En 2023, Colombia generó 436 millones de dólares por concepto de viviendas turísticas de rentas cortas, usualmente de menos de 30 días, a través de plataformas como Airbnb o Booking. De hecho, el país ocupó el tercer lugar en la región en ganancias por este concepto, según un estudio de All The Rooms.
Las estancias, sin embargo, pueden ser más largas. Muchos turistas escapan de estaciones frías en sus países de origen y los nómadas digitales se mueven de acuerdo con expectativas de vida distintas a las tradicionales.
“Las rentas cortas y vacacionales, conocidas como viviendas turísticas, se están consolidando como un modelo de alojamiento popular entre los millennials y la generación Z”, afirmó Juan Camilo Vargas, director ejecutivo de Asohost. Para Luis Aurelio Díaz, presidente del Grupo Empresarial Oikos, el hecho de que a la gente joven menor de 25 años no le guste comprar y prefiera arrendar por movilidad fácil ha sido determinante.
Al margen de las ganancias que genera esta dinámica, se ha identificado una problemática: la gentrificación, que provoca el desplazamiento de los habitantes de un barrio a otro más económico por el aumento de los precios que genera esta demanda. Medellín es una de las ciudades más afectadas. Según La Lonja, entre 2021 y 2023, la oferta de inmuebles para esta actividad pasó de 7.000 a 15.000, un incremento del 115 por ciento.
Frente estimaciones de un posible crecimiento de proyectos de construcción de vivienda de nicho para cubrir la demanda de rentas cortas, Jose Miguel Duque, jefe de Información de Solunion Colombia, consideró que “una ampliación de este tipo de proyectos no impactaría en el control de una gentrificación, ya que impulsaría a las constructoras a especializarse en este tipo de inmuebles dejando a un lado la construcción de proyectos VIS, NO VIS Y VIP que son los que permiten una coexistencia entre la gentrificación y la población local”, señaló, y agregó que lo que, desde las análisis de Solunion, lo que podría ayudar a controlar la gentrificación es una ley impulsada por el Gobierno que permita poner reglas de juego claras tanto para las constructoras como para las inmobiliarias.
Para atender este desafío, la normativa colombiana exige que todo establecimiento que albergue turistas esté inscrito en el Registro Nacional de Turismo (RNT). La cifra de hospedajes registrados se acerca a los 55.000. Así mismo, algunos conjuntos residenciales están prohibiendo estos servicios en bienes inmuebles comunes, porque su destinación no es la de arrendamiento para vivienda turística.
“El incremento de las estancias cortas ha flexibilizado el mercado de la renta inmobiliaria. Lo que anteriormente se veía atípico hoy es lo más común. Contratos sin codeudor, plataformas de reserva, pagos con tarjeta de crédito”, aseguró Carolina Domínguez, gerente comercial de Briccon SAS.
Este panorama se traduce en una gran oportunidad para el sector constructor. Aunque aún no hay cifras consolidadas, en Colombia vienen creciendo los proyectos inmobiliarios residenciales exclusivos para renta.
Según La Lonja, cerca del 20 por ciento de las viviendas nuevas construidas son compradas por inversionistas e ingresan al mercado de arrendamientos. “La vivienda en renta es un renglón no desarrollado en Colombia y genera los mismos beneficios a la economía que la vivienda en venta. Además, es una alternativa más atractiva para los jóvenes para quienes comprar vivienda a 15 o 20 años es mucho tiempo”, afirmó Francisco Alejandro Martínez, presidente de Arquitectura y Concreto.
Antioquia tiene el mayor número de RNT activos relacionados con viviendas turísticas, con más de 13.000 registros. “Esta tendencia subraya el potencial de crecimiento y dinamismo que estas nuevas modalidades de alojamiento pueden aportar a nuestra región”, dijo un directivo de Asohost. En Bolívar, tres de cada diez proyectos en construcción tienen como fin las rentas temporales. “Del total de proyectos activos en el departamento, el 30 por ciento contempla arrendamientos temporales”, concluyó Irvin Pérez, gerente de Camacol Bolívar.