En las últimas dos décadas el uso de metodologías basadas en BIM (Building Information Modeling por su sigla en inglés) ha permitido agilizar los procesos de preconstrucción, instalación y operación. Es posible coordinar el presupuesto, programación o diseño de estructuras temporales y permanentes con las operaciones de construcción mediante el monitoreo y control de progreso, seguridad industrial, logística, seguimiento de materiales o costos reales de trabajo realizado.

En este lapso, muchas empresas de construcción ampliaron su portafolio de herramientas computacionales, desde aplicaciones limitadas a presupuesto, programación y gestión de proyectos, hasta convertirse en los principales usuarios de herramientas BIM, aumentando la inversión y el interés de los desarrolladores de software por lo que sucede en la obra. BIM ha permitido que las partes interesadas participen activamente y resuelvan simultáneamente los problemas de diseño, construcción y gestión antes de que las consecuencias sean más costosas, más propensas a accidentes o causen mayores retrasos, que es lo que generalmente ocurre cuando se corrigen en la obra o en las oficinas de abogados.

En el caso del sector de la construcción en Colombia, las últimas dos décadas también nos muestran cómo el país ha tenido un crecimiento negativo en su productividad laboral, con una de las más bajas productividades a nivel global medidas en valor real agregado por unidad de tiempo trabajado. Aunque las series de tiempo pueden mostrar fluctuaciones de acuerdo con la fuente de datos o el sector específico, no es menos cierto que de cara a 2026 existe una oportunidad para replantear la manera de gestionar los proyectos constructivos con el fin de mejorar estos y otros indicadores.

BIM no debe ser la finalidad sino el método que aporta un nuevo enfoque utilizando una representación del producto y del proceso para permitir el intercambio y la interoperabilidad de la información en formato digital. El objetivo debe ser la integración del ciclo de vida del proyecto, incorporando la aplicación de tecnologías emergentes como la impresión en 3D, escáneres láser, internet de las cosas, realidad virtual, drones, etcétera, a través del intercambio de información.

Racionalizar los procesos de construcción con la intención de mejorar la seguridad, productividad, constructibilidad, programación o control, será primordial para el éxito del proyecto, al tiempo que BIM proporciona a las partes una herramienta adecuada para una toma de decisiones rápida, transparente y precisa. Con este enfoque, la industria enfrentará mejor los retos de eficiencia y sostenibilidad, pues las obras construidas dispondrán de un gemelo digital que permita realizar simulaciones de desempeño energético, que incluye generación de energía, consumo de agua, análisis de emisiones e interacciones con la red eléctrica y de transporte. BIM llegó para quedarse y su potencial abre muchas oportunidades de innovación para la construcción colombiana.

* Profesor y exdirector del School of Building Construction, Georgia Institute of Technology, Atlanta, Estados Unidos.

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