a la ciudad, y en 2020 y 2021 por la pandemia.
En total, son cinco las procesiones que se realizan entre el martes y el Sábado Santo, en las que participan entre 10 y 12 iglesias de la ciudad. Son unos dos kilómetros de recorrido por el centro de Popayán. La mayoría de las imágenes de madera fueron fabricadas a finales del siglo XVII.
Este año las procesiones comienzan el jueves 21 de marzo a las 7:00 de la noche, en la iglesia Santo Domingo.
A proteger la tradición
En la década de 1930, esta tradicional celebración comenzó a peligrar y el escritor y académico Guillermo Valencia convocó a los ciudadanos ilustres de Popayán para crear una junta conformada por 15 miembros destacados para salvaguardar este patrimonio.
Así nació en 1937 la Junta Permanente Pro Semana Santa (JPPSS), hoy Fundación. Su misión es velar por que se mantengan las tradicionales procesiones de Semana Santa de Popayán, y buscar el apoyo de las autoridades civiles y eclesiásticas para que puedan llevarse a cabo sin contratiempos.
“En la Junta Permanente trabajamos durante todo el año para los preparativos de Semana Santa. Sesionamos cada 15 días después de la Pascua y cada ocho días en la época previa a la Semana Mayor para su organización, promoción y lanzamiento”, precisó Velasco Melo.
Los personajes
“Un personaje muy importante en nuestras procesiones es el barrendero. Cuando hay miles de personas caminando en la ruta procesional, a lo lejos suenan los tambores de la banda de la Policía, que encabeza la marcha. Pero detrás vienen tres barrenderos, con escobas al estilo antiguo, cumpliendo una labor muy importante, pues estos tres personajes hacen que 10 mil personas en medio de nuestra idiosincrasia asuman una posición, o se pasan por delante y siguen caminando o se suben al andén y se quedan en silencio”, detalló Velasco Melo.
Otro personaje fundamental en las procesiones es el carguero. Para Diego Felipe Vivas, quien ha encarnado este papel desde niño, ser carguero representa un sentimiento de orgullo. “Es un honor ser carguero, por sobrellevar esta tradición, por ser parte de la historia. Es un encuentro con la espiritualidad, con la cultura, genera un sentimiento de arraigo por nuestra ciudad y la tradición también nos forja como personas. Estar debajo de un paso implica un sacrificio, pero uno no podría cargarlo solo, uno necesita el acompañamiento de otras personas y eso genera una amistad, una hermandad que trasciende”, aseguró.
Felipe Velasco, quien lleva más de 40 años como carguero, aseguró que esta tradición ha estado en su familia por varias generaciones. “Llevo 41 años cargando. Mi tío abuelo y mi papá también han sido cargueros, y mi hijo Andrés lleva 16 años cargando y, aunque está haciendo una maestría en España, cada año viene para cumplir con nuestra tradición. También mi hija este año va a ser la sahumadora”, expresó.
Procesiones de niños
La procesión chiquita es un formato que nació a finales de los años cincuenta en Popayán, en la que se recrean las procesiones de Semana Santa con niños de cinco a diez años, quienes personifican los roles y personajes y realizan su recorrido cada Miércoles Santo y días después al cierre de la Semana Mayor. Esta idea se ha replicado en ciudades católicas de España como Murcia y Valencia.
“Los niños se inscriben en la JPPSS y nosotros los elegimos por edad y estatura para participar de esta pequeña procesión”, señaló Velasco Melo. El propósito es promover entre las nuevas generaciones esta tradición, llevando a cabo una escuela del carguío para los niños, con la intención de despertar su interés por esta labor.
“La importancia de la juventud dentro de este proceso cultural es indispensable, ya que nosotros somos los que hacemos que esta tradición se mantenga en el tiempo y pase de generación en generación; por eso la Junta Permanente nos da voz y voto en las decisiones de Semana Santa, además de la oportunidad de podernos formar como jóvenes y que la gestión cultural crezca entre nosotros”, detalló Luisa Grajales, presidenta del Grupo Juvenil de la Junta.
La ornamentación
Al inicio, en las procesiones participaban, principalmente, personas humildes que se encargaban de cargar en plataformas muy sencillas las imágenes religiosas traídas de España. Con el tiempo, los pasos fueron enriqueciéndose gracias a la actividad minera que caracterizaba la economía de la capital caucana, y se empezaron a introducir nuevos elementos decorativos principalmente de oro y plata, además de ornamentación floral.
“Tenemos una imaginería absolutamente enriquecida por las artes, las técnicas y la historia de los siglos XVI, XVII y XVIII. Hay joyería, bordados en oro y plata de una riqueza majestuosa a nivel museístico. Otro aporte bastante importante es nuestra escuela-taller, que ha aportado personal dedicado específicamente a la restauración de los paramentos. Son gente muy especializada, con un conglomerado de saberes científicos, metodológicos y técnicos que enriquecen las imágenes de Semana Santa”, precisó María Patricia Caicedo, directora de Restauración.
Según Felipe Velasco, gracias a la gran diversidad de flores y frutas que tiene el departamento del Cauca, las procesiones adaptaron todo un lenguaje iconográfico ornamental.
“En los pasos se utilizan flores de diferentes colores, el día martes son blancas, las rosadas son el miércoles, el jueves son rojas y el viernes, moradas. Esto es una metáfora del aumento de la sangre en la pasión y muerte de Cristo; y el sábado, las flores son multicolores porque representan la alegría de la resurrección”, señaló.
Experiencia de vida
Por último, pese a que la misión de la JPPSS es conservar la tradición fielmente, el componente de innovación hará parte de esta nueva edición de la Semana Mayor. Este año se habilitó un nuevo sitio web en el que se podrá encontrar toda la información, un glosario y material promocional de las procesiones, pero, además, gracias a una función de GPS, las personas podrán conectarse y ver por dónde va la procesión en tiempo real.
“Los turistas nacionales y extranjeros deben visitar Popayán para que vivan algo único. Esta ciudad es el único lugar del mundo donde ser carguero en una procesión pasa de generación en generación. Es algo que está en el ADN de los payaneses. Toda una ciudad volcada a una tradición, que vale la pena vivir. Yo creo que una gran experiencia de vida es caminar una de nuestras procesiones”, finalizó Velasco Melo.